En Santiago del Estero, el INTA junto con productores de los establecimientos Santa Inés –en la localidad de Isca Yacu– y María Teresa –de Quimilí– evalúa los efectos de los cultivos de cobertura vicia villosa y centeno, y mezclas de ambas especies con distinta proporción de centeno, en el corto plazo (un solo ciclo de cultivos de cobertura). El objetivo es conocer el efecto sobre el cultivo del maíz.
Para eso, el estudio se basó en cuantificar primero el comportamiento agronómico de los distintos cultivos de cobertura y luego se evaluó la incidencia sobre la disponibilidad y dinámica de agua y del nitrógeno durante el ciclo del maíz.
“Para analizar cómo los cultivos de cobertura afectaron al maíz debemos analizar su efecto sobre la disponibilidad y dinámica del nitrógeno y el agua”, sostuvo Salvador Prieto Angueira, especialista en Ecofisiología de Cultivos y Sistemas Productivos Sustentables del INTA Santiago del Estero, y agregó que “solamente en vicia villosa y producto de la fijación biológica, el nitrógeno y la disponibilidad total para el cultivo de maíz cuantificada se incrementó en un 13 % en relación con el barbecho”.
“En el caso de las mezclas –explicó Prieto Angueira–, si bien tuvieron vicia villosa, que generaron según la proporción de centeno distintas biomasas y fijación biológica, el nitrógeno disponible total no se incrementó, reduciéndose en promedio 20 % respecto al barbecho, lo que muestra que la inmovilización fue más importante que la mineralización”.
Las densidades de siembra utilizadas fueron de 20 kilogramos por hectárea en vicia villosa y 40 kilogramos por hectárea en centeno. Además, en las mezclas se utilizó siempre la misma densidad de vicia (20 kilogramos por hectárea) y se disminuyó porcentualmente la densidad de centeno en relación con el centeno puro. De esta manera, se probaron tres mezclas: todas con 20 kilogramos por hectárea de vicia y luego una con 75 %, 50 % y 25 % de centeno con relación al centeno puro (equivalen a 30, 20 y 10 kilogramos por hectárea de centeno).
A su vez, Prieto Angueira afirmó que “en cuanto al efecto sobre la disponibilidad de agua, finalizado el ciclo de los cultivos de cobertura, el agua útil disponible fue en promedio 63 % inferior en los cultivos de cobertura”. Luego del secado, y como consecuencia del efecto de la biomasa aérea y radical generada por los cultivos de cobertura, la capacidad de capturar y almacenar el agua de las precipitaciones permitió duplicar la recarga primaveral del perfil en los tratamientos con cultivo de cobertura. “Esta mayor recarga que continuó durante el ciclo de maíz y posibilitó que ya no hubiera diferencias en el agua disponible al momento de la floración del maíz”, subrayó Prieto Angueira.
Con relación a la dinámica del nitrógeno, el especialista aclaró que “es sumamente relevante destacar el efecto de vicia villosa sobre la disponibilidad de nitrógeno”. Si bien al momento de la siembra de maíz el contenido de nitratos fue 15 % inferior respecto al barbecho, la mineralización aparente durante el ciclo de maíz duplicó a la del barbecho, “lo que permitió incrementar la oferta total de nitrógeno dentro del ciclo de maíz y, sobre todo, durante el período reproductivo, aumentando en promedio un 7,5 % el rendimiento de maíz”, aseguró.
En cuanto al comportamiento del maíz, dado que el agua es el factor que más limita la producción de secano, que en el caso de vicia villosa, la mayor oferta de nitrógeno permitió incluso incrementar la eficiencia de uso de agua un 17 % respecto del barbecho, que pasó de 18 a 21 kilogramos por hectárea y por milímetro.
Además, Prieto Angueira agregó: “Es importante explicar que también se cuantificó el aporte de carbono de las biomasas aéreas de los cultivos de cobertura y del maíz”, y añadió que “respecto del barbecho, y solo considerando el aporte de carbono de la biomasa aérea de la secuencia (barbecho o coberturas y maíz), los cultivos de cobertura aumentaron un 60 % el aporte de carbono con los restos vegetales”.
Para Prieto Angueira, “definir cuáles son las mejores recomendaciones de manejo de los cultivos de cobertura dependerá de los objetivos buscados con ellos”. Por ejemplo, si en el corto plazo se quiere incrementar la oferta de nitrógeno y producción del cultivo del maíz, la mejor estrategia será realizar vicia villosa, siempre inoculada.
Por el contrario, si se busca incrementar el aporte de carbono y mejorar en el largo plazo los contenidos de materia orgánica y salud del suelo en el largo plazo podría ser cualquiera de los cultivos de coberturas evaluados, pero principalmente la mezcla del 25 % de centeno o vicia villosa. “Si queremos reducir riesgos de erosión hídrica de las precipitaciones del semestre cálido podrá ser cualquiera de los cultivos de cobertura evaluado”, sostuvo el especialista.
“Para poder evaluar el efecto de los cultivos de cobertura sobre propiedades de la salud del suelo más importantes son necesarios estudios de largo plazo”, afirmó Prieto Angueira. Es en este sentido que se inició una red de ensayos dentro del Gran Chaco Argentino, que se llevará a cabo entre distintas experimentales del INTA junto con productores locales y la ONG The Nature Conservancy.