El establecimiento “El Venado”, ubicado en el oeste bonaerense en Guaminí, fue elegido para celebrar el Encuentro Provincial de Agroecología y la II Jornada de Agroecología para educación agraria al que convocaron la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Dirección Nacional de Agroecología de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (SAGyP), el Gobierno de la provincia de Buenos Aires, el Ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense (MDA), la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia (DGCyE), la Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología (RENAMA) y el INTA Se trata de un establecimiento familiar conformado por 3 campos que reúnen unas 670 hectáreas agrícolas y ganaderas.
Cuando María Ester Irrazabal debió hacerse cargo en 2014, aseguró que “no tenía la más mínima idea sobre cómo administrarlo”, pues todas las tareas del campo eran realizadas por su esposo, pero tras enviudar decidió continuar la actividad junto a su hijo, Norman Best. Fue así que María Ester y Norman comenzaron probando con 18 hectáreas en 2014, y como vieron que funcionaba, un año después, en 2015, pasaron a trabajar las 670 hectáreas bajo esquema agroecológico y además se unieron al grupo de productores agroecológicos de Guaminí, para recibir apoyo y asesoramiento. “Este modelo se puede aplicar en todos lados, solo hay que saber ajustarlo a cada región. Por otro lado, es cierto que no es lo mismo que te digan qué hacer que cuando tenés que tomar las decisiones correctas, pero con mi hijo siempre tuvimos claro que no queríamos trabajar con agroquímicos. Acá no hubo una transición, fue una decisión de un día para el otro y esto fue gracias a Eduardo Cerdá, quien nos guió sobre cómo debíamos hacerlo”, dijo Irrazabal.
“Todo lo que estamos haciendo es cuidar la tierra para nuestros hijos y las generaciones futuras. Por eso me siento muy honrada de recibir los jóvenes de las escuelas agrarias en mi campo”, reflexionó. Norman es ingeniero mecánico y cuando decidió regresar a la vida rural en 2011, se dio cuenta que el campo había cambiado. Cuando junto a su mamá decidió adoptar el modelo agroecológico comprobó que podía mejorar la rentabilidad. “Trabajar bajo un esquema agroecológico significa vivir más tranquilos y sin créditos. Hoy solo contamos con cuenta corriente y chequera; pero es necesario dar la lucha desde adentro, quedarnos y buscar otras alternativas.
Les aseguro que se puede hacer. Nosotros somos productores medianos y pequeños pero la agroecología es aplicable a cualquier escala”, manifestó. En El Venado se utilizan 90 hectáreas para agricultura, y Norman asegura que pudieron hacer inversiones que antes no podían pagar. Su método pasa por producir asociando distintas especies, por ejemplo, el trigo y la cebada son cultivados sobre pasturas de trébol o alfalfa, y la cebada es producida en asociación con vicia. A su vez, considera que no debe haber zonas agrícolas y otras ganaderas, sino que ambas actividades pueden coexistir. “El enfoque agroecológico considera que el manejo integrado de ganadería y agricultura para potenciar la producción es clave. En nuestro caso hemos aumentado la cantidad de hacienda, pasando de un rodeo de 250 a 350 vacas, y bajamos los costos porque no compramos más alimento balanceado, sino que nos valemos de las pasturas que sembramos”, consideró Best.
No obstante, Best reconoció que “la agroecología requiere estar más encima y más personal. Con el modelo convencional quizás una persona puede manejar mil hectáreas, pero en nuestro caso somos tres personas y a veces nos sentimos muy atareados, porque tenemos más tareas y sobre todo más diversas”.
“Llamamos a un contratista para que nos haga las labores agrícolas, y si le podemos pagar es porque el modelo es rentable. Tenemos un tractor modelo 97 y podríamos tener uno más nuevo, pero esa no es la idea, sino generar más mano de obra, alambrar más, comprar mangas y todo lo que se pueda sembrar en el campo.
Hace dos semanas teníamos 11 personas trabajando en el campo de distintos rubros. El contratista, molinero, herrero, el que trae la piedra para hacer la base de los silos, todos trabajaban en un mismo día. Eso genera la agroecología, tratar de ponerle distintas capas a un mismo campo”, declaró.
“Un modelo para nosotros es el establecimiento la Aurora de Juan Kier. Experiencias exitosas como esta demuestran que es posible el camino de la agroecología. Y para quien diga que no se puede trabajar sin uso de agroquímicos, los invito a este campo para que vean que sí se puede trabajar y tener un buen campo”, sintetizó.
La Aurora, ubicado en el sur bonaerense, fue premiado por la FAO como una de las 52 mejores experiencias mundiales de explotación con agroecología dado que tiene buenos niveles de producción, menores costos y buenos márgenes de rentabilidad.
A su vez, la FAO desarrolló la Herramienta TAPE, la cual permite evaluar el rendimiento de la agroecología en establecimientos, enlazando aspectos productivos, sociales, económicos, ambientales, culturales y políticos, y la misma ya se aplicó en el cinturón periurbano hortícola de Córdoba y en el Área Metropolitana de Rosario, provincia de Santa Fe, en 60 sistemas de producción distribuidos en 5 distritos de la provincia. También se pudo reunir información sobre cómo el nivel de transición agroecológica medido con los 10 elementos de la agroecología establecidos por FAO se vincula con el desempeño de los sistemas.
“La agroecología da solución, aunque da más trabajo, hay que estar todos los días, por eso decidimos vivir acá en el campo. Es la forma en que haya caminos, en tener conectividad y más. No nos olvidemos que todos comemos todos los días, y ese alimento es fundamental que sea sano”, concluyó.
Fuente: FAO