Sin embargo, el mercado laboral formal continúa enfrentando desafíos profundos. A pesar de los logros en la contención inflacionaria, el empleo asalariado registrado ha mostrado una tendencia descendente en el primer semestre, reflejando la complejidad en materia laboral. En este escenario, resulta fundamental analizar la situación laboral en los sectores transables y no transables, ya que sus dinámicas pueden aportar luz sobre las oportunidades y los desafíos específicos de cada uno.
Los sectores transables son aquellos que producen bienes y servicios destinados al mercado externo y, por lo tanto, compiten en el ámbito internacional. Su capacidad de generar divisas los convierte en un pilar y una fuente de ingresos necesaria en un contexto de estabilización. Ejemplos de estos sectores son el agro, la minería e industria manufacturera, los cuales representan el 27% del empleo privado registrado.
Sin embargo, los sectores transables también enfrentan el desafío de adaptarse a la demanda global y mejorar su competitividad. La cual no solo depende de factores internos, como la estabilidad económica y los costos de producción, sino también de las condiciones en el mercado internacional. En este sentido, el tipo de cambio juega un rol clave: un tipo de cambio competitivo puede favorecer las exportaciones, pero su estabilidad es igualmente crucial para evitar impactos negativos en los costos de insumos y salarios.
Por otro lado, los sectores no transables son aquellos que producen bienes y servicios consumidos exclusivamente en el mercado interno, como el comercio, la construcción, la educación y los servicios de salud. Su importancia radica en su capacidad para generar empleo y brindar servicios esenciales. El tipo de cambio influye indirectamente en estos sectores, ya que, aunque no exportan, dependen de los niveles de consumo interno, los cuales pueden verse afectados por la inflación y el poder adquisitivo de los salarios. Un tipo de cambio estable y una inflación controlada benefician a los sectores no transables al permitir que los ingresos de los hogares se destinen al consumo de bienes y servicios locales, generando así un círculo virtuoso en la economía doméstica.
El análisis interanual evidencia un panorama de contrastes: entre los sectores transables, la minería registra un incremento del 2,5% en los puestos de trabajo, impulsada por la demanda global de recursos y las inversiones estratégicas en el sector. El sector agro, la ganadería y la pesca también muestran un crecimiento (1%).
Algunos sectores orientados al consumo interno y a servicios básicos, como electricidad, gas y agua, así como el comercio, mantienen una estabilidad moderada con crecimientos menores (0,6% y 0,3%, respectivamente). Estos sectores siguen siendo fundamentales, aunque no están experimentando el mismo dinamismo que los sectores más vinculados a las exportaciones.
Sin embargo, algunos sectores enfrentan dificultades profundas: el empleo formal en la construcción, por ejemplo, se desplomó un 20,7%, explicando un 55% de la disminución total de empleo formal en el sector privado durante el último año. En conjunto con la industria y los servicios inmobiliarios, estos sectores representan el 86% de la pérdida neta de empleo asalariado. Este comportamiento revela la vulnerabilidad de los sectores intensivos en mano de obra ante las fluctuaciones económicas, especialmente en un entorno de menor inversión en infraestructura y consumo restringido.
En conjunto, estos datos subrayan un mercado laboral segmentado y sensible a los vaivenes macroeconómicos. Los sectores orientados al mercado internacional se presentan como los más robustos y con mayor potencial de crecimiento en un contexto de estabilidad inflacionaria, mientras que los sectores no transables, íntimamente ligados al consumo interno, reflejan los desafíos de una economía que aún busca consolidar una recuperación sostenible.
La dinámica del empleo resalta la importancia de una agenda de políticas públicas que no solo mantenga la estabilidad macroeconómica, sino que promueva oportunidades de crecimiento para todos los sectores. En este sentido, si bien la reforma laboral ha sido un avance positivo, su alcance ha sido parcial y no logra abordar por completo los desafíos estructurales de cada sector. Para consolidar una recuperación sostenida del empleo, resulta fundamental avanzar en reformas adicionales que contemplen las particularidades del mercado interno y las exigencias de los sectores exportadores, generando así las condiciones necesarias para un crecimiento duradero.
Por Laura Caullo -Investigadora responsable Área de Empleo y Política Social
Fuente: Novedadeseconomicas.ieral.org