La noticia es que ese empresariado, otrora tan temeroso de irritar a Néstor Kirchner con vinculaciones inconvenientes, comenzó a frecuentar al vicepresidente en reuniones semipúblicas.

Ayer Julio Werthein fue el principal anfitrión de Cobos, en un almuerzo que ofreció el Centro Interamericano del Comercio y Producción (Cicyp), en la sede del Yacht Club Argentino. Un día antes, el mendocino almorzó, invitado por Jorge Brito, con la comisión directiva de Adeba, entidad que agrupa a los bancos nacionales. También el martes, las autoridades de ABA, la organización de la banca extranjera que encabeza Mario Vicens, recibieron al vicepresidente en un desayuno.

Dada la antipatía que Cobos provoca en los Kirchner -lo desterraron del protocolo del Estado como si se tratara de un ritual familiar-, la identidad de los asistentes a estos encuentros es casi una contraseña política. En el Yacht estaban el presidente de la UIA, Héctor Méndez; el de la Sociedad Rural, Hugo Luis Biolcati; el de Copal, Jorge Zorreguieta; el titular de la Bolsa, Adelmo Gabbi; y Norberto Peruzzoti, de Adeba.

Si bien el Cicyp es el reino de su tío Julio, los primos Werthein -Gerardo y Adrián- no estuvieron en el almuerzo, a pesar de la invitación. Ayer ellos tuvieron una buena noticia del Gobierno: Guillermo Moreno obligó a sus odiados socios de Telecom Italia en Telcom de Argentina a vender sus acciones en esta empresa en el plazo de un año (hace apenas seis meses, los Werthein temían ser ellos, por un contrato firmado en 2003, los obligados a vender las suyas a los italianos).

Los asesores

Los empresarios se están asomando al estilo del político que encabeza las encuestas desde hace más de un año. Advirtieron, por ejemplo, que a Cobos le gusta que otros hablen por él. En este caso, el ex senador Raúl Baglini; su ex vicegobernador, Juan Carlos Jalif; y el ex ministro de Hacienda de Mendoza Enrique Vaquier.

Ese trío predicó las virtudes del candidato. Aunque Baglini fue un poco más allá y, en todos los casos, expuso el diagnóstico político del grupo. Resolvió, sobre todo, el acertijo que todo el mundo formula cuando está ante el vicepresidente de una administración que, como la de los Kircher, atraviesa una crisis política: "A 2011 llegamos. A los tumbos, pero llegamos". Lo repitió, sobre todo, en Adeba. Menos mal, porque el repentino activismo de Cobos podría hacer pensar en malos augurios.

Mientras los demás dicen lo que, se supone, él piensa, Cobos mira la escena con una sonrisa beatífica. No se inmuta ni cuando alguien observa, como ayer en el Yacht, que "usted está en una posición complicada, de equilibrio muy difícil".

En las pocas ocasiones en que rompió el silencio, Cobos reiteró: "Adonde voy encuentro cansancio, hastío". Para los empresarios fue la mecha de una catarsis. Ayer el más vehemente fue -cuándo no- Biolcati: "Nosotros hacemos lo que sabemos hacer. Pero si ustedes, como oposición, no se organizan, estamos perdidos". Méndez habló en el mismo sentido. Los demás enumeraron sus cuitas. La más frecuente: el avance sindical sobre la economía, consecuencia del romance de Kirchner con Moyano.

Cobos suele limitarse a preguntar. Como si realizara una encuesta sobre la economía (aunque anteayer estuvo, también, con expertos en política exterior). No es una tarea que haya emprendido ahora. En septiembre del año pasado, un prominente político del PJ bonaerense le hizo llegar un programa económico completo, elaborado por una consultora de las que lideran el mercado.