Los periodos de temperaturas más altas y humedad relativamente más alta de lo normal no han causado mayores consecuencias en el desarrollo de la uva de mesa.
"Hemos tenido mano de obra disponible para las labores y, en general, el trabajo en racimos y canopia se ha hecho bien, por lo que esperamos un buen estado y calidad", dijo Cruz en una entrevista con FreshFruitPortal. "De hecho, la fruta recolectada en la tercera y cuarta región ha presentado muy buenas características tanto en calidad como en rendimientos".
Menos cantidad, más calidad
Según Asoex en su última estimación, Chile exportará menos cajas que el año pasado: aproximadamente 67 millones de cajas.
Algunos de los cultivos de la zona norte han registrado hasta 10 días de retraso en la cosecha de esta temporada, lo que ha provocado menores volúmenes de exportación.
"En los últimos años, la superficie dedicada a la producción de uva ha disminuido como consecuencia de la prolongada sequía y los malos resultados en las liquidaciones de las últimas temporadas", comentó Cruz.
Sin embargo, al acercarse el ecuador de la campaña, a mediados de febrero, es probable que las variedades tardías y de media estación se vendan dentro de las fechas históricas y sin retrasos.
En términos de calidad, Cruz indicó que asegurarse de entregar la fruta en tiempo y forma y en las mejores condiciones de calidad es: "un gran trabajo colaborativo entre productores, asesores, academia y proveedores de servicios para investigar permanentemente las mejores prácticas fitosanitarias y de manejo."
Para Chile, el período post-cosecha es de vital importancia. En comparación con otros exportadores de uva, donde la fruta no tarda más de dos o tres días en llegar al punto de consumo, las uvas chilenas tardan cuatro semanas en llegar.
"Hemos reformulado nuestras prácticas habituales de cosecha y embalaje para reducir la deshidratación y el deterioro prematuro de la fruta y los escobajos", afirma Cruz.
"Sin duda, a partir de esta temporada empezaremos a ver los efectos de las nuevas variedades"
Las nuevas variedades ofrecen grandes resultados tanto para los consumidores como para los productores.
Por un lado, la mayoría de ellas son muy fértiles, lo que garantiza mejores rendimientos/ha y un manejo más amigable, logrando una mayor independencia de los reguladores de crecimiento para mejorar el calibre y el color.
Desde la perspectiva del consumidor, ofrecen productos más grandes, con mayor dulzor y diferentes sabores, así como formas y colores intensos y atractivos.
"A largo plazo, se debe cambiar el componente varietal por aquellos que se adapten mejor a las zonas productoras y, en la medida de lo posible, sean más adaptables a los cambios ambientales", comentó Cruz.
La capacidad de la industria para adaptarse a los rápidos cambios en las tendencias del mercado y a los requerimientos de los distintos países han ayudado a que la uva de mesa chilena se mantenga entre las frutas más consumidas a nivel mundial.
"Puede que este año no seamos el mayor exportador de uva al mundo, pero estamos seguros de que seguiremos ofreciendo un producto de muy buena calidad organoléptica, sabroso de comer, saludable y sustentable", concluyó Cruz.