
En las últimas semanas, la dinámica económica y geopolítica internacional volvió a estar atravesada por anuncios, contra anuncios, represalias y avanzadas que afectan el pulso del comercio y las finanzas mundiales. Por un lado, la escalada de tensiones entre las dos principales economías del planeta, Estados Unidos y China, amenazan al mundo con una recesión global, al tiempo que se pone en primer plano la fragilidad de los acuerdos multilaterales y la creciente importancia del poder negociador bilateral.
En tanto cerca de la mitad de las importaciones de Estados Unidos son bienes intermedios y de capital, las cadenas de valor globales sintieron con fuerza el llamado Liberation Day, cuando el 2 de abril Trump anuncia elevados aranceles a la mayoría de los países del mundo. Un influjo de enorme incertidumbre trajo caídas marcadas para los precios agrícolas, energéticos y para las bolsas del mundo. Su suspensión, días más tarde, marcó jornadas de alta volatilidad con fuertes subas.
Un modo de tomar real dimensión del nivel de incertidumbre del que estamos hablando es siguiendo el índice que elabora el Banco de la Reserva Federal de St. Louis (FRED, por sus siglas en inglés). Puede observarse en el gráfico adjunto que el Índice de incertidumbre en la política económica de EE. UU. tocó en abril de 2025 un récord de 682,16 puntos, superando el pico de mayo 2020 cuando explotó la pandemia del COVID, y el anterior máximo histórico de septiembre de 2008 cuando la caída de Lehman Brothers se convierte en el ápice de la crisis financiera global.

Ya lo dice el dicho, “cuando Estados Unidos estornuda, el mundo se resfría”. No debe perderse de vista que estamos hablando de la economía más grande del mundo y un núcleo clave del comercio internacional, representando cerca del 10% del comercio mundial en 2023. A su vez, concentra el 20% de la inversión extranjera directa global y alberga a buena parte de las principales multinacionales del planeta.

Parte de la explicación de los aranceles se vincula con el déficit comercial de bienes y servicios que Estados Unidos tiene con el resto del mundo, cercano a los US$ 908.886 millones sólo en 2024. Lo que para un país “pequeño” puede parecer gravísimo, no tiene la misma magnitud para un país que todos los años compensa su déficit de cuenta corriente al emitir la moneda que más se demanda a nivel mundial y los títulos de deuda considerados “libres de riesgo” a nivel internacional, además de disponer de un entramado institucional global constituido con fuerte protagonismo de su moneda. En 2023, el déficit comercial de Estados Unidos se ubicó en 2,9% del PIB, un número alineado con los promedios de la última década.
El lugar que ocupa la Argentina
Argentina fue afectada con el arancel general del 10% sobre todos los productos exportados hacia Norteamérica. Estados Unidos es el segundo socio comercial de la Argentina, representando el 14% de las exportaciones y el 10% de las importaciones en 2024.
Habitualmente Argentina mantiene un déficit en su comercio con Estados Unidos. Entendido de manera inversa, Estados Unidos tiene superávit comercial con Argentina, con un acumulado de más de US$ 32.353 millones en la última década.

Sin embargo, en 2024, por primera vez en 18 años, se verificó el primer superávit comercial de bienes de Argentina con Estados Unidos. Aun así, si ampliamos el análisis para considerar no sólo bienes sino también servicios, el año pasado el resultado neto aún fue un déficit de casi US$ 800 millones. De esta manera, si incluimos el comercio de servicios no tenemos un “déficit que compensar” entre Estados Unidos y la Argentina, en las palabras del presidente estadounidense, pese a lo cual nuestra economía quedó alcanzada por el arancel general del 10% anunciado el 2 de abril.
La posición negociadora de China
Si bien Norteamérica aceptó posponer por 90 días los nuevos aranceles que superen el 10% general, a la espera del avance en las negociaciones bilaterales con los países afectados, China ha quedado exceptuado de este beneficio por lo que aún le rige la alícuota del 145% para sus ventas a Estados Unidos.
Para ponernos en contexto, el comercio entre Estados Unidos y China marcó un notable impulso en las últimas cinco décadas. Desde 1979, año de inicio de relaciones comerciales entre ambas potencias, el comercio bilateral se multiplicó por 275, totalizando US$ 688.000 millones. Más aún, desde la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, el comercio se multiplicó por 8, como bien destaca un informe oficial de la República Popular China.
Tomando datos de fuentes oficiales de Estados Unidos, el país norteamericano es el principal destino de las exportaciones de bienes de China. Al mismo tiempo, China es el tercer destino más importante de exportaciones de Estados Unidos. En ambos casos, cada país es el segundo proveedor más importante de importaciones del otro.
De esta manera, Estados Unidos es destino del 14,7% de las exportaciones chinas y origen del 6,3% de las importaciones chinas. Del otro lado, China es destino del 7% de las exportaciones estadounidenses de bienes y origen del 13,8% de las importaciones de la potencia norteamericana. En términos de servicios, Estados Unidos es el segundo mayor proveedor de servicios de China, mientras que China es el quinto proveedor de importaciones de servicios a Estados Unidos.
La maquinaria y los productos eléctricos son especialmente importantes en el comercio entre ambas potencias. En tanto son bienes intermedios, la imposición de aranceles podría traer fuertes cimbronazos sobre las cadenas globales de valor. No conforme con ello, no debe dejarse de lado que China es el importador de soja más importante del mundo, responsable de más del 60% de las importaciones mundiales en la campaña 2023/24. El comercio de soja representa cerca del 8% de las importaciones chinas desde Estados Unidos.
Finalmente, China es el segundo mayor tenedor de títulos de deuda americana fuera de Estados Unidos, por detrás de Japón, con 760.800 millones de dólares. Ello le confiere un “as bajo la manga” al gigante asiático, toda vez que la amenaza de desprenderse de estos activos puede hacer tambalear el mercado de deuda estadounidense.
Relación bilateral Argentina-China
Los complejos exportadores de soja y carne bovina cumplen un rol fundamental en las exportaciones argentinas a China. Ambos complejos productivos concentran más de la mitad de las exportaciones nacionales hacia gigante asiático. En 2024 China fue el cuarto destino de exportación y segundo proveedor de importaciones más importante de Argentina.
Sin embargo, la relevancia del gigante asiático en la importación de maquinaria e insumos de Argentina explica la presencia de un también sostenido déficit comercial del país con el gigante asiático, el déficit comercial bilateral más abultado del año pasado.
Con este contexto, es importante destacar que la persistencia de esta escalada arancelaria entre potencias podría traer tanto potenciales recortes en la demanda de productos exportados por Argentina, así como desafíos en la provisión de importaciones.
Conclusiones
Más allá de los episodios puntuales de subas o suspensiones arancelarias, lo que se vislumbra es una transformación de fondo en el orden comercial global. Por un lado, Estados Unidos intenta rebalancear su matriz productiva y su rol en el comercio internacional; por el otro, China necesita reafirmar su rol como potencia global. Así, la disputa entre los dos gigantes no solo responde a desequilibrios coyunturales, sino que encarna una pugna más profunda por el liderazgo económico, tecnológico y político del siglo XXI. En este nuevo tablero internacional, las tensiones comerciales son apenas la punta del iceberg de un reordenamiento en curso que, lejos de disiparse, promete seguir marcando el ritmo de los mercados y redefinir las reglas de juego del comercio mundial.
Por Guido D’Angelo – Emilce Terré – Patricia Bergero
Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario