Con el objetivo de producir de un modo más sustentable y atendiendo a la necesidad de cuidar el medio ambiente, a nivel mundial, se estudian alternativas para reemplazar al petróleo y sus derivados por bioproductos renovables. En este sentido, la resina de pino se ubica como una alternativa sustentable.
Javier Oberschelp – miembro del Grupo de Mejoramiento Genético Forestal de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Concordia del INTA, de Entre Ríos- explicó: “La importancia de la resina de pino genera una demanda de tecnologías para incrementar su producción, tanto desde el manejo como desde el desarrollo de materiales genéticos de mayor rendimiento”.
La resina de pino y sus derivados se han usado históricamente en grandes cantidades para el tratamiento de cascos, velas, cabos y otros implementos de uso naval. Posteriormente sus derivados, la colofonia y trementina, se empezaron a utilizar en los procesos de fabricación de tintas, barnices, pegamentos, detergentes, insecticidas, esencias, entre otros, lo que ha hecho que su producción sea de interés mundial.
Oberschelp comentó que, en la Argentina, esta actividad se inició en la década de 1960, empleando fundamentalmente plantaciones de Pinus elliottii.
“Esta especie, originaria del sudeste de Estados Unidos, es cultivada en áreas subtropicales y tropicales de todo el mundo para una diversidad de usos, principalmente celulósicos-papeleros y maderables. Generalmente, la extracción de resina se trata de una alternativa productiva complementaria, que depende de las variaciones de precios nacionales e internacionales”, puntualizó Oberschelp.
En 1981 se instalaron en el país, ensayos de Pinus elliottii, a partir de semillas provenientes de Georgia y Florida, Estados Unidos que, posteriormente, se transformaron en huertos semilleros.
El único huerto semillero del INTA de Pinus elliottii se encuentra en la Estación Experimental Agropecuaria Concordia del INTA y fue habilitado en el año 1998, con individuos seleccionados por su mayor producción de resina.
Oberschelp comentó: “Este huerto es el único de este tipo que dispone INTA en Argentina, se cosecha desde el año 1998, y lleva distribuidos más de 1.400 kg de semillas al sector productivo, a través de la cooperadora de la EEA Concordia”.
Por su parte, Leonel Harrand – miembro del Grupo de Mejoramiento Genético Forestal de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Concordia del INTA, de Entre Ríos, puntualizó que, gracias al interés generado por la resina y por las plantaciones de pinos, desde el INTA “se están clonando -injertando- y multiplicando por semilla -o sea produciendo los plantines- los mejores árboles de la población de INTA, para instalar nuevos ensayos y obtener una nueva generación de áreas semillera”.
“Estas actividades son fundamentales para garantizar la disponibilidad de semilla mejorada y la conservación del material genético para futuras generaciones”, indicó Harrand y agregó: “También se destinarán semillas del huerto original para su conservación en el Banco Base de Germoplasma de INTA, contando con un resguardo en caso de que las áreas sean afectadas por eventos extremos, como incendios, sequias o ataques de plagas y/o enfermedades”.
Estas acciones de clonación, multiplicación y conservación del material genético son desarrolladas en conjunto entre varias unidades del INTA como la EEA Concordia, la EEA Bella Vista y la EEA Montecarlo, dentro del Programa Forestales de INTA y apuntan a forjar una apropiada gestión de los Recursos Genéticos Forestales para contribuir con su conservación a largo plazo y al mismo tiempo, brindar un servicio estratégico a las economías de base biológica.
Por otro lado, la producción de resina de pino fortalece al sector forestal ya que genera mano de obra intensiva y la actividad de la resinación es continua a partir del décimo año, brindando la posibilidad de generar empleo formal y permanente. Los mercados internacionales demandan constantemente resina de pino y se estima que, en los próximos años podría haber una demanda muy alta de este subproducto maderero.