Hace varios años ya que los cultivos de invierno han cobrado una relevancia mayor en el esquema agrícola nacional, ya no solo como algo para cargarle media renta, sino como un producto al cual explotarle una ganancia y poder además, cuidar el suelo con rotaciones responsables. Esto se ha visto confirmado con la superficie de trigo, cebada y colza de las últimas campañas.

La zafra 2024 de cultivos de invierno en Uruguay abarcó una superficie total de 742.000 hectáreas, distribuidas principalmente entre los tres antes mencionados, según datos proporcionados por URUPOV mediante el tradicional trabajo de teledetección.

Con 355.000 hectáreas, el trigo sigue siendo el cultivo predominante en invierno. Su origen presenta variaciones: el 58% proviene de semilla etiquetada, un 37% corresponde a uso propio y entre 4% y 5% tiene origen desconocido. Una vez más, el tradicional cultivo que forma parte del ADN de muchos de los agricultores de nuestro país, consolida su preponderancia como principal explotación agrícola de invierno en área y segunda de cultivos de grano a nivel total, tan solo por detrás de la soja

Según el informe de teledetección de URUPOV, la cebada ocupó 262.000 hectáreas, de las cuales un 88% será destinada a la industria maltera, fundamentalmente entre Ambev y Maltería Oriental, mientras que el 12% restante irá para la producción forrajera. El aumento en la demanda de cebada maltera responde al crecimiento del sector cervecero y a contratos directos con la industria, al tiempo que las distintas opciones para la cebada forrajera o de rechazo pusieron un piso al precio, y entregan otra opción para los agricultores.

La colza por su parte, cultivo que hace un par de zafras ostentó el primer lugar en el invierno, descendió por dos años consecutivos ubicándose en 125.000 hectáreas, consolidando su posición como alternativa rentable y eficiente en la rotación de cultivos. Es importante destacar que un 8% de esta superficie corresponde a carinata y camelina, mostrando así su crecimiento. Más del 65% de su área sembrada se concentra en cuatro departamentos: Soriano: 19,7% (24.481 hás). Paysandú: 18,4% (22.849 hás). Río Negro: 16,9% (20.985 hás). Colonia: 10,2% (12.666 hás). El restante 34,8% se distribuye en otros departamentos, destacando la flexibilidad del cultivo para adaptarse a diferentes suelos.

Además, un aspecto clave es la rotación de chacras: un 95,8% del área sembrada de colza corresponde a zonas que no tuvieron el cultivo en la campaña anterior, mientras que solo un 4,2% se repite en chacras consecutivas.

En cuanto a la semilla utilizada, el 95% tiene origen legal, con la siguiente distribución: 59% corresponde a semilla etiquetada, un 15% proviene del uso propio dentro del Sistema de Valor Tecnológico (SVT) y otro 21% es uso propio de variedades públicas.

La precisión en el trabajo de teledetección, con un 98% de exactitud, permite a los productores optimizar la planificación de sus cultivos y el uso eficiente de recursos, entre otros beneficios.