Con el nuevo recorte para la soja de la región, se cosecharía menos de la cuarta parte de lo que se esperaba producir
En la región núcleo, la campaña comenzó esperando producir 19,7 Mt de soja (escenario normal de clima). Pero sin lluvias que pongan un piso, los recortes productivos continuaron. Recapitulando, el 9 de febrero la estimación bajó a 10,4 Mt; el 2 de marzo, a 6,5 Mt; y a este 16 de marzo se reajustó a 4,5 Mt. Lamentablemente, se repite la advertencia de 2 semanas atrás respecto de que la situación todavía puede empeorar. Por el momento, se estima que la cosecha solo será el 23% de lo que se esperaba a principios del ciclo. Respecto al año pasado, que se consideraba la peor campaña desde 2008/09 con 13,5 Mt, el ciclo 2022/23 podría dejar el 70% de ese volumen de soja.
Números rojos para la soja 2022/23: un tercio de la superficie podría perderse y rinde promedio de 15 qq/ha
El rango del área sembrada con soja de segunda que se considera perdida por los encuestados oscila ampliamente, entre un 35% a 100%. En 15 días, la falta de agua y las altas temperaturas permiten estimar un descuento adicional de 600.000 hectáreas de soja que podrían no cosecharse en la región núcleo. También es notable el deterioro en soja de primera. “… sin lluvias y con altas temperaturas, terminamos poniendo vacas en lotes de soja que estaban para la foto 20 días atrás”, dicen en Piedritas. Allí consideran 25% de la soja de primera perdida.
Siguen en carrera 3 millones de hectáreas, pero en donde el rendimiento aun no encontraba piso. El promedio de toda la región pasó de 18 a 15 qq/ha. Esto es un 63% menos del rinde medio regional.
En la mayor parte de la región coinciden que es muy difícil estimar a campo el rinde: “se ven chauchas pero hay gran cantidad de granos abortados y granos con bajo peso”. Para la soja de primera el rinde estimado está en un rango que va de 10 a 25 qq/ha y para la de segunda en uno que va de 5 a 15 qq/ha.
Los primeros rindes y la calidad desilusionan a medida que avanzan las cosechadoras de soja
En Corral de Bustos —sudeste cordobés— ya se están levantando los primeros lotes: los rindes rondan los 10 a 15 qq/ha. Son lotes de soja de primera que se arrebataron por las altas temperaturas de las últimas semanas. “Se cocinaron. Son grupos cortos. Venían bien hasta esta última ola de calor. La calidad está siendo muy mala: muchas vainas vanas, granos chuzos, granos verdes, arrugados”. Hay una gran preocupación por el descuento comercial que habrá, lo cual también es otro factor que incide a la hora de evaluar si vale la pena cosechar o no.
Cosechar o no cosechar: ¿cuál es límite cuando el rinde esperado es muy bajo?
Desde Bragado y Alberti alertan que gran parte de la soja de segunda está fisiológicamente en su definición botánica de planta muerta: “no hay rendimiento, ni descendencia”. En soja de primera, hay preocupación por el rinde final que se obtenga en la cosechadora y el valor final que tenga la mercadería tras los graves problemas de calidad que se prevén. Por eso, lotes con rindes de menos de 5 qq/ha y problemas de calidad no se cosecharían. Desde Cañada de Gómez dicen: “los productores que tengan el gasoil comprado y maquinarias propias cosecharán hasta sojas de 3 qq/ha. Pero en el caso de arrendatarios que tengan que contratar la labor, no levantarían esos lotes”.
¿La sequía de los últimos 45 días fue culpa de “La Niña”?
Finaliza la mitad de marzo con ola de calor inédita y lluvias escasas sobre la región. El consultor Elorriaga explica que la causa de este hecho fue la persistencia de un bloqueo atmosférico, asociado a la posición del anticiclón del Atlántico sobre el área central del país. “Este intenso centro de alta presión situado frente a la costa este de Argentina impidió durante los últimos 45 días el ingreso de los sistemas frontales hacia el centro del país. “El resultado fue una virtual barrera de circulación que dificultó el avance de lluvias y tormentas más allá del centro bonaerense, La Pampa y la franja oeste de la región pampeana llegando hasta el norte del país. Es decir, una campana invisible que mantuvo ausentes las lluvias sobre el sudeste de Córdoba, centro-sur de Santa Fe, Entre Ríos y norte de Buenos Aires”.
La otra variable que se acopló a la falta de agua y le dio la estocada final a los cultivos, fue la persistencia de temperaturas extremas que no cesaron desde finales de febrero. No hay registros en los últimos 100 años de una ola de calor tan larga en el tiempo - 18 días consecutivos- y con temperaturas mínimas y máximas tan elevadas. “Lo llamativo fue que las temperaturas mínimas durante este período presentaron el mismo nivel que las temperaturas máximas medias de marzo, y las temperaturas máximas estuvieron 10°C por encima de la temperatura máxima promedio para el mes. Según Elorriaga, “la buena noticia es que los pronósticos indican que a partir de la segunda quincena, el bloqueo comienza a desplazarse hacia el este y la circulación de los sistemas frontales aumenta su incursión hacia el centro del país. Esto provocará un cambio de masa de aire, un descenso generalizado de las temperaturas y el desarrollo de lluvias y tormentas que, aunque todavía erráticas y dispares, aumentarán su área de cobertura hacia el centro del país”.