Con una marcada escases hídrica, olas de calor, tormentas severas y hasta una helada, la campaña agrícola 2022/2023 será recordada como una de las más difíciles para el agro, debido a que estas condiciones repercutieron directamente en el desarrollo de los cultivos de verano, lo que derivó en plantas de soja con menos crecimiento, pocas ramificaciones y con fructificación de vainas muy próximas al suelo. Por esto, un equipo de especialistas del INTA Paraná –Entre Ríos– brinda recomendaciones para recalibrar las cosechadoras y reducir las pérdidas hasta un 66 %.
“La escasa presencia de precipitaciones en los cultivos de segunda que lograron implantarse a fines de enero derivó en plantas de soja con escaso crecimiento”, indicó Diego Santos, especialista en cultivos del INTA Paraná, quien recomendó: “Adaptar la cosecha con foco en el cabezal de la máquina es el principal factor a tener en cuenta para evitar grandes pérdidas por kilogramos y por hectárea, debido al escape de plantas completas que no llegan a ser tomadas”.
“Cuando cosechamos una soja de bajo porte, las plantas que son cortadas por las cuchillas se escapan entre los dedos del molinete no pudiendo ser tomadas por el cabezal, transformándose directamente en pérdidas”, señaló Rubén Roskopf, especialista en cosecha y postcosecha del INTA Paraná, y detalló que “una planta de soja de bajo rendimiento puede tener menos de 70 vainas que continuamente se escapan del cabezal, dando origen a pérdidas que pueden ser realmente elevadas”.
En este sentido, Roskopf expresó que la pérdida de granos en el rastrojo del lote es una problemática recurrente, pero posible de minimizar. “Para esto, ponemos el foco en el reacondicionamiento del cabezal de cosecha”, indicó y describió: “Adosar paños de correas de caucho de 35 cm de ancho y 10 cm más larga que la punta del diente del molinete ayuda a barrer las plantas haciendo más uniforme el flujo hacia el molinete. La disposición en el molinete debe ser helicoidal, a razón de 1,5 paños por metro de molinete”.
Sobre el kit utilizado, Roskopf señaló que “se ensayó hace algunos años en la cosecha de soja con estrés hídrico y rendimiento promedio de 1000 kilogramos por hectárea y permitió reducir las pérdidas un 66 % en el cabezal”. Asimismo, recordó que “este kit adosado al molinete se debe retirar inmediatamente cuando se ingresa a lotes normales de soja, debido a que provoca pérdidas elevadas de granos y vainas al golpear las plantas de normal altura”.
Por otro lado, Roskopf indicó que “cuando se tiene un cabezal regulable en ángulo de ataque, hay que aprovechar la capacidad que brinda de cortar más al ras del suelo. Para ello, se debe regular el cabezal para que trabaje más inclinado hacia adelante o ‘de punta’ en 3 o 4 grados, lo que permitirá captar las vainas de plantas que fructificaron cerca del suelo”.
Por esto, Roskopf puntualizó: “El tiempo invertido en adaptar el cabezal y regular el resto de la cosechadora en función de los datos que muestran los sensores en la cabina, a lo largo del día de cosecha brindará los mayores retornos a todo el equipo inteligente de cosecha”.
Asimismo, se debe complementar con “otorgar mayor sensibilidad de copiado al cabezal flexible flotante que necesariamente se acompaña bajando la velocidad de avance de la cosechadora y evitando el nerviosismo del conjunto y, al mismo tiempo, el sinfín debe ser adelantado para ayudar al flujo de las pequeñas plantas cortadas hacía el embocador”, detalló Roskopf.
“Para los cabezales a lonas y molinete orbital, la pérdida de plantas posiblemente sea menor, pero hay que recordar regular correctamente la velocidad de las lonas laterales”, indicó Roskopf ya que, a través de las evaluaciones realizadas, se determinó que la velocidad óptima de avance de las lonas se puede establecer observando la posición que la planta de soja toma al recostarse sobre la lona. “Lo ideal es que las plantas tomen una posición de entre 40° y 50° de angulación sobre la lona, logrando así la óptima alimentación a la lona central y embocador”, subrayó.
Sin embargo, Roskopf explicó que “a pesar del nivel de tecnificación alcanzado en las actuales cosechadoras que aumentan la operatividad y eficiencia del trabajo, todavía no existen sensores para medir las pérdidas del cabezal, que son las de mayor magnitud en un cultivo de soja normal y, más aún, en lotes afectados por sequía”.