Por Ricardo D. Bindi - Revista Agromercado
La diferencia entre los países que tienen mano de obra ocupada en buenos
trabajos, y la que esta siempre viendo como dibujar la pobreza, está en pensar a
futuro; en imaginar los desafíos por venir, y luego alinear los recursos para
alcanzarlo.
A fuerza de exponer con argumentos determinadas ideas, uno logra al fin que algo de ello se cumpla. Uno de los temas que mas cuesta realizar, es el de “salirse” de la foto (estar solo sobre los problemas de la coyuntura) y trabajar sobre “la película”, el mediano plazo a “filmar”. Para ello, hay que mirar lo que otros no ven y ayudar a que los demás también participen de esta mirada más profunda. Ver es “percibir por los ojos la forma y color de los objetos”, pero mirar es algo más desafiante en términos estratégicos, “es fijar la vista en algo, aplicando justamente la atención”. Es decir, en general vemos, el tema es si miramos, si prestamos la debida atención a todo lo que estamos viendo.
Una frase interesante de Rekha Balu, nos ilustra sobre el valor de entender que pasa en nuestro entorno: “Olvídese de crear una organización que aprende. Primero tiene que construir una organización que escuche, una compañía cuya gente tenga las orejas que le lleguen hasta el piso”.
Pensar el futuro desde la Cátedra
Un ejercicio que solemos realizar en clases de post-grado de Marketing y agronegocios, es el de analizar entornos. Lo hacemos desde una perspectiva de futuro, y a esto lo podemos denominar “prospectiva”. Temas que hemos tratado mucho también desde diferentes notas de Agromercado. En este caso vamos a sintetizar algunas de las tendencias basadas en trabajos prácticos realizados por profesionales, alumnos de la octava y novena promoción de la Maestría en gestión de la cadena agroalimentaria de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UCA. Ellos se entrenan en esta asignatura para ejercitar “el pensamiento a futuro”, sobre temas que pueden implicar diferentes oportunidades y que generarán cambios de relativa importancia en las cadenas.
La “ola verde y la ecología” son dos conceptos que se asocian en una tendencia conjunta. El respeto por la biodiversidad y la sustentabilidad del medio ambiente. Esto da origen a una demanda creciente en alimentos orgánicos y naturales por ejemplo. Una pregunta a hacernos es, ¿si esta tendencia a asociar vida sana y respeto por la naturaleza, llevará asociado siempre lo orgánico, natural o formas intermedias?.
Alimentos “nuevos”
Hay que mirar en profundidad los diferentes segmentos del consumo. En Europa y EE.UU. se está trabajando en el mercado de personas mayores y de mujeres. Ahora comienza a tener mucha actividad el del “público infantil y juvenil”, aquel que se encuentra entre los 5 y 18 años, que esta muy comunicado, que se relaciona en forma personal y virtual, que decide y que “busca productos novedosos y atractivos”.
Veremos que el problema de la obesidad en los jóvenes, relaciona esta tendencia con la de la salud también, lo cual genera un doble desafío de diseño de productos alimenticios. También se plantea la necesidad de comidas rápidas, ya que las altas exigencias laborales de los padres no les permiten elaborar comidas caseras, pero por otro lado, una tendencia de crecimiento lento, pero sin pausa que es la de “slow life” y “slow food”. Muchas ideas y muchas demandas que se cruzan, en esta visión a futuro.
Enfoque en la “salud”
Esta es una de las prioridades de toda empresa alimentaria, “con marcas que marquen” en el mercado. Hay enfoques claros hacia temas específicos como la obesidad, el cuidado de la presión arterial, la diabetes, el corazón, entre muchas otras. Esto da lugar a una mayor presencia de alimentos más sanos como: sales con bajo sodio, productos con menor contenido de grasas saturadas y ácidos trans, alimentos light o de bajas calorías. Hay también un creciente rechazo a todo lo que se relacione con preservantes, aditivos químicos, colorantes, etc. Estudios realizados en los EE.UU., muestran que los alimentos con bajas calorías, ricos en nutrientes y relacionados con frutas y verduras, se pagan más que los dulces y snacks.
Los alimentos probióticos, con su agregado de elementos vivos y sus efectos positivos para la salud, ganan terreno en el mundo y también en el país. Los yogures, postres, golosinas, bebidas, anti-stress, panificados, son una respuesta concreta de la industria agro-alimentaria.
No todos los consumidores son iguales en estas exigencias. Todos concuerdan en poner el eje en la salud, en América nos preocupamos mas por el contenido de grasas y calorías; los chinos e indios se preocupan mas por los aditivos; y así existe en cada país un eje sobre el cual, las tendencias marcan lo importante a diseñar en los nuevos alimentos.
Sellos y certificaciones
Los marcos legales para el ingreso de alimentos, se van haciendo más exigentes en los países desarrollados, que justamente coinciden con los que pueden pagar más por el valor creado. Temas como: higiene y seguridad alimentaria, alimentos sanos, inocuos, naturales y saludables, certificados bajo normas de calidad, son para ellos algo elemental en su demanda. En la Unión Europea, esto se hace más evidente y crea una barrera competitiva en aquellos países que como Polonia, tienen pequeñas granjas con bajos niveles de tecnificación y costos más elevados. Las normas sanitarias se irán difundiendo, y para poder ingresar a mercados más exigentes, se deberá contar con las mismas y pensar en como hacer compatibles los accesos a estas tecnologías para los pequeños productores y empresarios agroalimentarios.
Listos para consumir
El avance de los alimentos procesados y envasados es tan grande en países como EE.UU., que sigue creciendo su demanda y muchos industriales ya llegan directamente a los restaurantes y al mercado minorista. Los más activos son los lácteos, los de panadería y cereales y los alimentos refrigerados. La Argentina, desde una perspectiva de mercado interno, selecciona también mucho los alimentos “procesados y listos para consumir”, basados en su facilidad, rapidez y en que en las ciudades grandes los tiempos destinados a cocinar y preparar se hacen muy cortos.
¿Biocombustibles o alimentos?
Este pasó a ser un tema de debate que no se escapa a las tendencias. Con el alza de los alimentos en el mundo, muchos países se plantean si los combustibles no compiten con los alimentos. Es así que cultivos como la colza, han comenzado a ser de alto interés como alternativa. También se vienen desarrollando nuevos cultivos, no tradicionales, que se están investigando rápidamente para poder ser sembrados. En paralelo, se comenzará a trabajar también en el consumo racional de los combustibles por parte de los usuarios, tendiendo a ser más eficientes en su uso. La tecnología europea por ejemplo, vuelve a ser competitiva frente a los pesados mono-volumen de los norteamericanos; empresas como la FIAT y sus vehículos, ya son vistas como alternativas de bajo consumo, buen diseño y prestaciones adecuadas a esta tendencia.
Solo alimentos
Nos queda un mercado muy grande, que es el de los alimentos simples. Esto surge de analizar que en realidad hoy en el mundo no hay escasez de alimentos, lo que hay es una falta de poder adquisitivo para llegar a acceder a los mismos, por parte de muchas personas. Habrá entonces países y mercados que buscarán una relación costo – beneficio muy fina, en donde lo simple y básico será la clave. Así como hay espacios para la sofisticación, como hemos visto anteriormente, hay un macro mercado de cosas más simples y de calidad.
Este ejercicio de mirar más allá de lo coyuntural, nos deja algunas palabras fuerza que fueron destacadas a lo largo del trabajo y que vale sintetizar a modo de cierre: saludable, sano, natural, orgánico, nuevo, estilos de vida, confiabilidad, ¿qué más?, imagínelo usted también.
Un mensaje para “pensar”: “Los mercados cambian, los gustos cambian, de modo que las empresas y los individuos que eligen competir en esos mercados también deben cambiar” (An Wang).
Por Ricardo D. Bindi - Revista Agromercado