Lejos en el tiempo quedaron los valores récord de más de U$S 17.000 por tonelada que pagaron los importadores europeos a mediados del primer semestre de 2022; tampoco se podrá volver a pensar, en el corto y el mediano plazo, en garrones y brazuelos a más de U$S 8.500 o en los cuartos de vaca a U$S 6.500 por tonelada. La realidad, para los primeros meses del año entrante, nos depara precios entre 30% y 40% inferiores.
Durante los meses de precios elevados en el mercado chino, la industria frigorífica tradicional debió enfrentar la competencia de los operadores sin planta que entran al negocio cuando los precios son altos y salen cuando son bajos. Estos operadores, que están para apropiarse de los beneficios pero desaparecen cuando hay que enfrentar las pérdidas, causan una distorsión inaceptable en los mercados.
Las condiciones climáticas de extrema sequía en muchas zonas ganaderas del país han provocado una sobreoferta de hacienda para faena en buena parte del año 2022; sin embargo, cuando finalmente comience a normalizarse el régimen de lluvias, seguramente se generen las condiciones para una retención de hacienda de parte de los productores, limitando la oferta de ganado y la producción de carne bovina.
“El desafío más grande que enfrentará la industria exportadora de carne bovina el próximo año será el de la competitividad. China es el principal destino de nuestras exportaciones, absorbiendo aproximadamente el 75% de nuestros volúmenes despachados, y también es el principal importador de esta proteína a nivel global. En el actual contexto de precios deprimidos y una demanda más selectiva, Argentina no solo debe disponer del producto, sino también ser capaz de poder colocarlo en el mercado en condiciones similares a los de los principales competidores: Brasil, Uruguay, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos”, alerta Mario Ravettino, Presidente del Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC).
Las empresas exportadoras radicadas en estos países no deben enfrentar obstáculos como los cupos de exportación, los cortes prohibidos, los derechos de exportación o los tipos de cambio múltiples.
Los precios actuales ofertados por los importadores, sumado al contexto macroeconómico de nuestro país junto con las regulaciones específicas que afectan al comercio exterior de carne bovina, determinan una fuerte disminución de la competitividad de nuestros exportadores, que, de mantenerse estas condiciones, comenzarán a ceder posiciones en la participación relativa en las compras chinas de carne bovina.
La ecuación actual de menores precios en los mercados de destino, combinada con elevadas tasas de inflación a nivel doméstico vuelve imprescindible la adecuación del tipo de cambio efectivo al cuál se liquidan las divisas obtenidas.
“La brecha entre el dólar oficial neto de derechos de exportación y la evolución de los costos industriales se ha vuelto un factor que afecta y afectará negativamente la competitividad de nuestra industria en los principales destinos de exportación”, agrega Miguel Jairala, asesor económico del ABC.
La foto del último trimestre del año 2022, con precios internacionales en caída, costos industriales en alza y una oferta que solo se mantiene abundante debido a la extremadamente negativa situación climática para la producción primaria proyecta un panorama alertante sobre las expectativas de la industria exportadora de carne bovina para el año 2023.
Con el actual esquema cambiario, el precio del novillo en dólares neto de derechos de exportación es el más alto de la región, el costo salarial que se actualiza en línea o por encima de los índices inflacionarios, se vuelven una carga cada vez más pesada convertidos a dólares, y la evolución de las tarifas de energía eléctrica y gas y también los combustibles han comenzado a evolucionar en los últimos meses por encima del valor del tipo de cambio oficial.
“El próximo año se verá limitado el valor de las exportaciones en dólares estadounidenses por menores precios en los principales mercados de destino. Si el tipo de cambio profundiza su evolución negativa con respecto a la que muestren los principales costos industriales, la competitividad se verá afectada perjudicando también la participación de Argentina en los principales mercados de destino”, finaliza Ravettino.
La competencia se ha vuelto desafiante, los precios han caído y en este marco la posibilidad de tener un buen desempeño en los mercados durante 2023 va a estar ligada al hecho de contar con un contexto con un contexto macroeconómico y regulatorio que genere condiciones favorables para la actividad.