“Con esta situación, si hoy me llama un cliente para pedir un contrato a futuro, no me voy a animar. Estamos en esa tesitura los importadores porque queremos ver cómo se desarrollan estos cultivos porque cuidamos mucho que se puedan cumplir”, explicó a La Nación/Nación Media. Indicó que una de las fortalezas dentro del mercado internacional es que siempre se encargan de cumplir los contratos que prometen y que el atraso sería de 20 días a un mes en comparación a otros años.
Indicó que a estas alturas del año normalmente los agroexportadores del grano ya empiezan a tomar cuotas, pero que estas se hacen con base en la información de producción. “La planta tiene que estar erguida y fuerte y con un desarrollo normal”, sostuvo y agregó que las precipitaciones arrastraron las semillas sembradas por la erosión generada.
Los productores tuvieron que elegir entre resembrar o desistir en la plantación. “Tuvimos ambos casos, está el que vuelve a sembrar y el que desiste ya. Solo que es difícil cuantificar, pero creo que la mayoría resembró”, dijo. Estimó que pese a las condiciones climáticas fueron sembradas alrededor de 70.000 hectáreas y que lo que queda es ver cómo afectaron a los cultivos las bajas temperaturas de noviembre.
“Por eso justamente nos trazamos una meta bien ambiciosa y nos preparamos para cubrir mucha superficie”, comentó. La meta que se trazaron fue de 100.000 hectáreas, mientras que las pérdidas a causa de las lluvias serían de 20.000 a 25.000 hectáreas. En cuanto al precio de venta del producto, subrayó que este rondaría los G. 6.000 a 7.000 por kilo.
Con relación a la chía, dijo que ya se exportó en una gran cantidad y que siguen trabajando en cerrar contratos en mayor volumen a estas alturas del año. A diferencia de lo que fue el sésamo, registró una muy buena productividad gracias a que no hubo heladas. “Calculo que unas 80.000 hectáreas se habrán producido y unas 40.000 toneladas pudieron haber salido con esa cantidad cubierta”, añadió.