De acuerdo a informes de organismos de las Naciones Unidas, un 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático se producen por el uso de carbón o combustibles fósiles como fuente de energía. Es por esto que en muchos países existe un interés por virar la matriz energética hacia el uso de energías limpias y renovables.

Una de las opciones que está teniendo una alta demanda de inversión es la producción del “hidrógeno verde”, que puede combinarse con anhídrido carbónico de origen biológico para producir metanol que, a su vez, sirve para producir combustibles para automovilismo y aviación, fertilizantes, alcoholes, plásticos o aceros.

Para la producción de hidrógeno verde se necesita de energía, razón por la cual las inversiones incluyen la creación de complejos eólicos o fotovoltaicos para que la producción tenga más sustentabilidad y no dependan del suministro de energía eléctrica.

Pero lo más polémico es que también necesitan de grandes cantidades de agua, ya que se produce a partir de la separación de la electrólisis de la molécula de H2O. Esto generalmente alerta a las comunidades en los lugares donde se realizan las inversiones, ya que se debe asegurar de que los proyectos no afecten o alteren los suministros de agua, tanto potable como natural.

Uruguay y el hidrógeno verde

Uruguay intenta aprovechar las inversiones en Hidrógeno Verde y ya tiene aprobados un proyecto de la empresa alemana Enertrag para instalar una fábrica en Tacuarembó y otro de HIF Global para hacer lo propio en Paysandú. También fue noticia el proyecto en Tambores por la respuesta negativa que obtuvo de la comunidad local.

Según proyecciones del ministerio de Industria, Energía y minería (MIEM), el país planea recaudar para el 2040 el 2% de su PIB en exportaciones de hidrógeno verde, creando 35.000 puestos de trabajo en el proceso. Para esto, planea llegar a una recaudación de 2.100 millones produciendo al menos 70.000 toneladas de metanol al año.

El propio MIEM calcula que la cantidad de agua necesaria para la producción de hidrógeno se encuentra entre los 18 y los 25 litros por kilo. El Observatorio de la Universidad Católica estimó que se necesitan 45 litros para producir un kilogramo de hidrógeno. La empresa Belasay S.A. en su informe del proyecto Tamborcito plantea la utilización de entre 500 mil y 700 mil litros de agua por día.

El problema es que Uruguay ya se encuentra en medio de una crisis hídrica, que el año pasado afectó a 1,7 millones de personas por el deterioro del agua corriente que debió aumentar sus niveles de sodio.

Sumado a esto, está que el agua requerida para la producción de hidrógeno verde debe ser pura, y esto agrega un costo para su depuración si se utiliza agua salada o dulce de vertiente. Para esto, Uruguay parece haber encontrado una solución que podría afectar los recursos hídricos de toda la región: el acuífero guaraní.

El agua del acuífero

El Acuífero Guaraní es uno de los reservorios de agua subterránea más grandes del mundo, ocupando un área de aproximadamente 1.200.000 km² al sureste de América del Sur, se extiende por debajo de la superficie de parte de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

Se trata de un conjunto de rocas arenosas por debajo del nivel del terreno, de entre 50 y 1.500 metros de espesor, que se formaron hace 245 a 144 millones de años en los períodos Triásico, Jurásico y Cretácico inferior. Se calcula que alberga aproximadamente 30.000 kilómetros cúbicos de agua dulce, lo que lo convierte en la tercera reserva de agua dulce más grande del mundo.

No se trata de una reserva estática, sino que está conectada con las vertientes de toda la región a través del ciclo del agua. Los ríos más importantes de la mesopotamia, como el Uruguay o el Paraná, se alimentan tanto por las lluvias como desde las napas subterráneas.
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El acuífero es una reserva de agua compartida entre Uruguay, Argentina, Paraguay y Brasil.

Por ello, existen dos problemas importantes a la hora de explotar el acuífero. El primero es que su renovación es muy lenta, a razón de miles de años, al punto de que muchos expertos afirman que no debería considerarse un recurso renovable como lo sería un río en la superficie.

El segundo es que, al estar conectado con las cuencas y ríos de la región, su explotación en un lugar tiene un impacto en los recursos hídricos de los cuatro países. Si no se utilizan medidas adecuadas de protección ambiental, la contaminación del acuífero podrían afectar también a Argentina, Brasil y Paraguay.

La aprobación de Uruguay de utilizar agua del acuífero guaraní para la producción del hidrógeno verde pondría presión en la disponibilidad de agua para otros usos como consumo humano, agricultura e industria. Esto podría traer además conflictos diplomáticos si no se trabaja en conjunto entre los países del Mercosur la coordinación y acuerdos de criterios para el uso del acuífero.

Fuente: Nea Hoy