Los sistemas mixtos, que combinan la producción de leche con la de carne y la agricultura, se han convertido en una alternativa confiable dentro de la producción agropecuaria en los últimos años.
Los modelos, cada vez más crecientes en las cuencas lecheras de Córdoba y de Santa Fe, permiten diversificar los riesgos y compensar, como un negocio integrador, los baches productivos o económicos que tengan algunos de sus eslabones.
En la última década, las empresas de la región Crea Santa Fe Centro, por ejemplo, que integran agricultura con tambo no registraron en ninguna campaña resultado por producción negativo y se destacaron, respecto de las otras, en la rentabilidad promedio lograda.
Así lo indicó Daniel Lovino, integrante de la Mesa de Asesores Crea Región Santa Fe Centro, durante una conferencia sobre “Empresas todo terreno 4×4”, realizada días atrás durante una jornada de actualización técnica (JAT) sobre sistemas integrados de producción organizada por la región Crea Córdoba Norte, en Sacanta.
El 55% de las empresas que integran la región santafesina de Crea son agrícolas y lecheras, mientras que otro 10% son exclusivamente tamberas. En lo que respecta a la tenencia de la tierra, el 56% de la superficie productiva es arrendada con un promedio por unidad de 1.165 hectáreas, sostuvo el asesor.
El técnico Crea destacó que la integración de actividades es condición necesaria, pero no suficiente para promover la conformación de empresas sólidas que estén preparadas para afrontar dificultades.
Al respecto, señaló que las empresas “todo terreno” suelen caracterizarse por contar con un alto nivel de organización en lo que hace a la definición de objetivos –los cuales son construidos en conjunto y revisados periódicamente– y unidades de gobierno bien establecidas y funcionales con roles de accionistas, directores y gerentes determinados de manera adecuada.
“También suelen realizar planeamiento estratégico con un diseño de portfolio de producciones acorde con la visión y el perfil de riesgo que están dispuestos a asumir los accionistas, además de contar con una gestión comercial y financiera profesional de los recursos que se encuentra en línea con una planificación impositiva ordenada”, explicó Lovino.
Otro aspecto común de las empresas “todo terreno” es que cuentan con un equipo de trabajo capacitado, motivado y entrenado (“que sepa, quiera y pueda”) y tienen una gestión adecuada de la información que les permite tomar decisiones con agilidad en caso de detectar un desvío respecto del plan de trabajo trazado.
Esas características hacen proclives a las empresas a tener una gran capacidad de resiliencia para poder sortear situaciones de crisis, ya sea ambientales, productivas o macroeconómicas.
La lechería como bandera del modelo mixto
Cristian Chiavassa y Nicolás Fissore integran empresas familiares que desde la lechería lograron construir un sistema de producción diversificado.
En el establecimiento Don Alfredo, en Marull (departamento San Justo), Fissore reúne a la producción de leche en sinergia con la agricultura y la producción de carne.
Sobre una superficie de 1.200 hectáreas, parte alquilada, la empresa familiar tiene un tambo free stall con 650 vacas, combinado con la agricultura, en una torta que tiene 35% de soja y el resto maíz y sorgo, y el engorde intensivo de terneros.
“Buscamos hacer cada vez más eficiente la producción de leche, que es la que aporta los mayores ingresos, complementado con la agricultura”, sostuvo Fissore, quien destacó que el feedlot es un negocio de capitalización, de acuerdo con el año y la época.
El Grupo Chiavassa, ubicado en la localidad santafesina de Carlos Pellegrini, en el centro-oeste de la provincia en el departamento San Martín, también tiene a la lechería como principal negocio, pero relacionada con la agricultura y la producción de carne, en este caso porcina.
Pioneros en el país en la instalación del primer tambo rotativo (calesita) en 2010, la empresa familiar santafesina tiene 100 años produciendo leche (hay registros de producción de 1924) y no ha parado de intensificar su modelo, siempre perforando techos de producción.
El salto en la diversificación lo dio el año pasado, cuando inauguró instalaciones para el engorde de 50 mil capones por año, asociado con la granja Isowean, ubicada en Monte Buey. “Ingresan los lechones con 7 kilos y nosotros los llevamos a la categoría capón con 130 kilos”, precisó Cristian Chiavassa, gerente de la empresa.
La producción de carne de cerdo permite multiplicar hasta por cuatro la facturación que aportan los lotes de soja y de maíz, que la empresa destina a la alimentación de los lechones.
“Hay que crecer en escala, solo o de manera asociativa”, recomienda el productor, que no le quita los ojos de encima a la lechería, a la que considera que hay que seguir profesionalizando.
Coyuntura 2024 de la producción de leche
Mientras tanto, la lechería, como actividad autónoma sigue lidiando con el clima y los costos.
En marzo pasado, la producción nacional de leche cayó 3,9% respecto a febrero, una magnitud que si bien freno el rango promedio de caída acumulada en el año (10%) representa una merma de 14,4% respecto a marzo de 2023. En el primer trimestre del año, el volumen total de leche es 14,9% inferior al período enero-marzo del año pasado.
En febrero, la variación interanual había mostrado una disminución del 15%, la mayor del último lustro, como consecuencia de la ola de calor de finales de enero y costos impactados por la devaluación e inflación.
En cuanto a la proyección que realizan para los próximos cuatro meses –marzo a junio–, los productores lecheros nucleados en el movimiento Crea pronostican un descenso del 14% en la producción respecto a igual período de 2023.
En ese escenario, y a pesar de la tendencia nacional, las expectativas de producción de las empresas Crea para los próximos cuatro meses son positivas. No obstante, el crecimiento esperado es el menor de la serie. Para mejorar los niveles productivos y diluir costos, los productores sostienen que deberán realizar ajustes en la composición de las dietas.
A los valores de marzo, había mejorado el poder de compra de la leche. Sin embargo, se ubica por debajo del promedio de los últimos cinco años.
En los tambos Crea hay un indicador que los empresarios siguen de cerca. Es el precio de indiferencia (PI) de la alimentación, que representa el valor de la leche que iguala a los costos de suplementación.
En marzo, su valor era de $ 75 por litro para los sistemas pastoriles y de $ 128 para los modelos de producción en confinamiento.
Los sistemas encerrados, de mayor producción de leche, se distinguen por menor precio por litro de leche promedio y un PI más elevado, atribuido a los mayores costos de suplementación. Por su parte, los sistemas pastoriles, con menores requerimientos de suplementación, muestran el PI más bajo, en concordancia con su menor producción de leche.
“El índice de precios (IP) e índice de costos (IC), muestran una mejora en la relación (IP/IC), por encima del promedio de los últimos cinco años, dada las actualizaciones de precio de la leche y las disminuciones en los costos de alimentación. De esta forma, podría esperarse que los empresarios analicen cambios en la composición de las dietas”, observan desde Crea.
Fuente: Edairy News