Como en otras industrias y sectores, la piratería también se da en el ramo de las semillas. Las llamadas “semillas piratas” son una realidad y tiene diferentes modalidades. Bolsas de productos originales que son rellenados con semillas de dudosa procedencia y que en muchas ocasiones sólo se pintan; marcas donde se cambian los nombres con una fonética similar y que en ocasiones puede confundir a los agricultores adquiriendo productos engañosos; robo de la semilla original que es sustraída de las bodegas o camiones para después ser vendido al mercado negro de manera desleal; semillas producidas con muy bajos estándares de calidad que sólo germinan en un 30%, dejando una pérdida para el productor o que terminan en plagas. Estos son algunos ejemplos, pero todas confluyen en una generalidad, y es que el producto ofrecido no cumple con las reglas.

Las normas y estándares bajo las que se producen las semillas mejoradas tienen que asegurar su calidad genética, fisiológica, física y fitosanitaria, si no se cumplen, pueden representar un riesgo para el agricultor, pero también para el consumidor, que se enfrentará a productos de baja calidad en el mejor de los casos.

Ley insuficiente vs. piratería

En México tenemos una Ley de Variedades Vegetales que regula la propiedad intelectual, también existe la Ley de Producción, Certificación y Comercio de Semillas que aplica la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) y que tiene especificaciones para actuar ante prácticas ilegales. “En números gruesos, el mercado de semillas en México está valuado en 1,700 millones de dólares, de esta cantidad se calcula que alrededor del 10% queda en manos de la piratería”, es decir 170 millones de dólares, comparte Mario Puente, director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Semilleros, A.C. (AMSAC).

“Desafortunadamente las disposiciones que se encuentran en esta Ley son meramente de tipo administrativo”, es decir, no son penales, “se castigan con sanciones económicas y a veces estas son sanciones irrisorias respecto a lo que puedan estar ganando a través de ese mercado ilegal, por lo que no se desincentivan este tipo de prácticas”. Además la Secretaría de Agricultura no cuenta con los recursos ni los medios y personal suficiente para hacer vigilancia en el campo.

En México, la piratería de semillas ocurre principalmente en maíz, chile, cebolla, jitomate; pero también se ha visto muy marcado en el mercado de flores y plantas ornamentales, “un sector lleno de piratería en el que se han presentado muchas denuncias, pero la actuación ha sido insuficiente. Nosotros estamos trabajando con la Secretaría de Agricultura para en conjunto sumar acciones que ayuden a identificar los casos y se pueda actuar de manera rápida y oportuna, pues (los delincuentes) se mueven rápido”.

Lo que se está haciendo también es mucho trabajo de concientización con los agricultores, explica el representante de AMSAC. “Ellos son las víctimas directas de este tipo de delincuencia, para que ellos puedan identificar cuándo pueden estar en riesgo, hablamos de las características de la semilla, de calidad, de cuándo deben dudar del origen de una semilla, a dónde deben recurrir si recibieron ofertas o propuestas a costos mucho más bajos que el mercado, pero por otro lado, recomendando centros autorizados con esquemas de producción y comercialización. Esto es importante porque así ellos mismos pueden exigir que la tecnología, desarrollo y la calidad, sean las indicadas”.

También nosotros como consumidores podemos identificar las malas prácticas al recibir productos de baja calidad y podemos denunciarlo. “El consumidor puede notar los cambios en el producto final porque es una cadena que recae en todos los hogares, es importante que nos involucremos y también levantemos la voz, pues desafortunadamente es un problema que prevalece en el tiempo y ahora con nuevas modalidades, por ejemplo, en el comercio electrónico”.

¿Cómo reconocer productos de calidad?

El SNICS es el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas, de la Sader, que se encarga de verificar que las empresas y personas que produzcan semilla cumplan con los estándares de la Ley, las guías técnicas y normas que establecen las especificaciones sobre la calidad de cada una de las semillas, pues cada especie tiene requerimientos propios. El SNICS otorga la certificación a través de etiquetas que se entregan a las empresas para que puedan llevar ese producto al mercado; pero también la propia empresa tiene sus certificaciones, “porque finalmente esto es un negocio y quien vende y quiere perdurar, quiere un producto de calidad si no, quedará fuera del mercado. La idea es ofrecer mejores características en el producto”, dice Mario Puente.

A propósito de ello, este 10 y 11 de octubre la Asociación Mexicana de Semilleros, A.C. se reunirá en la ciudad de Guadalajara, Jalisco en la Convención Anual de Semillas 2024. La idea es juntar a las empresas que se dedican a la producción y comercialización de semillas mejoradas para siembra en México a fin de discutir temas de vanguardia de esta industria. “Estamos muy contentos porque al parecer será la convención con mayor participación en los últimos años, hemos construido una muy buena agenda que involucra políticas públicas, ciencia y tecnología”.

“Queremos echar a andar la relación con el nuevo gobierno para que los temas de nuestra agenda, que también tienen que ver con asuntos legislativos, normativos, fitosanitarios, de investigación, técnicos, etcétera, se empiecen a trabajar en conjunto y podamos incrementar la soberanía alimentaria”, concluye el director de la AMSAC.

Formas de piratería de semillas

Venta de grano pintado, simulando ser semilla.

Uso ilegal de marcas registradas.

Falsificación de etiquetas.

Rellenado de envases originales con semillas piratas.

Venta de semillas que no han sido producidas bajo procesos que aseguren su calidad.

Venta de semillas de calidad robadas, mezcladas con semillas de baja calidad o con granos.