En un contexto económico complejo, la hacienda en pie retrotrajo sus precios nominales que descendieron con respecto a la inflación. La actividad también se vio afectada por un enfriamiento de la economía de los principales países compradores, por el deterioro de las condiciones internas (inflación, tipo de cambio y tasa de interés), intervenciones que distorsionaron el mercado, y la sequía histórica que llevó al productor a desprenderse de parte de sus animales aumentando un 5% la oferta de carnes bovinas.
Con los números en rojo, es necesario cuanto antes volver a tener un tipo de cambio unificado; eliminar en forma urgente el DNU 911/2022 que prohíbe la exportación de 7 cortes; junto a los cupos que hoy se mantienen para la asignación de permisos de exportación, y al mismo tiempo, reafirmamos que es improcedente mantener gravado al sector con derechos de exportación.
Además, los productores afectados por la sequía necesitan contar con la prórroga o postergación de los impuestos provinciales y nacionales, poder acceder a créditos y la posibilidad de hacer uso del beneficio de la venta forzada que aliviaría su carga fiscal.
Para enfrentar las dificultades es necesario poder adecuar los anticipos del Impuesto a las Ganancias, contando con la certeza de que esta situación no agregue un mayor riesgo fiscal a los productores afectados por la sequía y la pérdida del valor real de sus haciendas.
También contar con líneas de financiamiento específicas para la actividad, con el fin de poder afrontar los mayores costos generados por las condiciones climáticas adversas tales como aumento de insumos para la alimentación animal, recomposición de pasturas, retención de hembras para recuperar stocks, entre otros.
Hoy muchos productores tienen vedado el acceso al crédito y en algunos casos tienen tasas de hasta un 20% más altas, a causa de la normativa del BCRA.
Para los próximos meses las condiciones de producción tendrán una disminución significativa de la cantidad de vientres preñados, por ende, la disponibilidad de terneros para el destete 2024, como así también el acortamiento o la imposibilidad de hacer recrías pastoriles bajando de esa forma el futuro peso de faena. Todo esto se traduce en la imposibilidad de contar con una mayor oferta de carnes en los siguientes dos años.
Cuanto antes se corrijan las distorsiones de precios que hoy deprimen los valores de la hacienda, menor será el salto de precios relativos que ineludiblemente se terminará produciendo de persistir con la actual situación.