Durante enero, el episodio frío, que se desarrolla en el Pacífico Ecuatorial, atravesará su máximo, alcanzando brevemente el nivel de una “La Niña Débil”, entrando luego en su etapa de disipación.
Aunque débil en sí misma, esta amenaza se ve potenciada por una persistente acción de los Vientos Polares, que se encuentran activados sobre su nivel normal, como lo muestra el extenso enfriamiento del Litoral Pacífico del Cono Sur y del estrecho de Drake, que separa Sudamérica de la Antártida.
Contrariamente a la imagen que suele tenerse, el fenómeno de “La Niña” no mantiene una intensidad uniforme a lo largo de su desarrollo, que usualmente se extiende desde el invierno de un año hasta el otoño del siguiente, sino que va pasando por etapas de distinta intensidad, siendo débil durante el invierno y el inicio de la primavera, activándose a mediados de la primavera, alcanzando su máximo durante el verano, y disipándose durante el otoño.
Las rigurosas condiciones registradas en el invierno de 2024 no se debieron a “La Niña”, que se mantuvo débil, sino a una muy fuerte actividad de los vientos polares, haciendo temer graves daños sobre la evolución de la cosecha fina y malas condiciones para la implantación de la cosecha gruesa.
Al inicio de la primavera 2024, “La Niña” continuó débil, a la vez que los vientos polares retrocedieron hacia el sur, permitiendo una oportuna racha de lluvias que, aunque algo irregular en su distribución e intensidad, alivió oportunamente la situación, haciendo que los cultivos de invierno pudieran formar su rendimiento en condiciones relativamente favorables, y los cultivos estivales pudieran implantarse adecuadamente. La acción residual de los vientos polares hizo que se registraran fríos tardíos de consideración, con eventos de heladas locales y generales que afectaron diferencialmente a muchas zonas, mientras el avance de la circulación tropical provocó calores tempranos, aunque no extremos.
Durante el final de la primavera y los primeros días del Verano “La Niña” comenzó a hacer sentir gradualmente sus efectos, produciendo grandes contrastes, y reactivando los déficits hídricos en gran parte del área agrícola. Paralelamente se produjeron marcadas oscilaciones térmicas, con marcados fríos tardíos, aunque sin riesgo de heladas, y calores tempranos de moderada a alta intensidad, aunque sin alcanzar los niveles extremos que anticipaban muchas fuentes.
Lo que resta del verano apunta a ser menos contrastante, pero conservando perturbaciones. La mayor parte del área agrícola del Cono Sur observará precipitaciones normales (tonos de verde) a superiores a lo normal (tonos de azul), con focos aislados de registros levemente inferiores a la media (tonos de amarillo), pero un extenso foco seco (tonos de amarillo a naranja) podría continuar afectando gran parte de la Región Pampeana, el sur de la Mesopotamia y el oeste del Uruguay. Los calores serán elevados, aunque no extremos, salvo sobre las zonas más secas, donde alcanzarán fuertes marcas.
Se espera que el episodio frío complete su ciclo en forma temprana, disipándose a comienzos del otoño de 2025, pero desafortunadamente, también se espera una reactivación igualmente temprana de la circulación polar, reactivando la sequía en gran parte del área agrícola del Cono Sur, y causando un régimen térmico con grandes oscilaciones, que combinará calores tardíos y fríos tempranos, con riesgo de heladas localizadas y generales.
Como viene sosteniéndose en esta serie de informes, lo expuesto hace evidente que el manejo del sistema productivo debe hacerse con mucho realismo y prudencia, teniendo en cuenta el incremento de los riesgos agroclimáticos que viene observándose temporada a temporada.
Fuente: Bolsa de Cereales de Buenos Aires