Una de las principales actividades productivas del Valle, que se encuentra ubicado en el Partido de Villarino, es el cultivo de cebolla, destinado tanto para el mercado interno como para exportación, cuyo destino principal es Brasil. Y un gran porcentaje del descolado de la cebolla (extracción de las hojas y las raíces de la planta una vez que está seca) se hace manualmente.
“Una parte se hace mecánica, pero la calidad del trabajo manual es muy alta, que es lo que demanda sobre todo la cebolla de exportación”, sostuvo Juan Pablo D’amico, del INTA Hilario Ascasubi. Por su parte, Luis Mamani, productor bonaerense, mencionó las dificultades de la labor manual: “La tarea de descole se hace arrodillado durante tres o cinco horas. El embolsado se hace agachado y por lo tanto trabaja mucho la cintura”, además, D’amico hizo hincapié en la eficacia del trabajo manual: “Sale con mejor calidad que con la descoladora”.
En este sentido, Marisol Subia, descoladora de Juan A. Pradere, del Partido de Patagones, sentenció que “con la mano de obra uno se expone a dolores de cabeza, dolores de espalda, de cervical, de las manos y las rodillas”. A su vez, hizo referencia también a la influencia de las condiciones climáticas en las que se suele realizar este tipo de tareas, en donde los productores se exponen a “mucha humedad en pleno frío; cuando vas descolando todo, abajo está la tierra húmeda y al estar arrodillada llego a casa con dolores de rodilla”. Asimismo, ocurre algo similar en los días soleados: “La insolación que genera dolor de cabeza y mucha gente termina en el hospital internado”.
Para el Director del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (CIPAF), Diego Ramillo, “el trabajo de descolado es muy duro”. Además, al referirse a este tipo de tareas, sostuvo que se trata de “un cuello de botella donde cada vez cuesta más conseguir cosecheros, a quienes tenemos que garantizarles un buen pago y que tengan los medios ergonométricos de calidad”.