El campo argentino no necesita créditos y tampoco un dólar diferencial, necesita un entorno económico que le permita cerrar un negocio viable, esto en buen romance se expresa de la siguiente manera:
El campo necesita baja inflación, eliminar la brecha cambiaria y menos presión tributaria.
En la argentina de los parches, en estos días volveremos a ver la implementación del dólar soja, esta vez en su tercera versión enmarcada en el dólar agro. Una vez más traerá consigo la diferencia entre los productores y los dueños de los campos a la hora de fijar el precio del arrendamiento, otro de los temas inconclusos en la política agropecuaria.
El dólar soja uno y dos hizo que los precios de la soja en el mercado interno bajarán en dólares y subieran en pesos, con un claro beneficio para los exportadores que ganaron margen, mientras que los productores en su mayoría perdieron el tren porque tuvieron que transferir esta ganancia a los dueños de la tierra.
El dólar soja tres vuelve a beneficiar a los mismos actores, no hay una mejora del negocio, hay un parche que benéfica al Estado, exportadores y dueños de la tierra, con una desventaja para el productor que vende a menor precio en dólares.
El gobierno se ha encargado por todos los medios de romper los mercados de futuro, ya sea interviniendo el mercado de trigo y maíz, como poniendo arriba de la mesa el dólar soja en tantas versiones que ya nadie piensa en utilizar los mercados futuros.
En tres oportunidades se implementa el dólar soja, en tres oportunidades perjudican a la ganadería en todas sus versiones y al sector lácteo, sin embargo, las políticas que atentan contra estos sectores continúan.
El gobierno solo tiene ojos para mirar sus reservas, necesita dólares para poder sobrevivir en un entorno que le es muy adverso. Las reservas liquidas y disponibles no logran recuperarse a niveles de U$S 40.000 millones. El FMI ya dio todo lo que tenía para dar, este año hay que pagarle más allá del dinero que nos presta U$S 4.000 millones que nos adelantó, estamos complicados.
El Banco Central habilita importaciones, pero posterga su pago a 90 y 180 días, en ese espacio de tiempo hay un compromiso de entregar U$S 15.000 millones que hoy no están en las arcas del Banco Central, si estas importaciones estarían ya pagadas, las reservas del Banco Central estarían por debajo de los U$S 30.000 millones.
La política monetaria es clara, la tesorería sale al mercado a ofrecer letras a una tasa efectiva del 127,0% anual, la tasa efectiva que ofrece el Banco Central a ahorristas es del 113,0% anual, y el tipo de cambio mayorista en 12 meses sube el 88,3% anual. Claramente el gobierno sigue anclando el tipo de cambio para contener los precios, de esta forma les quita rentabilidad a sectores exportadores, los ingresos del exportador suben menos que sus costos, si a esto le sumamos merma en las cantidades el combo nos lleva a la quiebra.
¿Qué hacemos?
En este contexto debemos analizar la situación de las explotaciones agropecuarias caso por caso, sin embargo, todo hace pensar que debemos financiar la curva de inversión de la próxima campaña, con todos los recursos que tengamos a mano.
En primer lugar, tenemos que cuidar la liquidez, lo primero es tener flujo positivo.
En segundo lugar, tenemos que financiar las pérdidas de la campaña pasada, y la compra de insumos de la próxima campaña. Para ello debemos tener que presente que a 12 meses vista la inflación podría ser superior al 120% anual, toda tasa que nos ofrezcan por debajo de dicho nivel hay que tomarla y jugarnos a que el próximo gobierno ajuste el tipo de cambio, los precios relativos de la economía y nos permitan una ganancia extraordinaria en un entorno económico de profundos cambios en el plan económico.
En tercer lugar, deberíamos ir asegurando precios a futuro, en la medida que cerramos precios de insumos. Los precios de la soja, maíz y trigo ya no son los que había en el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, han descremado y hoy se ubican lejos de aquellos valores, pero un paso delante de la media de precios de largo plazo. No olvidar que todo se reacomoda a futuro, nada es para siempre.
En cuarto lugar, hay que ser un poco más optimista con el clima, llevamos 3 años de lluvias por debajo de lo normal, y todo haría indicar que este escenario podría revertirse para la próxima campaña.
En quinto lugar, debemos destinarle un espacio a la capacitación, que trae consigo más información, cambio en la forma de hacer negocios, y una mirada disruptiva de la economía.
Todos debemos deconstruirnos para poder empatizar con el nuevo escenario económico, social y productivo a escala mundial. Esto no lo podremos observar leyendo un solo libro o seguir de cerca de un autor, hay que tener la mirada de muchos profesionales, que incluyan conceptos de los más variados, con una mirada sobre la economía, finanzas, impuestos, agronomía, clima, política, medio ambiente y muchos más perfiles que tal vez hoy no lo tenemos presente en mente pero que irán apareciendo con el correr de los meses.
El postgrado de agroeducación pretende acercarte herramientas para estar al lado del emprendedor, pretendiendo acercarle los conocimientos necesarios para crecer. Es una posición muy ambiciosa, pero renovamos todos los años el desafió de poder lograrlo y sumar más empresarios para pensar todos juntos la Argentina que viene.
Por Salvador Di Stefano – Director de AgroEducación
Fuente: Agroeducacion