En el árido paisaje zapalino, la Cooperativa Agropecuaria de Pequeños Productores de la zona centro de Neuquén tiene un “terreno fértil” en el que funcionan oficinas administrativas, un albergue, un galpón de acopio, salas de reuniones y una mini mills para procesamiento de fibra.
Es fértil porque periódicamente más de 300 familias productoras de toda la zona confluyen allí para discutir y tomar decisiones en conjunto. Y todos los años, en abril, el predio abre sus puertas a los vendedores, visitantes y compradores en la Feria Integral de la Producción. Este año tendrá su 14° edición y es una convocatoria a la que asisten pares de toda la provincia.
A lo largo de los años, los productores fueron adquiriendo experiencia en buenas prácticas productivas, clasificación, esquila y mejoramiento genético. Además, contaron y cuentan con asistencia técnica y capacitaciones que les han ido permitiendo incorporar herramientas para el fortalecimiento organizacional y la comercialización.
Reconocidos a nivel nacional e internacional con su trabajo, la conformación de esta organización se fue dando en diferentes estadíos.
Un poco de historia
“En principio se formaron organizaciones de productores, con los fines específicos de comercializar la fibra caprina, por eso nacen la Asociación de Criadores de Cabra Angora (ACCAN), la Asociación de Crianceros Unidos (ACU), y la Cooperativa QUIÑE RAQUI ZUAM, como las principales. Luego se fueron sumando más organizaciones y ello originó que se buscara una forma de nuclear a todas estas, teniendo en cuenta que esto había despertado el interés de muchos pequeños productores”, cuenta Mario Forman, tesorero de la cooperativa, a +P.
Forman recuerda que “se comenzó a vender bien, o mucho mejor que en el mercado local y se fueron sumando organizaciones, asociaciones de fomento rural (conocidas como AFR) y comunidades originarias”.
“Luego de muchas reuniones, acopios, suma de productores, se decidió armar la cooperativa, para lo cual había que buscar lugar físico para trabajar con los acopios de fibra Mohair, ya que se comenzaba a sumar la fibra ovina también para ser comercializada.
Las primeras facturaciones de venta estuvieron a cargo de ACCAN (por estar en orden contable), pero esto traía aparejado un gasto importante a esta asociación”, recordó.
“El principio de la cooperativa”
“Todo este trabajo, en principio se inició en la EMETA, la Escuela Agrotécnica de Aluminé, si no me equivoco, ahí se hicieron los primeros acopios de fibra caprina. Luego, y una vez que se suman las organizaciones, se da inicio a los acopios en un galpón del ferrocarril, sobre las vías férreas y la Avenida San Martín, en Zapala (donde actualmente funciona el Museo Marta Such). Desde ese lugar se logró exportar fibra a Sudáfrica”, repasa.
Los envíos de la fibra también fueron pasando por distintas experiencias, que Mario enumera. “Primero fue en camión y la carga quedó muy mal tratada, el segundo envío fue en un contenedor, que al día de hoy lo recuerdo, ya que nos costó mucho poder acomodar los fardos de más de 200 kilos en su mayoría. El tercer envío de exportación, ya fue más simple, fardos a medida, containers de otras dimensiones. Esto fue el inicio de esta cooperativa”, afirma.
Con el recuerdo, le llegan nombres que mucho tienen que ver con la historia de esta organización. “Acá debo destacar el trabajo incansable de Amalia Sapag, quien desde su trabajo en INTA por aquellos años, nos acompañó, apuntaló e instó a la creación de la cooperativa. Junto a Juan Sapag, Alberto Gómez, Fabian Zuñiga, Ovidio Meriño, Oscar Mardones, Fabián Espinoza, Oscar Figueroa y varios productores más, trabajaron para darle forma junto a Martín Berraondo, con el estudio de Jorge Curcio de Neuquén”, expresó.
Con esa conformación vino luego la tarea de lograr un espacio físico. “Hubo que hacer gestiones con el municipio de Zapala, y se trabajó con el Intendente de aquel entonces, Raúl Podestá, y con autoridades a nivel provincial y nacional para establecer un lugar donde centralizar, acondicionar y poder comercializar luego la fibra mohair”, recuerda.
Paso Aguerre, una fuerte intervención
“Uf! es tan largo de contar, son muchos años de mucha actividad”, exclama Alberto Gómez, ex presidente de la Comisión de Fomento de Paso Aguerre. “Nosotros en el año 97, principios del 98 nos sumamos desde Paso Aguerre por lo menos, porque ya venían productores trabajando con el INTA; entiendo que también con algún programa que había desde provincia”, agrega.
“Empezaron tres organizaciones a trabajar juntos el tema de genética y el comercial; y a partir de eso se fueron sumando organizaciones. Cada año en el que había para vender, para comercializar, el limitante era el tema de la facturación. Nosotros lo pudimos hacer en su momento con ACCAN hasta el 2005 más o menos, pero porque estábamos facturando producciones con otros socios. Se fue haciendo complejo sacar dinero de la cuenta de ACCAN. Por esos años empezamos a trabajar el acopio de lana ovina. Ahí era más facturación, un monto más importante, más pago al contador y se iba mucho”, detalla.
“En esos años habíamos armado unos proyectos de cobertizos y también la lana era algo que no le encontrábamos el precio que nosotros creíamos, por eso empezamos a hacer PROLANA (año 2003-2004). Entonces, se iba sumando volumen de producción y mejor valor; la facturación empezaba a ser importante y seguían sumándose grupos, de las comunidades que tampoco tenían para facturar”, agrega.
Los primeros pasos
Y sigue: “Con esa suma se fue haciendo insostenible, ACCAN fue marcando un rumbo con buscar la forma de ir resolviendo. De ahí salió el primer pensamiento de armar la cooperativa, creo que fue en 2008. Esos años pudimos hacer la primera exportación también con esa organización”, recuerda.
Alberto destaca a esta organización por “la manera de organizarnos para que todos tuvieran participación y a su vez responsabilidad. Luego comenzó una búsqueda de programas de Nación porque la relación con la provincia no estaba de lo mejor y tuvimos a un coordinador del programa Mohair que venía de INTA Bariloche, Jorge Arrigo. El metió mucho para que los productores sean partícipes de cada decisión, de cada avance. También buscó financiamiento de afuera, de Italia si no recuerdo mal, incluso para las tres provincias que éramos en ese momento”, asegura.
“En esos años había mucho debate para tomar después decisiones. Eran reuniones largas e intensas. Además, Jorge hizo mucha fuerza para que los productores estuvieran sentados en ese lugar de decisión, tanto del programa Mohair como del PROLANA. Una figura importante en esto fue Amalia Sapag, y Juan Sapag que ha sido visionario en cuestiones de organización, comerciales, y en esto de pensar que se podía exportar porque afuera la fibra tenía otro valor; la familia Mena de Chacaico y la familia Painemilla de Villa Puente Picún, también.
“Se habían hecho experiencias de haber mandado a lavar la fibra a Trelew con todo lo que eso implica: mandar, conocer el resultado, pagar los costos… Eso formó a muchos productores que fuimos entendiendo como era un poco todo. Hay una capacitación importante en las organizaciones que después traccionaron para la cooperativa”, reflexiona Alberto.
“Con la cooperativa ya formada, se jugó fuerte para la sequía de 2010, incluso la ceniza y las emergencias de esos años porque fue la que recibió los fondos de Nación y de provincia porque no había más organizaciones que estuvieran en condiciones de poder administrar y recibirlos”, destaca.
Proyecto de los mini mills
Neuquén está en el podio de la producción de cabras y primera en producción de fibra Mohair de calidad del país, ocupa el tercer lugar. En este contexto, no extraña que, en 2015, se iniciara la construcción de una planta de procesamiento de fibra (Mini Mills) en el predio de la cooperativa.
La planta formaba parte del proyecto “Mejora de la cadena de valor textil de la Cooperativa Agropecuaria de Comercialización de Pequeños productores de la Zona Centro de Neuquén” y las organizaciones que integraban el Programa Mohair estarían a cargo de la gestión de la misma.
La Cooperativa fue co-gestora y administradora, junto a la provincia, de la ejecución de la obra. Se estimaba por aquel entonces que los productos y subproductos del procesamiento podían obtener valores superiores al 300% respecto a la fibra sin procesar, lo que daba cuenta del potencial del emprendimiento en la mejora de los ingresos.
La planta cuenta con una superficie de 1.250 metros cuadrados y allí se construyeron: un galpón para clasificación de fibras y acopio, una sala de procesamiento, una sala de reuniones y capacitaciones, un espacio para stockeo de la producción terminada y un albergue para alojar a los productores.
Allí además del acopio, comenzó el lavado, secado e hilado en las maquinarias mini mills, compradas en Canadá, pudiéndose procesar hasta 10 mil kilos de fibra por año. También se constituyó como un espacio de encuentro y capacitación para los productores. Además de esta obra, el proyecto contempló la adquisición de un camión equipado con caja, un auto elevador, balanza, prensa, equipos de computación para la administración, mobiliario y todo el equipamiento necesario.
También se brindó asistencia técnica a la cooperativa en aspectos productivos y de fortalecimiento organizacional, y un técnico de la empresa canadiense Belfast Mini Mills LTD., donde fueron compradas las maquinarias, capacitó a productores en el uso de las máquinas. Otro de los componentes del proyecto fue la administración de un fondo rotatorio que permitió contar con un pre financiamiento del acopio y clasificación del mohair.
Como decíamos al comienzo, el árido paisaje zapalino puede ser tierra fértil y la historia de la historia de la Cooperativa Agropecuaria de Pequeños Productores de la zona centro de Neuquén es un ejemplo.
Fuente: Masp Imneuquen