En un rubro donde las lluvias no preocupan tanto a lo largo del desarrollo productivo ya que es 100% regado, precisamente este arranque de la zafra 2023/24 fue totalmente dependiente de las precipitaciones.
Por un lado, se estuvo esperando durante todo el invierno, especialmente en los meses de agosto y algo de setiembre, una lluvia “fuerte y salvadora” que permita llenar el caudal de muchas represas en el país que arrastraban la consecuencia de la sequía más fuerte de la historia. Tal es el caso de India Muerta o Corrales, las dos represas más grandes para riego de arroz en el país, ubicadas en el departamento de Rocha, las cuales lamentablemente no se vieron beneficiadas por ese golpe de gracia de la naturaleza.
En el caso de la primera, el caudal conseguido no supera el 30%, al tiempo que la segunda solamente llegó a la mitad de su llenado. Algo parecido sucede en zonas del norte del territorio, Bella Unión o Tomás Gomensoro, donde existieron algunas complicaciones similares con fuentes para riego.
Por otro lado, estas lluvias que se esperaban, y que en muchos casos llegaron a pesar de no ser suficientes, entregaban como contrapartida la imposibilidad de entrar con los equipos de siembra a las chacras, y esto se transformaba en otro problema: de seguir teniendo lluvias (especialmente en lugares donde no se necesitaba más o siendo escasas en los lugares donde sí se esperaban), la primera consecuencia es que los tractores con sembradoras pudieran ingresar sobre mediados de octubre, lo cual ya marca que la fecha de siembra temprana se perdía y esto tiene sus posteriores consecuencias en el rendimiento del cultivo.
Afortunadamente, hace algunos días, las lluvias cesaron en las tres zonas arroceras del país y el sector respondió con rapidez: comenzaron intensamente las siembras del cereal en todos los departamentos arroceros.
La intención de siembra relevada por la Asociación de Cultivadores de Arroz con apoyo de la Gremial de Molinos Arroceros, estableció unas 160.085 hectáreas en todo el país. Esto es apenas superior a las 159.700 hectáreas cultivadas la zafra pasada, pero el destaque está en que de haber existido agua suficiente esta superficie que se está sembrando habría crecido. De todos modos, en función de las lluvias que se den o no, la realidad final de las fuentes de agua hacia el mes de noviembre y las condiciones climáticas para la siembra, se determinará si efectivamente se puede cumplir con la totalidad de esa intención.
Como sucede habitualmente, el 67% del arroz se agrupa en la zona este del país, en los departamentos de Treinta y Tres, Cerro Largo, Rocha y Lavalleja en este orden, siendo la región que más arroz cultiva de todo el país. Un 18% se va al norte, especialmente en el departamento de Artigas, al tiempo que un 15% se ubica en el centro, algo en los departamentos de Rivera, Tacuarembó y el norte de Cerro Largo.
NEGOCIO
La buena noticia este año pasa por el hecho de que el negocio marca algunas luces de esperanza. En primer lugar, el año pasado desarrollar una hectárea de arroz tenía en promedio un costo de US$ 2150. Para este año, amparado sobre todo en la baja del precio de los fertilizantes y la urea, se estima que este valor se acerque más a los US$ 2000, número que se podrá confirmar con el desarrollo de la zafra.
A su vez, el provisorio de la campaña anterior marcó US$ 13,50 por la bolsa de 50 kilos al productor, pero después de eso se realizaron buenas ventas (a Ecuador entre ellas), lo que marca optimismo que el definitivo de la zafra pasada, que se marca cuando esté entrando el arroz de esta campañ a los silos, probablemente en febrero o marzo de 2024, sea aún mejor que el valor antes mencionado.
Por tanto, las señales del mercado internacional, sumadas a un costo menor que el año pasado, entusiasman.
Los obstáculos que debe atravesar el sector este año pasan por dos viejos conocidos: el año Niño y el tipo de cambio.
En primer lugar y contrariamente a lo que puede suceder con la agricultura de secano, un año con un exceso de lluvias demasiado grande pero especialmente días nublados y con ausencia de sol y buenas temperaturas, no favorece el desarrollo de un cultivo tropical. En lo que refiere al tipo de cambio, golpea a todos los sectores agroexportadores pero al arroz un poco más, ya que es el cultivo que mayor costo tiene por hectárea en pesos, empleando mucha mano de obra por unidad de superficie y siendo gran usuario de electricidad y combustible.
CONFERENCIA
En este marco desafiante, pero con muchas oportunidades, se realizará la tercera edición de “Arroz: una marca país con desafíos crecientes”, desde la Sociedad Fomento de Treinta y Tres el jueves 9 de noviembre, presencial y por streaming. Expondrán el Ec. Alfonso Capurro, socio de CPA Ferrere, el Ing. Nicholás Lawlor, presidente de la Gremial de Molinos Arroceros y el Ing. Agr. Guillermo O´Brien, vicepresidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz.