Previo al abordaje bioeconómico del proyecto de "Ley Ómnibus" (como se lo menciona coloquialmente), resulta imprescindible definir a qué nos referimos cuando hablamos de bioeconomía.
La Bioeconomía implica la utilización intensiva del conocimiento científico-tecnológico basado en los principios, procesos y recursos naturales renovables de origen biológico (en particular, la biomasa que se define como la materia orgánica proveniente de la naturaleza a partir de las plantas, los animales y demás organismos e incluso sus desechos, para ser utilizados como fuentes de energía sostenibles y renovables), con el fin de obtener bienes y servicios de manera sostenible en todos los sectores de la economía.
Por lo expuesto, el modelo productivo también puede referenciarse como Biotecnoeconomía, ya que, para el aprovechamiento sostenible de la biomasa, la tecnología resulta crucial, particularmente las vinculadas a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), como en el caso de los ecosistemas de innovación tecnológica de la cadena agroalimentaria, conocida como AgriFoodTech.
En la actualidad, Argentina enfrenta el doble desafío de recomponer equilibrios estratégicos en materia de provisión energética y desarrollo territorial, así como encontrar nuevas fuentes de crecimiento en términos de ingresos y generación de empleos.
Es por ello que la bioeconomía representa una gran oportunidad para nuestro país, rico en recursos de origen biológico, con numerosas experiencias exitosas en cuanto a su aprovechamiento productivo con las menores huellas ambientales a nivel internacional y con una infraestructura científico-tecnológica de razonable desarrollo.
Al respecto, las iniciativas bioeconómicas pueden agruparse en áreas o sectores potenciales que reciben el nombre de Senderos de aprovechamiento, entre los que se destacan las Biorrefinerias (para la generación de los biocombustibles), las Aplicaciones Biotecnológicas (como es el caso de los organismos genéticamente modificados, así como bioproductos y bioinsumos), la Ecointensificación (prácticas productivas sostenibles como en el caso de la producción orgánica), la Eficiencia de las Cadenas de Valor (con foco en la economía circular), los Servicios Ecosistémicos (como en el caso del "ecoturismo" y el "pago por servicios ambientales") entre otras tantas prácticas bioeconómicas.
En lo que respecta al proyecto de Ley que actualmente se debate en el Congreso Nacional, técnicamente definido como "Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos", menciona en el TÍTULO III - REORGANIZACIÓN ECONÓMICA - y en particular en su CAPÍTULO VIII, el término BIOECONOMÍA, hecho que (aunque no lo define ni da ninguna precisión al respecto) resulta más que positivo por incorporar el vocablo en el marco de una ley a fin de dar visibilidad al paradigma productivo.
Asimismo, sin pecar de insistente, destaco el hecho positivo de mencionar a la Bioeconomía, ya que considero que puede dar con creces respuestas tanto a las crisis planetarias que nos aquejan (y lo harán con mayor agudeza en el futuro) como es el caso del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, así como al imperativo crecimiento económico sustentable, indispensable para continuar reduciendo las brechas sociales existentes.
A su vez, aunque son iniciativas válidas que merecen ser abordadas, las 3 secciones que integran el CAPÍTULO VIII - BIOECONOMÍA, a saber: Sección I-Carnes; Sección II-Adhesión a UPOV ACTA 1991 y Sección III-Régimen Federal de Pesca, no representan las bases ni los fundamentos del modelo productivo que se quiere impulsar.
Incluso, en otros apartados del proyecto de ley, se mencionan temáticas que sí hacen a la bioeconomía y no fueron contempladas en el mencionado capítulo (como es el caso de los biocombustibles).
Por lo tanto, creo que "se antepone el carro a los caballos", ya que si se quiere agregar valor a la producción nacional (uno de los tantos objetivos de la Bioeconomía) en primer lugar se debe definir claramente el paradigma productivo y luego sentar las bases para generar las condiciones propicias a fin de expresar todo el potencial de las prácticas bioeconómicas.
Al respecto, una de las tantas condiciones para la expresión del potencial bioeconómico en Argentina, es la de contar con una decisión estratégica a nivel político-institucional que le brinde apoyo y que impulse el diseño y la implementación de una robusta política pública vinculada y sinergizada con las estrategias del sector privado.
Ahora bien, ¿cómo explicitar una propuesta a fin de robustecer la institucionalidad en correspondencia con las estrategias de fomento a los mercados?
Una potencial respuesta sería emular el "CAPÍTULO III - POLÍTICA DE CALIDAD
REGULATORIA" del mencionado proyecto de ley, en donde se establezcan un conjunto de medidas en el marco de una Estrategia Nacional de Bioeconomía (ENB) como parte de un corpus de políticas públicas de estado que permitan afrontar los desafíos productivos, socioeconómicos y ambientales que nuestro país tiene por delante a fin de poder desarrollar un programa sustentable de crecimiento, potenciando la generación de empleo genuino en correspondencia con el desarrollo armónico de todo el territorio nacional y que- a su vez -facilite la inserción de la Argentina al mundo.
La mencionada Estrategia (ENB) se debería fundamentar principalmente en los siguientes aspectos:
Aprovechamiento sinérgico del recurso humano a fin de que puedan maximizar sus capacidades científico-tecnológicas y operacionales.
Fomento de interacciones e interrelaciones entre los sectores bioeconómicos (tanto públicos como privados), a fin de robustecer la estructura productiva.
Exclusión de inconsistencias y duplicaciones regulatorias que limiten la promoción de la bioeconomía.
Desarrollo de pautas comunes (definiciones de normas de productos, procesos, comercialización y uso) para el funcionamiento de los mercados vinculados a las diversas áreas bioeconómicas
Divulgación de información en materia bioeconómica que sea objetiva, fidedigna y útil para el conjunto de la sociedad a fin de facilitar sus procesos decisorios.
Por último, con el fin de elaborar una agenda de trabajo orientada al diseño y la implementación de una estrategia integral que permita impulsar el desarrollo de la bioeconomía como nuevo paradigma productivo en Argentina, sería de utilidad basarse en el documento "El ABC de las políticas para el desarrollo y el fortalecimiento de la bioeconomía: Manual de capacitación".
Elaborado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), este surgió como parte de un proceso de difusión y sensibilización en torno al potencial de la bioeconomía para el desarrollo de la Región de América Latina y el Caribe.
En conclusión, la bioeconomía representa un modelo de desarrollo que encuadra perfectamente en las capacidades y potencialidades naturales, geográficas y científico-tecnológicas de nuestro país, convirtiéndose en el motor de la transformación hacia la sostenibilidad, para lo cual se requiere impulsar una estrategia colectiva que se nutra del trabajo y esfuerzo de todos los sectores y actores involucrados (tanto públicos como privados) a fin de lograr de forma genuina y federal la sustentabilidad productiva nacional, con impactos directos en la generación de empleo y en el desarrollo territorial y de las personas.
Para ello, resultaría sustancial la incorporación de lo mencionado en el tratamiento legislativo de los instrumentos (Leyes) que puedan transformar positivamente la realidad de las personas, ya que ello representa la genuina política.
Fuente: El Economista