TOTALES SOBRADOS A GRAN ESCALA
Cuando hacemos el análisis de los desvíos pluviales al cierre de una estación, siempre mencionamos que el mismo, en primer lugar, es un resumen meteorológico, el cual no necesariamente se condice con el impacto agronómico. Cuando transitamos estaciones bajo la influencia de indicadores tan fuertes como el ENSO, es esperable encontrar, en un periodo largo, la correspondiente señal que anticipa la estadística, ya sea esta positiva o negativa (Niño/Niña). Mientras el análisis meteorológico estacional, tienden a validarse, la distribución temporal de los eventos pluviales muchas veces no resulta tan favorable en términos agronómicos. El verano de esta campaña, es un ejemplo muy claro de ello.
Los tres meses que se resumen en este mapa, presentan un predominio de lluvias por encima de los valores normales a gran escala, con una excepción importante en la zona central de la cuenca del Salado y también otra notoria en el oeste del NEA, que posiblemente sea la zona que más sorprende por la falta de lluvias bajo un escenario Niño, algo que es más esperable para el NOA. Esta señal negativa si se evidencia con más claridad hacia el sur del NOA y en áreas del noroeste de CB.
Dentro de la franja agrícola principal, la temporada de verano también presento una fuerte división. La sobreabundancia de precipitaciones más notoria se concentró en los primeros cuarenta y cinco días del verano, con registros record de lluvia en el noreste de SF y las vecindades del sudoeste de Corrientes, donde las inundaciones causaron graves daños y cambiaron las fechas de siembra, incluso de cultivos.
Desde mediados de enero, las lluvias desaparecieron a gran escala, debido a un fuerte bloqueo en la circulación de escala regional. Los eventos pluviales se volvieron muy dispersos y sectorizados, lo cual coincidió con dos semanas dominadas por una ola de calor, no extrema en cuanto a registros, pero sí muy persistente. La convergencia de la falta de lluvias y las altas temperaturas, tuvo un impacto agronómico negativo, el cual no es reconocible en un mapa de anomalía de lluvias. Las lluvias comenzaron a normalizarse de sur a norte con el avance de la segunda semana de febrero, lo cual termina por configurar un mapa donde también resaltan las abundantes lluvias en el sur de la región pampeana.
Claramente los salteos pluviales en el centro de la cuenca del Salado, son difíciles de encuadrar dentro del comportamiento de gran escala más abundante que fue predominante. Esta zona en particular, durante todo el verano se vio mucho más restringida en la oferta de agua, dependiendo mucho del oportunismo con que fueron apareciendo estas lluvias más modestas. Dentro de la zona núcleo, posiblemente se una de las áreas más perjudicadas en este sentido.
Tengamos en cuenta que el análisis que estamos presentando no se está contemplando lo que ha venido lloviendo en el mes de marzo. Una vez que se rompió el bloqueo de la circulación regional conforme avanzo el mes de febrero, las lluvias volvieron a parecerse a las de la primera parte del verano. La diferencia estuvo en el corrimiento de los máximos pluviales. Los mismos quedaron mucho más corridos hacia la Mesopotamia, el sur de SF y el este de la provincia de BA, dejando por lo pronto deficiencias pluviales sobre el oeste.
Esto último, es un factor que ya comienza a generar diferencias para lo que viene.
Por lo pronto, las áreas del oeste donde no hubo excesos pluviales, tendrán ventajas para avanzar con menos restricciones en la cosecha, pero necesariamente deben mejorar las lluvias en abril para poder encarar el inicio de la próxima campaña con perfiles que cuenten con reservas para el invierno, mucho más si se va confirmando el escenario Niña para la próxima primavera.