Claudio Plem es el mayor de tres hermanos. Juntos, llevan adelante una empresa de servicios forrajeros que tiene su apellido. Son de Camps, Entre Ríos. En 2008 compraron la primera picadora y hoy trabajan 27.000 hectáreas. Esperan llegar a las 35.000 este año.
La historia de los hermanos Plem habla de esfuerzo y superación. La primera CLAAS fue una JAGUAR 870 con la que comenzaron picando 2.200 hectáreas al año. A partir de ahí, y al ritmo de la incorporación de más equipos, fueron creciendo un 30% al año. Hoy tienen 7 picadoras. La última llegó hace pocos días: una JAGUAR 960 con cabezal ORBIS.
Cada año, los Plem arrancan con los maíces de primera de su provincia natal y luego se expanden a otras seis: Corrientes, Santa Fe, Córdoba, Chaco, Santiago del Estero y Salta. Son 70 las personas que conforman el equipo. A las 7 picadoras le suman 17 tractores y 15 acoplados. Usan unos 60 camiones batea por año. “Tomamos esto como una verdadera industria. Si invertimos en máquinas, tenemos que lograr que trabajen la mayor cantidad de horas. Maximizamos esfuerzos para minimizar riesgos”, cuenta Claudio Plem.
¿Cuáles son los esfuerzos? “Por un lado, invertir en máquinas como las JAGUAR con sus cabezales ORBIS. Pero también montamos una logística de camiones, bateas y hasta remises listos para salir en busca de lo necesario ante cualquier desperfecto”, cuenta el mayor de los Plem, que recuerda que el máximo tiempo que una máquina de la empresa estuvo parada y fueron 24 horas.
A través del sistema TELEMATICS, el equipo encargado de la logística de mapeos le reporta cada mediodía cuánto trabajó cada máquina esa mañana, con un porcentaje de tiempo de parada y horas de trabajo. “Tratamos de que el tiempo no operativo de la máquina no sea mayor al 15% desde que arranca hasta que termina en un día”, revela.
En esa meta que plantea la empresa, los repuestos juegan un rol fundamental: “Hacemos una inversión en repuestos originales porque sabemos que se recuperan en el día a día. No nos podemos permitir que una máquina esté parada y no cumpla su objetivo de 80 hectáreas diarias solo por no haberle puesto el repuesto que corresponde. Es para tranquilidad del equipo, del operario, de los encargados y de nuestros clientes, a los que les vendemos confianza y compromiso”.
Tecnología para marcar la diferencia
“Hace cuatro años incorporamos el servicio de TELEMATICS para todos nuestros clientes, no importa si pican 5 o 1.500 hectáreas. Les entregamos su informe y el mapeo correspondiente y nos ha permitido tener historias de campo que muestran cuánto han ido rindiendo los cultivos año a año y nos ayuda a entender cómo vendrá la próxima campaña”, remarca.
Para los Plem, la entrega de datos a los clientes es una norma de la empresa. “Es cierto que, así como hay productores que lo exigen desde hace tiempo, otros todavía no lo entienden y a varios les fuimos enseñando. Una vez que aprenden a usarlo se dan cuenta de que es tan exacto que te marca los pesajes punto por punto, y demuestra que no hay ningún material parecido a otro por metro de embolsado o de silaje aéreo. Nos ayudó a derribar muchos mitos”, explica.
El principal testigo del aporte que hace la tecnología es el campo que los Plem tienen de producción propia. Los hermanos comenzaron como empleados en 60 hectáreas propiedad de la familia y hoy producen 2.000 hectáreas. Allí mejoraron el tambo de 300 vacas y hacen agricultura y ganadería.
“Aprendimos a ver con precisión cómo tenemos el campo y dónde era necesario mejorar la fertilidad. Dejamos de tomar decisiones a ojo. A veces los clientes no pueden creer cuando les mostramos que, en 100 hectáreas, hay partes que producen 50 toneladas por hectárea de materia verde de maíz y otras que no llegan a las 25”, explica y admite que, si tuviese que darle un mensaje a aquellos que todavía no ven en eso un plus, les diría que “hoy sin datos concretos y en tiempo real es difícil tomar decisiones certeras en el momento justo”.
Plem es categórico: “Nos dimos cuenta de que no podíamos trabajar sin TELEMATICS. Es lo que nos permitió el crecimiento de los últimos años. No me imagino cómo podríamos trabajar en simultáneo en tantas provincias sin tener esa información en tiempo real”.
La clave es formar un equipo que entienda, valore y aproveche la tecnología. “Cuando contratamos empleados, lo primero que les preguntamos es a qué juegos de computadora jugaban de niños. Conocer de tecnología ya no es una opción ni un plus, es la base para los recursos humanos. Además, te vuela la cabeza. En general, y de la mano de estas tecnologías, el trabajo en el campo ha vuelto a ser una gran opción e invito a muchas personas que no lo conocen a hacerlo. Nosotros venimos de ser empleados, entonces sabemos lo que necesitan y los valoramos: sus casillas tienen aire acondicionado y cocineros, las máquinas tienen un confort impagable y el trabajo está bien remunerado”, enumera.
Los hermanos Plem se sienten representados por el lema de la “Familia CLAAS”. Potenciaron la pequeña producción familiar, crearon una empresa propia que es líder en el país y ven a la segunda generación, la de sus hijos, mirar con buenos ojos el legado que les dejan. “Tengo un hijo y un sobrino -de 11 y 8 años respectivamente- y son dos locos por las máquinas. Eso hace que me imagine una Plem sostenible en el tiempo. Estamos haciendo un trabajo enorme para que ellos sientan este mismo espíritu de trabajo, esfuerzo y familia”, concluye.