El Valle de Lerma cuenta con un potencial de crecimiento de la producción de frutillas dado por la radiación y temperaturas adecuadas para el cultivo y la disponibilidad de agua de la región. En este sentido, el INTA acompaña el desarrollo de productores hortícolas con capacidades para constituirse en abastecedores de Salta capital.
Javier Baldi, técnico del INTA Salta, remarcó: “Tenemos la capacidad de desarrollar en esta localidad un cultivo de frutilla comercial, que se ve impulsado por un mercado de cercanía consumidor que da lugar a la expansión de su producción”.
En la actualidad, “la superficie total cultivada son siete hectáreas, lo cual representa el 15 % del consumo de frutilla de la ciudad de Salta”, destacó Baldi. La expansión de la producción en el Valle de Lerma se constituye en la posibilidad de llegar con productos frescos y de calidad a los centros urbanos y consumidores.
La frutilla es una actividad innovadora en el Valle de Lerma, ya que el cultivo tiene pocos años de antigüedad en la localidad. “La tierra es cultivada por 20 productores de la agricultura familiar que se capacitaron en conjunto con el INTA a través de lotes demostrativos, para posteriormente articularse con los proveedores de insumos”, expresó el técnico.
El uso del mulch plástico es una tecnología utilizada en diversos cultivos hortícolas, utilizada también en la producción comercial de frutilla en la Argentina y en el mundo. “En la argentina se producen alrededor de 2.000 hectáreas de frutilla con esta tecnología, a lo que se suma riego por goteo, fertirriego y plantines de calidad; cuenta con incomparables beneficios”, explicó Baldi.
En este sentido, agregó que el mulch plástico “resulta muy útil tanto como para la conservación de la humedad del suelo como para la limpieza de la frutilla, ya que trabajar sin el plástico requiere que el productor riegue todos los días”.
“La tecnología de riego por goteo y el uso del mulch plástico hacen a la economía del agua y a los insumos que se utilizan”, destacó el especialista. Esta tecnología permite el uso eficiente del agua, ya que el plástico evita la evaporación desmedida del recurso.
También, este plástico logra un control eficiente de las malezas. “Las semillas de las mismas germinan bajo el plástico por la humedad y temperatura, pero al no recibir luz solar las plántulas no pueden prosperar y mueren” comentó Baldi. Además, como la fruta no se encuentra apoyada directamente en el suelo, no se pierde volumen y calidad por pudrición fúngica.
A su vez, el color del plástico permite regular la temperatura del suelo; “el negro absorbe la radiación infrarroja y así, se puede plantar con mayor precocidad un cultivo ya que la temperatura del suelo aumenta” aseveró el especialista.
“En estas escalas comerciales, una producción sin esta tecnología es prácticamente inviable”, sostuvo Baldi. Y agregó que, al finalizar el cultivo, es necesario hacer una disposición final del plástico; “se debe sacar el material completo del campo y dárselo a un operador para que lo recicle”.