Martín Carro dejó su terruño, Neuquén, en 2001 para viajar a la ciudad de Buenos Aires con el propósito de estudiar ingeniería industrial en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

 

Proveniente de una familia de clase media –su padre es contador y su madre docente–, en la universidad, además de formación académica, se encontró con un ecosistema de emprendedores que despertó su vocación en ese ámbito.

 

Pero, al finalizar los estudios, ingresó a trabajar a una corporación para luego desarrollar su carrera en Brasil, donde intentó crear un emprendimiento de distribución de vinos argentinos. Pero no resultó.

 

“Empecé a ver que en Brasil el mercado de jugos de frutas estaba mucho más desarrollado que en la Argentina, donde una empresa del norte argentino (Citric) venía creciendo de manera exponencial. Y comencé a preguntarme porqué no se podía armar un proyecto de jugo exprimido de manzana en el Alto Valle con la enorme cantidad de fruta disponible allí”, comentó Martín al ser entrevistado por Gonzalo Herrán (CREA Pergamino) en la Jornada Empresaria CREA Talento Joven realizada este jueves en formato virtual.

 

 

Martín comenzó a visitar fábricas de jugos en el sur de Brasil y a buscar socios, para dar finalmente con José Carlos Molestina, un ecuatoriano que había llegado a la Argentina en 2006 para estudiar comunicación y marketing en la Universidad de San Andrés y que reconocía también la oportunidad presente en el rubro.

 

Armaron un plan de negocios y empezaron a buscar inversores, pero la suerte parecía no estar de su lado. “En un bar, charlando con alguien con quién tenía un amigo en común, hablando de la vida, encontré al inversor inicial del proyecto y al mes siguiente ya estábamos armando la empresa”, recordó. A veces las soluciones llegan de la manera menos esperada.

 

Así fue como en 2014 Martín, luego de trece años, regresó a la Patagonia con el propósito de montar una fábrica de jugo de manzana en Villa Regina, Río Negro. En seis meses debía estar todo listo para arrancar. Pero tardó dos años al encontrarse con problemas no previstos.

 

“Trajimos una línea de extracción de jugos de Austria y estuvimos un año para lograr que nos aprueben las DJAI (Declaración Jurada Anticipada de Importación, mecanismo vigente hasta 2015 que tenía como propósito regular la salida de divisas del sistema financiero”, relató.

 

El emprendimiento, Pura Frutta, con el tiempo fue incorporando nuevos socios, como el economista Marcos Mercado, quien aportó conocimientos de gestión empresaria, y Patagonian Fruits, una de las principales compañías argentinas exportadoras de manzanas y peras.

 

 

“Siempre buscamos que los socios, además de capital, aporten conocimiento y así logramos dar saltos de crecimiento muy grandes en las diferente etapas”, apuntó.

 

El último gran desafío fue la implementación de una planta de envasado con tecnología de Tetrapak, la cual está localizada en Luján, Buenos Aires, que recibe el jugo de manzana pasteurizado a granel proveniente de la fábrica de Villa Regina.

 

“Nicolás Sánchez, el CEO de Patagonian Fruits, nos aportó la visión de que debemos ser una empresa que trascienda el Alto Valle, razón por la cual hemos desarrollado un portofolio de productos con diferentes frutas”, explicó.

 

Con una producción en crecimiento, tanto en volumen como en diversidad de productos, la marca Pura Frutta logró instalarse en múltiples canales comerciales en menos de una década, lo que representa un logro enorme. Actualmente el equipo que integra la empresa está conformado por casi cuarenta personas.

 

“En un comienzo creí que la parte más difícil iba a ser la del financiamiento, pero lo más complejo fue todo lo que vino después de eso”, señaló Martín. “Argentina es un país que ofrece un montón de oportunidades”, resumió.

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Fuente: CREA