Con el dólar soja II se propone comprar dólares a $230 y venderlos a los importadores a $170. Esto incentiva a los productores de soja a liquidar dólares al Banco Central pero al costo de una mayor emisión monetaria ya que por cada dólar-soja liquidado se quedan en el mercado $60 Como esta emisión es rechazada por la población, dado que las personas demandan cada vez menos pesos para proteger sus ahorros, el Banco Centrar tiene que absorberla con Leliq.
En la primera versión del dólar soja la cantidad de pesos en poder de la población se mantuvo constante en aproximadamente $4 billones, mientras que las Leliq subieron de $7 a $8,5 billones. Es decir, todos los pesos emitidos por las pérdidas que generó el dólar soja fueron rechazados y tuvieron que ser absorbidos con Leliq, las cuales son emisión monetaria contenida en los bancos.
Pero este no es el único problema. En el esquema actual hay múltiples cotizaciones del dólar que fueron surgiendo como resultado de las sucesivas restricciones al mercado cambiario. Múltiples tipos de cambio es un reflejo del desorden actual de la economía producido por un Estado desequilibrado y en permanente déficit. Con múltiples tipos de cambio el mercado se desordena, se desalienta la producción y se invita a la especulación de buscar la forma de hacerse de dólares baratos para venderlos más caros. Esto alimenta la inflación.
¿Qué hacer?
Lo principal es reconocer que estas medidas son consecuencia de un error de diagnóstico. La presión sobre el dólar no es la falta de reservas sino el exceso de pesos que existe debido a un persistente desequilibrio fiscal.
A largo plazo, el foco debería estar puesto en ordenar el gasto para reducir el déficit fiscal. Es necesario dejar de tomar medidas que cumplen la función de “parches” a corto plazo y pensar en un ordenamiento integral del Estado que permita solucionar aquello que presiona sobre los dólares y las reservas: la emisión monetaria y el endeudamiento público.
Lo urgente es salir del irracional manejo de las tarifas de los servicios públicos y la ineficiente gestión de los planes sociales. Que la crisis no siga escalando no depende de conseguir más dólares sino de que el Gobierno encuentre una alternativa que equilibre el exceso de gasto.
Fuente: Idesa