Los referentes de la industria nacional decidieron esta semana postergar la designación del futuro titular de la Unión Industrial Argentina. La intención inicial era resolver ahora la nominación, pero a partir de un acuerdo de unidad acordaron postergar la fumata hasta marzo. Lo hicieron con una clara intencionalidad política: se sugieren cambios en el escenario y quieren evaluar la nueva realidad en el otoño , antes de nombrar al líder que representará al establishment fabril en el crucial año electoral.
La resolución se adoptó de común acuerdo y preservando la unidad del movimiento fabril.
La poltrona se debatirá igual entre dos candidatos que tienen alto consenso: Adrián Kaufmann Brea, del Grupo Arcor, y el actual secretario de la UIA, José Ignacio de Mendiguren . Ambos son militantes del grupo Industriales, que lidera Luis Betnaza, de Techint. Se trata del agrupamiento interno que debe designar al sucesor de Héctor Méndez. Existe también una tercera opción: el ex embajador Luis Ureta Sáenz Peña, de estrechos vínculos con el Gobierno. Y hay una cuarta posibilidad, que propicia el agrupamiento Celeste y Blanco, que nuclea a la poderosa COPAL, consistente en postergar la elección y que Héctor Méndez prorrogue su mandato hasta fines del 2011.
Este agrupamiento tiene poder de veto sobre la propuesta final de Industriales, pero ya tiene algo decidido: Juan Carlos Sacco será el futuro secretario de la UIA.
La decisión de diferir la resolución –era tradición cerrar todo informalmente en diciembre– obedece a que los hombres de negocios perciben posibles modificaciones en el escena política.
Los empresarios hablan de un año complicado para el oficialismo, que puede hacer variar las proyecciones electorales del kirchnerismo.
Así se lo expuso en la última reunión que lideró Betnaza. Varios “popes” industriales desean que se consolide la candidatura de Ernesto Sanz y sueñan con un frente electoral no tan fácil para Cristina Kirchner.
También se habló en el encuentro del impacto que tendrá, en la nueva etapa post Kirchner, la marcada redefinición en la toma de decisiones del Gobierno. La situación genera un fuerte revuelo interno y emite señales de desconcierto.
Una de esas señales fue la ausencia total en el grave conflicto de las naftas del polémico Guillermo Moreno, y otra fue la pasividad del Ministerio de Planificación frente a los largos cortes de luz (el proyecto de multa fue una reacción tardía).
Ambas ausencias estarían vinculadas a cierto malestar sobre el manejo político de la crisis y al nuevo protagonismo de Amado Boudou.
También se vivió una exasperante pasividad oficial ante el faltante de billetes. La única reacción –aunque lenta– fue la de Amado Boudou, cuestionando a la dirigencia sindical del Banco Nación, pero sin vinculación con la resolución del problema de la falta de papel moneda. Hoy el Gobierno dará a conocer un programa monetario polémico: tiene una expansión promedio del 28% y un máximo del 32%.
Por su parte, los hombres de negocios –y también Hugo Moyano– ven una marcada y manifiesta impericia en Carlos Tomada . El Ministerio de Trabajo actúa siempre tarde en los conflictos y una vez que la Casa Rosada ya pagó el costo político. No hubiera habido escasez de nafta si Tomada hubiera actuado sin impericia en el paro del Sur.
Amado Boudou es uno de los emergentes de los movimientos internos en la Quinta de Olivos. Desde la muerte de Néstor Kirchner, Boudou impuso iniciativas en el discurso presidencial afines a la ortodoxia económica, que el ministro mamó en la UCeDé y el CEMA.
Boudou –además– es uno de los pocos ministros que tiene un fluido diálogo con Cristina Kirchner y comparte a diario charlas con la Presidenta.
En la intimidad y con sus asesores, el ministro presumió de que ahora le da clases de economía a la Presidenta .
Pero la buena relación que tiene con Cristina Kirchner no le permitió ampliar sus espacios de poder en la administración kirchnerista. Boudou avanzó, pero perdió aliados como Benigno Vélez. El actual gerente general del Banco Central hizo un acuerdo de convivencia con Mercedes Marcó del Pont y el distanciamiento se produjo cuando Vélez no quiso instrumentar en el BCRA el sistema de espionaje que Boudou armó en Economía .
En las últimas semanas la pelea con Roberto Feletti se ahondó y eso se reflejo en la ausencia del viceministro en el extraño lanzamiento político de Boudou.
Ahora la emprendió contra Alfredo Mc Laughlin, el delegado argentino en el FMI, a quien Boudou acusa de interferir en la negociación con el Club de París.
Pero el clima enrarecido no sólo involucra al Ministerio de Economía: se encuentra en todo el gabinete. Héctor Timerman –un especialista en buscar el calor oficial– ahora hace de ladero de Boudou.
En las ligas mayores las internas florecen. Julio De Vido se aprovecha del mal momento de Aníbal Fernández y Carlos Zannini, del escaso brillo de Florencio Randazzo.
El secretario Legal también ya le puso límites al avance de Boudou . Es ostensible su actitud adversa cuando el ministro de Economía merodea Olivos.
En Brasil siguen de cerca la nueva realidad, pero no entienden la ausencia de la Presidenta en el acto de asunción de Dilma Rousseff.
La razón del descortés gesto argentino es secreta, pero tendría como motivo el estado de ánimo de Cristina y también otra cosa: un pase de factura de la Presidenta a Brasilia vinculado al rol brasileño en la difusión de los cables argentinos sobre el escándalo diplomático de WikiLeaks.