LA ALFALFA Y SUS ENFERMEDADES EN LA PROVINCIA DE ENTRE RÍOS

La Alfalfa y sus enfermedades en la provincia de Entre Ríos

Información preparada por la Ing. Agr. Norma Formento del INTA - EEA Paraná y la estudiante Nanci Verzegnassi de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER. Fotos: Juan Carlos Velazquez del INTA - EEA Paraná.

En la República Argentina, la superficie cultivada con alfalfa supera los 5 millones de hectáreas, según estimaciones de los últimos años, y se producen 15 millones de toneladas de materia seca (MS) con una producción promedio de 6t/MS/ha anualmente. El 50% es destinada a pastoreo directo y el resto como forraje conservado (rollos o fardos de alfalfa pura o consociada). En menor proporción se utiliza el silo y el henolaje empaquetado en polietileno, práctica difundida en el país.

Como consecuencia de la acción de microorganismos patógenos se estiman pérdidas del 25% en la producción de forraje y del 10% en el rendimiento de semillas, lo que ascendería a un valor superior a los 300 millones de dólares por año, sin tener en cuenta la disminución de la calidad forrajera, la reducción de la vida útil de la pradera, la mayor predisposición a factores adversos como los insectos, malezas, estrés hídrico por déficit o exceso, desbalance nutricional, etc.

La alfalfa es una leguminosa afectada por numerosas enfermedades que atacan las hojas, tallos, corona y raíces. Los patógenos foliares provocan en determinadas épocas del año intensas defoliaciones, sin embargo aquellos que atacan corona y raíces definen en forma directa la longevidad o período productivo del alfalfar. Los principales problemas sanitarios son la declinación de las plantas con escaso número de rebrotes, áreas sin plantas con invasión de malezas, principalmente gramón, y corta productividad lo que afecta a los distintos cultivares de alfalfa, especialmente de los grupos 8 y 9 que carecen de reposo invernal. Esto, permite la sobrevivencia de los patógenos a través de todo el ciclo anual de la pradera, lo que se traduce en reinfecciones permanentes con alto impacto de las enfermedades sobre la cantidad y calidad forrajera.

Las enfermedades foliares y del tallo más frecuentes en el período otoño-invernal resultaron ser: la "mancha ocular" (Leptosphaerulina briosiana), "mancha foliar" por Cercospora medicaginis y la "roya" (Uromyces striatus). En porcentajes muy bajos se halló "tallo negro" por C. medicaginis y "antracnosis" (Colletotrichum trifolii y C. dematium).

En la etapa primaveral, adquieren gran importancia enfermedades foliares como el "mildiu" (Peronospora trifoliorum), distintos síntomas producidos por Stemphylium botryosum, la "viruela" (Pseudopeziza medicaginis), "mancha foliar" por Phoma medicaginis var. medicaginis y persisten los ataques de "mancha ocular". Todos los cultivares, especialmente los sin reposo invernal son muy afectados por las enfermedades foliares; el cultivar Cuf 101 resulta el más atacado, manifestando una defoliación muy intensa.

Las infecciones de la corona y raíces se manifiestan primariamente en la parte área con amarillamientos, marchitez y curvado del tallo principal en forma de bastón, procesos que culminan con la muerte de la planta. Los síntomas más comunes son: necrosis pardas, castaño oscuras a negras, enriado y desintegración de tejidos a nivel de la corona. En raíces, lo más frecuente es la coloración amarilla, anaranjada o castaño oscura del área ocupada por los vasos de conducción. El hongo más aislado de los tejidos subterráneos fue Fusarium con numerosas especies como equiseti, moniliforme, oxysporum, solani -forma azul- y graminearum. Otros microorganismos aislados pero en escaso porcentaje fueron: Pythium, Phytophthora y Rhizoctonia.

Un resultado importante fue el aislamiento frecuente a partir de coronas necrosadas, con lesiones en paredes del xilema y marchitamiento del tallo principal en forma de bastón, del hongo Phomopsis spp desde mediados de noviembre. Este microorganismo no ha sido mencionado en la bibliografía nacional revisada hasta el presente; existen citas aisladas en Estados Unidos y Australia. Su determinación en trébol rojo en el Departamento Diamante en 1995 y en años anteriores en los cultivos de girasol y soja permiten suponer una potencialidad patogénica de interés.

Cómo manejar las enfermedades de la alfalfa para disminuir los daños

  • Sembrar alfalfa siempre después de gramíneas; evitar hacerlo después de otra leguminosa o girasol ya que poseen patógenos comunes.

  • Los lotes apropiados para la implantación son aquellos con suelos bien estructurados, no arcillosos, con buen drenaje sin anegamientos temporales, con pH cercano al neutro y un adecuado contenido de P (superior a 12 ppm) y K.

  • Utilización de cultivares resistentes, tolerantes o de comprobado buen comportamiento a las enfermedades predominantes en las campañas anteriores.

  • Usar semilla certificada de calidad comprobada, la que en ciertos casos está recubierta con el inoculante y fungicida curasemillas. Dentro de éstos últimos, es conocida la eficacia de la mezcla metalaxil 35% y thiram 36% (100 g + 600 cc del formulado comercial).

  • Los cortes y pastoreos se deben realizar en el momento óptimo (10% de floración o cuando los rebrotes de la corona miden entre 5 y 7 cm) y en condiciones adecuadas: la cuchilla filosa para realizar cortes netos de los tallos, de rápida cicatrización o "piso" apropiado para evitar el pisoteo destructivo de los animales.

  • Mantener los lotes libres de malezas para el logro de plantas vigorosas y sin competencia.

Las técnicas sugeridas integradas en un manejo racional y aplicadas en la planificación, implantación y cuidado de una pradera serán las responsables de la productividad (cantidad y calidad de forraje) y longevidad de un alfalfar.