Las sabias palabras del escritor George Orwell en su novela 1984 describen con extrema crudeza la estrecha relación existente entre el poder y la verdad. Pero además, sin vencimiento temporal, sirven hoy para explicar la destrucción del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Poder y verdad no es un binomio de conceptos desconocidos por los Kirchner. No hay atril en el cual Cristina Kirchner no haya revelado a su público sus conocimientos sobre "la construcción de relatos" y los diversos "intereses" de grupos poderosos. Tampoco hay atril en el que no haya adelantado datos positivos oficial de la economía. Sabe que la Argentina se gobierna con bolsillos contentos, aunque eso sea una ficción.
La Presidenta también entiende a conciencia que los mitos históricos, incluso aquellos que forman los sedimentos de la Nación, son siempre recreaciones. También conoce que esos mitos confieren poder. Las repeticiones desde el poder central no son tontas o ingenuas: en la última campaña presidencial se vivió diciendo que "el país salió del infierno" gracias al kirchnerismo. El infierno se fue reinventando de acuerdo a la ocasión (la hiperinflación de los 80 o los malditos 90, entre otros).
Como ocurrió a comienzos de 2006, cuando el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, compuso la idea de intervenir el Indec por el avecinamiento de la inflación, el único objetivo de Néstor Kirchner es seguir ejerciendo el poder político en la Argentina. Actualmente, la mira del ex presidente está puesta en 2011.
Sagaz e intrépido, el santacruceño no da puntada sin hilo. Sabe que ni la caja, ni un capitalismo de amigos, aseguran su influencia sobre la sociedad civil, que, en última instancia, es la que decide en quién delegar legitimidad popular. Es aquí donde despunta la otra estrategia oficial, la que pretende moldear la verdad y reescribir la historia en busca de otro capital: el poder simbólico.
A través de esta visión, el Indec se convirtió en su Ministerio de la Verdad. El lugar de la autoridad -aunque cada día más derruida- desde donde reescribir el relato oficial: "en la Argentina no hay inflación ni pobreza" (se dice a través de los números desde el 29 de enero de 2007), "fue Néstor Kirchner quien le devolvió el salario a los argentinos" (se explicará desde hoy). Aunque la realidad y las experiencias de los argentinos las desmientan, estas son las construcciones de verdad que surgen desde el poder.
Según se conoció hoy, el Gobierno borró en las estadísticas que produce el Instituto los aumentos salariales que se otorgaron por decreto al sector privado formal durante la presidencia de Eduardo Duhalde. En ese mundo, casi no hubo recuperación salarial hasta que Kirchner asumió la presidencia en 2003. El olvido llega rápido en la Argentina, y los mitos, en las sociedades modernas, se moldean con cifras.
Los Kirchner reescriben los manuales de historia. El objetivo, retener el poder, es presente pero golpeará también en los próximos años. El Censo 2010 que se realizará en octubre generará una por lo menos dudosa radiografía de los argentinos durante la década que viene. No hay peor político que aquel que engaña concientemente a sus ciudadanos. Quizás, sólo es superado por quien les miente a las futuras generaciones.