Es común pensar que la oferta y la demanda del maíz a nivel mundial sea el factor principal que mueve los precios del grano; sin embargo, la realidad es muy diferente y son varios los factores que influyen en su comportamiento.
Pero iniciemos por el más obvio: oferta y demanda.
El viernes pasado y como cada mes, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en Inglés), emitió su reporte sobre oferta y demanda al mes de diciembre, reporte en el que ya sabemos definitivamente cómo quedó la cosecha de este ciclo y que a partir de este momento, deja de hacer cambios importantes del lado de la oferta, para ser la demanda la que se convierta en el foco de atención del mercado.
A nivel Estados Unidos, el USDA reportó una estimación para los inventarios finales del ciclo 22/23 de 31.93 millones de toneladas, por encima de lo que esperaba el consenso del mercado de 31.55 millones de toneladas, y si bien es cierto que son menores a los del año pasado, superaron las expectativas que se tenían al inicio del ciclo, mostrando además que las exportaciones del maíz norteamericano se ubican muy por debajo de las expectativas del propio USDA, lo cual es bajista maíz.
A lo anterior habría que sumarle que las estimaciones de producción de maíz para Brasil las dejó en 126 millones de toneladas, mientras que a Argentina, y a pesar de los problemas de sequía que presentan, no solamente no las recortó, sino que las ubicó en 55 millones de toneladas, es decir 1.8 millones por encima de lo que estimaba la mayoría del mercado, lo cual también es bajista para el maíz.
Finalmente, el USDA estimó que los inventarios finales a nivel mundial para 2023 serían de 298.4 millones de toneladas contra 300.8 millones esperados, apenas 2.4 millones de toneladas por debajo de lo estimado, lo cual en definitiva, no es una cifra que genere fuertes movimientos en el precio, ya que a lo largo del año hubo gran volatilidad en los precios, derivado principalmente por las afectaciones que pudiese tener el cultivo derivado del clima.
Y hablando del clima, este es otro factor que sin duda incide en los movimientos del precio. La sequía que se presentó a lo largo del ciclo en algunas zonas de la franja maicera y hoy en Argentina, viene a generar volatilidad en los precios.
Pasado el reporte sin mayor pena ni gloria, el maíz logró romper una racha bajista de 6 días consecutivos, para cerrar en el contrato de futuros a marzo de 2023, que es el utilizado como referencia por nuestros agricultores para comercializar el maíz del ciclo Primavera-Verano, en niveles de 253.53 dólares/tonelada, avanzando apenas 59 centavos de dólar/tonelada.
Como tercer factor muy relevante, estaría la política monetaria que siguen los bancos centrales. La Reserva Federal de Estados Unidos, en un intento por controlar las fuertes presiones inflacionarias que han venido afectando a su país, inició un ciclo agresivo de alzas en su tasa de referencia desde el pasado mes de mayo, en el que ha llevado la tasa de un rango de entre 0.0 a 0.25% a uno de entre 3.75 a 4.0%, y que de acuerdo con los futuros de la tasa de la Fed, se espera que este mismo miércoles la incremente en otro medio punto porcentual para ubicarla en un rango de entre 4.25 y 4.50 por ciento.
Lo anterior genera que se disminuya la liquidez en los mercados y por lo tanto, los fondos (especuladores) se retiren de los diferentes mercados, incluidos los de materias primas. No es casualidad que después de tocar niveles de 318.69 dólares/tonelada en mayo pasado, mes en el que la Fed inicio el ciclo de alzas, el contrato a marzo de 2023 del maíz haya caído 65.16 dólares/tonelada equivalentes a un 20.44% con respecto al cierre del viernes.
A lo anterior habría que sumar los conflictos geo políticos en Europa y el precio de los combustibles.
La situación no se ve nada fácil ya que la tendencia en este momento es claramente bajista, justo en el momento en que se está comercializando la cosecha del PV de nuestros productores.