“Solo para que se cumpla el objetivo de desarrollo sostenible (ODS) número 2 de Hambre Cero, será necesario aumentar la productividad en torno a un 28%”
El Subdirector General y Representante Regional para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, participó del 39º periodo de sesiones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que se llevó a cabo desde el lunes 24 al miércoles 26 de octubre en el Centro Cultural Kirchner, en la ciudad de Buenos Aires.
También participó el jueves 27 de octubre del encuentro entre los cancilleres de los 32 países que conforman la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)- cuya Presidencia Pro Témpore (PPT) está en manos de la Argentina-, y cancilleres de la Unión Europea (UE), con el objetivo de reforzar el diálogo birregional.
La CEPAL es el organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas responsable de promover el desarrollo económico y social de la región y el período de sesiones es el encuentro bienal más importante, ya que ofrece una instancia propicia para analizar temas relevantes para el desarrollo de los países de la región y examinar la marcha de las actividades de la Comisión.
En el evento de la CEPAL, Lubetkin participó del Panel 3: La inversión y las estrategias sectoriales: motores del desarrollo sostenible, en donde expuso que “solo para que se cumpla el objetivo de desarrollo sostenible (ODS) número 2 de Hambre Cero, será necesario aumentar la productividad en torno a un 28%, y al mismo tiempo controlar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para alcanzar los Objetivos del Acuerdo de París”.
Lubetkin resaltó que “América Latina y el Caribe es una región clave en la producción y comercio de alimentos ya que cuenta con sectores altamente dinámicos, vinculados a cadenas globales de valor tales como las frutas, las verduras, la carne, la soja, los vinos y también es clave para la seguridad alimentaria global”.
“Los territorios de nuestra región son inmensamente ricos: producen alimentos para más de 1300 millones de personas, el doble de la población que tenemos, que posee en 14% de los cultivos del mundo, que alberga casi el 50% de la biodiversidad global, que representa el 31% de las aguas dulces, que representa el 23.4% de los bosques de la región, y eso es un punto de partida importante”, agregó.
Sin embargo, el Representante Regional para América Latina y el Caribe advirtió que “los sistemas agroalimentarios presentan importantes brechas en la eficiencia productiva y comercial, equidad y sostenibilidad ambiental. La región ya venía enfrentando un incremento de inseguridad alimentaria; sin dudas el COVID-19 azotó a los países produciendo una crisis económica y social sin precedentes. Basta pensar que el Producto Bruto Interno per cápita de la región se contrajo del 7.6% entre 2019-2021, uno de los mayores retrocesos en los últimos 100 años de nuestra historia”.
Para ponerlo en números, Lubetkin remarcó que “las personas que viven en nivel de pobreza aumentaron al 2021 de 187 millones a 201 millones, lo que significa que hemos incrementado los niveles de pobreza de un 30.5% a un 32.1%, al tiempo que los que viven en pobreza extrema también aumentaron, pasando de 70 a 86 millones en el mismo periodo”.
“Pasamos del 11.4% al 13.8% en personas que sufren hambre en la región. En 2019 eran poco más de 43 millones, y saliendo del escenario del COVID-19 ya están por encima de 56 millones de personas, lo que significa, si hablamos en porcentajes, el 8.6% de la población de América Latina y el Caribe. Esto es un incremento de casi el 25%, lo que también significa un retroceso de 10 o 12 años en el esfuerzo por reducir la pobreza extrema y el hambre en la región”, evidenció.
La post pandemia por COVID-19, el aumento del gasto público para hacer frente, la interrupción de la cadena de suministro, el incremento de la demanda energética, el conflicto entre Rusia y Ucrania y las consecuencias del Cambio Climático, han incrementado los precios de los combustibles, fertilizantes y alimentos, lo que genera un proceso inflacionario mundial que limita el acceso a alimentos de calidad a millones de personas en el mundo.
En este punto, Lubetkin señaló que “atravesamos una situación económica muy difícil de cara al 2023, lo que pone en serio riesgo el logro de los Objetivos de Desarrollo del 2030. Esto se suma a la fuerte preocupación de la comunidad internacional por desarrollar medidas de adaptación al Cambio Climático sobre los sistemas alimentarios y la reducción de la degradación de los recursos naturales y la biodiversidad”.
“Los sistemas agroalimentarios contribuyen, lamentablemente, al 50% de la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI); en este contexto el sector agropecuario necesita nuevos modelos de producción para contribuir al desafío alimentario. Es necesaria una transformación de los sistemas agroalimentarios para hacerlos más resilientes, sostenibles e inclusivos, lo que quiere decir que no solo hay que enfocarse en la rentabilidad económica sino también en una alta responsabilidad en estándares sociales y ambientales”, declaró.
Para hacer frente a estos desafíos, la FAO lanzó en 2019 la iniciativa Mano de la Mano que se ejecuta en 10 países de la región (favorece la ejecución de programas ambiciosos dirigidos por los países para acelerar la transformación de los sistemas agroalimentarios, y para hacer frente a los ODS 1, 2 y 10: Erradicación de la Pobreza, Hambre Cero y Reducción de la Desigualdad), y en 2020 lanzó otra iniciativa: 1000 Aldeas Digitales (promueve la digitalización de servicios en zonas rurales). Ambas buscan el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles y la transformación de los sistemas agroalimentarios. La FAO presenta un total de 438 proyectos a nivel regional con un presupuesto que supera los 500 millones de dólares.
“No hay que dejar atrás la inclusión y las políticas de programas de empleo decente, especialmente para mujeres, jóvenes, grupos sociales más afectados como los pueblos indígenas y afrodescendientes y personas que habitan en territorios rezagados”, indicó.
“Las personas que viven en situación de pobreza solo cuentan con su trabajo para obtener ingresos, por eso necesitamos empleos de calidad. Dado que la agricultura familiar y la pesca artesanal son las principales fuentes de ingresos y de alimentos, es importante apoyar los medios de vida de las personas dedicadas a estas actividades. Esto permite apoyar la reactivación económica a nivel local y proteger la seguridad alimentaria de buena parte de nuestras poblaciones”, dijo Lubetkin.
Y concluyó: “Son especialmente relevantes las medidas orientadas a mejorar el acceso a activos financieros y no financieros, a la regulación de la tierra, a servicios rurales, así como la diversificación de la producción y la expansión de la innovación digital para la comercialización”.