“Aprender haciendo” es una metodología que aporta valor al conocimiento que fomenta la experimentación y la práctica para generar un aprendizaje profundo. Con esta premisa, un equipo multidisciplinario del INTA acompaña desde hace más de 10 años a estudiantes y docentes de una escuela agrotécnica de Rivera, Adolfo Alsina, Buenos Aires, a manejar, tratar y recuperar los residuos orgánicos de su tambo. Una experiencia exitosa que se volvió una unidad demostrativa pionera y un aporte académico teórico práctico para los alumnos, productores y técnicos de la zona.
Para Karina García, investigadora del INTA CEI Barrow – INTA MDA, “el manejo de los purines y del estiércol que se genera en los sistemas de producción de leche es esencial”. Es que, según detalló, “constituyen una fuente de nutrientes y materia orgánica que contribuyen a la calidad y a la fertilidad del suelo. Además, reciclarlos en el predio es una opción necesaria, económica, práctica y sustentable”.
Por su parte, Emanuel Lageyre, jefe de la Agencia de Extensión Rural Carhue del INTA Naredo explicó: “En 2011, comenzamos a trabajar entre el INTA Rafaela de Santa Fe, el INTA Carhué y la Escuela Agraria EESA Nº1 “Dr. Bernardo de Irigoyen” en Rivera, Adolfo Alsina, Buenos Aires para la recuperación y manejo de los efluentes de su tambo”. Y agregó: “Durante más de 10 años de trabajo articulado, logramos un sistema sostenible en su abordaje integral”.
Para esto, se priorizó el uso eficiente de los recursos, principalmente el agua, y la reducción del impacto ambiental que un mal uso de los purines y estiércoles pueden generar. Además, se logró la aceptación y fomento de esta práctica por parte de la comunidad vinculada a la escuela y al entorno productivo de la región. Y, como si fuera poco, se obtuvo un equilibrio entre costo y eficiencia.
De acuerdo con García, “el desafío es que los requerimientos operativos y de inversión, tanto para su instalación como para su mantenimiento, sean alcanzables, al tiempo que se vea reflejado en la obtención de algún beneficio económico, como por ejemplo la reducción del uso de fertilizantes comerciales”.
Por su parte, Gabriela Trabucco, directora de la Escuela Agraria EESA Nº1 “Dr. Bernardo de Irigoyen”, reafirmó “el sentido positivo que tiene la concreción de trabajos colaborativos” y celebró la articulación en pos de “avanzar hacia el desarrollo sostenible promoviendo acciones ambientales activas, concretas y transformadoras con la planificación y construcción de un modelo para el tratamiento de los efluentes del tambo que permite la gestión y la revalorización de estos residuos orgánicos con la mirada en el uso responsable de los recursos y el cuidado del ambiente”.
Y agregó: “Sentimos que ese proyecto fue un punto de inflexión para comenzar a pensar en la zona un cambio de estrategias para generar una mejora simultánea en lo ambiental, económico y social”.
A su vez, recordó que “el proyecto de diseño de una Unidad Demostrativa de Tratamiento de Efluentes de Tambos fue presentado en 2011 al entonces Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, organismo que apoyó y financió su construcción”.
Esta experiencia es una unidad demostrativa y un aporte académico teórico práctico para los alumnos, productores y técnicos de la zona.
Una experiencia exitosa con efecto contagio
Esta experiencia logró un valor agregado: se convirtió en una herramienta académica que les permite a los alumnos ser parte de este proyecto, mediante la participación en las tareas de mantenimiento como de monitoreo y seguimiento del funcionamiento del sistema. Además, el modelo es demostrativo para los tambos de la zona.
En este sentido, el equipo multidisciplinario que participa del proyecto destacó una serie de beneficios: “Con este trabajo, los estudiantes abordan todo lo referido a economía circular, ven el ciclo y el manejo para la recuperación de los efluentes; al tiempo que lo llevan a la práctica en su propio tambo”, señalaron. Además, la Escuela participa en un grupo de Cambio Rural, lo que permitió dar a conocer la experiencia a productores y técnicos de la región Según datos de la Secretaría de Producción de Adolfo Alsina, en el distrito existen 45 tambos, de los cuales el 70 % entregan la producción a una de las principales industrias lácteas del país y el 30 % restante a pymes de la zona.
La superficie promedio de cada establecimiento es de 300 hectáreas con casos de un mínimo de 40 y un máximo de 1.500. El 40 % produce más de 3000 litros de leche por día, el 48 % entre 1500 lt/día a 3000 lt/día y el 12 % entre 500 lt/día y 1500 lt/día.
De los tambos existentes en el distrito solo un pequeño porcentaje realiza un manejo de los efluentes y consiste básicamente en una fosa de almacenamiento desde donde luego en determinados momentos del año y mediante el uso de un tanque estercolero, aplican dicho efluente en algún potrero.