En lo que va del transcurso del año a la fecha, solo llovió la mitad de las cifras históricas, faltan 270 mm de agua; solo contamos con la esperanza que recién para fin de año se normalice la condición climática.
Hay que remontarse 60 años atrás para encontrar un otoño-invierno similar. Los pronósticos atmosféricos han confirmado que el fenómeno climatológico denominado "Niña", que determina bajas precipitaciones en la pampa húmeda, se ha extendido por tercer año consecutivo.
El impacto de esta situación es brutal ya que se han dejado de sembrar un millón de hectáreas de trigo. Los cereales sembrados resisten, pero presentan pocos y débiles macollos, afectados por la sequía y consecutivas heladas. En el sur de Santa Fe se implantó solo el 40% de las legumbres invernales proyectadas, así como de las pasturas y verdeos de la temporada. En los campos preocupa el descenso de las napas. La cadena forrajera se está agotando, no hay rebrote de los pastos, las reservas son escasas y las cañadas naturales están secas.
Una vez más, la producción agropecuaria debe sortear un año productivo complejo; a la inestabilidad económica se suma el mal clima. El campo como sector es arraigo, es el motor económico que moviliza cuantas otras actividades, fuente de divisas y por lo tanto forma parte de la solución a los problemas que nuestro país está padeciendo. Es por todo esto que, necesitamos reglas claras y previsibilidad para seguir produciendo y exportando, así como la eliminación de cepos y cupos que distorsionan las actividades, sus planificaciones y resultados finales.
Fuente: Sociedad Rural de Rosario