Pues sí que se han complicado las cosas para el agro, ya que la fuerte sequía que sufren estados como Sinaloa, Sonora y Chihuahua, éste último de los pocos que producen maíz amarillo para la Industria en nuestro país, amenaza con solo poder sembrar aproximadamente 35% de la superficie por la falta de humedad, la cual ahora se le suma la sequía de recursos que se le está asignando al campo en el Presupuesto de Egresos del Gobierno Federal en el 2025.
Y es que para el 2025 a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural se le ha asignado un presupuesto menor que el del año pasado en 0.7%, al ubicarse en 73,616.7 millones de pesos. Más grave aún, en el caso del Programa de Fomento a la Agricultura, Ganadería, Pesca y Acuicultura, la propuesta consiste en reducir en 9.6% los recursos asignados, para ubicarlos en 1,600 millones de pesos.
Curioso que se hable de alcanzar la autosuficiencia alimentaria, cuando México está alcanzando niveles récord de importación de maíz amarillo de Estados Unidos y donde ya nos dejaron entrever que es muy probable que se haya perdido la disputa en un panel arbitral sobre la intención de México de prohibir las importaciones de maíz amarillo transgénico.
De haber ganado México el panel, está claro que nos habríamos dado un balazo en el pie, ya que con la sequía que ha prevalecido, lo que se ha traducido en menos producción, aunado a las fuertes bajas en precios que se han llegado a dar por momentos en el mercado internacional, habría sido muy grave haber cerrado la puerta a las importaciones de maíz amarillo que se utiliza como forrajero y para la industria.
Los recortes al presupuesto, aunado a la eliminación de apoyos para la comercialización de granos desde el sexenio pasado, entre una serie de apoyos que se daban al sector agro, más incrementos en los costos de producción y fuertes volatilidades en los precios de los granos en el mercado internacional, han puesto en jaque a los productores de nuestro país.
Hoy los agricultores ya no tienen acceso a programas de coberturas de precios, que antes les permitían asegurar un precio mínimo para la venta de su cosecha desde que estaban sembrando, y que al mismo tiempo le daban certeza a los intermediarios financieros que otorgaban créditos al sector, en la recuperación de los mismos.
Yo siempre dije que la toma de coberturas es inversamente proporcional a la toma de carreteras, y hoy, los agricultores tienen que descuidar sus cultivos para tratar de salir a negociar con el Gobierno Federal un precio de garantía que les permita ser rentables, pero que de caerse el precio en el mercado internacional, el costo de las pérdidas multimillonarias que tendría que asumir el Gobierno con recursos de todos los mexicanos para compensar el diferencial entre el precio de mercado y el de garantía, en el poco probable caso que disponga de los mismos, sería enorme, porque está claro que la cobija es chica y no alcanza para todo.
A lo anterior habría que sumar los problemas de inseguridad que se están viviendo a nivel interno, más los problemas externos como la guerra de Ucrania y Rusia, que ha venido escalando y que genera volatilidad en precios de granos y agroinsumos, como la renegociación del T-MEC en el 2026, donde ya varios gobernadores canadienses se han manifestado por dejar a México fuera del Tratado, lo cual sería un desastre para nuestro país, por decir lo menos.
De hecho, varios analistas pronostican un crecimiento económico menor para México el próximo año y ya alguna agencia calificadora revisó nuestra calificación con perspectiva negativa, lo que puede implicar un mayor costo financiero para la deuda que tiene México.
Sin duda, el panorama externo se ve complicado y el interno también, y todo esto se traducirá en presiones en el tipo de cambio, tasas de interés y por supuesto, en el precio de las mercancías como combustibles y granos, que tendrán repercusiones en el sector agropecuario de nuestro país. Habrá que estar pendientes.