En los últimos años hay mucho revuelo con la leche. Por un lado, se dice que su consumo es imprescindible para seguir una dieta saludable y mantener un buen estado de salud. Pero por otro lado se dice todo lo contrario. Así que, ¿a quién hacemos caso?
¿La leche es saludable o no?
En muchas campañas publicitarias y en algunas guías dietéticas se viene a decir que la leche es un alimento imprescindible que deberíamos tomar a diario. El argumento más habitual es que su aporte de calcio es necesario, especialmente para determinadas personas, como la población infantil y las mujeres que han alcanzado la menopausia, por cuestiones relacionadas con el desarrollo de los huesos y la prevención de osteoporosis y fracturas.
Lo cierto es que la leche tiene una buena composición desde el punto de vista nutricional: aporta proteínas de calidad, grasa, vitaminas (especialmente A, D y E) y minerales, especialmente calcio. Es decir, se trata de un alimento saludable e interesante. Pero eso no significa que su consumo sea imprescindible, como tampoco lo es ningún otro. Es decir, si queremos y podemos tomarla, estupendo. Pero si no es así, no hay problema. Eso sí, debemos tenerlo en cuenta para obtener esos nutrientes a partir de otros alimentos.
Mitos y bulos en contra de la leche
Hay muchas personas que no quieren o no pueden tomar leche, ya sea por motivos éticos (relacionados sobre todo con el bienestar animal) o por motivos de salud (por ejemplo, alergia a las proteínas de la leche).
El problema es que también hay otras que han decidido evitar su consumo por miedo o rechazo, basándose en alguno de los muchos bulos y mitos que existen en torno a este alimento. Y tomar decisiones de este modo nunca es buena idea. Como muestra, podemos recordar tres de los mitos más extendidos.
»El ser humano es el único animal que puede beber leche en su edad adulta»
Este es uno de los argumentos que se utilizan con más frecuencia cuando se habla en contra del consumo de leche. Y la verdad es que resulta sorprendente, porque no se sostiene por ningún lado. El ser humano también es el único animal que cocina paella en su edad adulta y que conduce coches o habla por teléfono. Pero eso no significa que todas esas cosas sean malas ni buenas. Simplemente las hacemos porque podemos hacerlas. Si somos los únicos animales que consumen leche es porque podemos ordeñar vacas. De hecho, no es cierto que seamos los únicos. Muchos animales toman leche si se la ofrecemos en un plato.
Es cierto que algunos no pueden digerirla bien, sobre todo porque son intolerantes a la lactosa, que es el azúcar característico de la leche. Pero eso es algo que también ocurre entre los humanos. Para hacernos una idea, en España se estima que el 40% de la población no es capaz de metabolizar este azúcar porque su organismo no produce lactasa, que es la enzima que lo hace posible.
»La leche está llena de hormonas y antibióticos»
Otro de los mitos más frecuentes sobre la leche es el que dice que está llena de hormonas y antibióticos, medicamentos que supuestamente se administran a los animales para aumentar su producción. Sin embargo, esto está prohibido desde hace años en la Unión Europea. Solo está permitido el uso de esos medicamentos cuando existen motivos justificados desde el punto de vista sanitario (por ejemplo, para tratar una enfermedad) y en caso de administrarlos, es necesario respetar un tiempo de espera para que el animal los metabolice y no estén presentes en la leche que se va a destinar al consumo.
Para comprobar que todo esto se cumple, se realizan controles y análisis de forma periódica. De hecho, esto es una de las primeras cosas que se analiza en la industria, entre otras cosas porque su presencia supondría un tremendo problema para la elaboración de yogures o quesos, por ejemplo. Los resultados del último informe (año 2022), que publica anualmente la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, indican que el 99,81% de las muestras de alimentos de origen animal que se analizaron en el año 2020, cumplían los límites máximos de residuos. En definitiva, podemos decir que la leche no contiene hormonas ni antibióticos.
»La leche es producida por animales con infecciones en las ubres y contiene pus»
Esta es otra de las afirmaciones que se suelen esgrimir en contra del consumo de leche. Da bastante grima pensar que pueda ser verdad, y es precisamente en lo que se apoyan muchos de los detractores de este alimento: generar miedo y rechazo, aunque sea a costa de afirmaciones sin fundamento. Lo cierto es que los animales son sometidos a controles sanitarios para que mantengan un buen estado de salud. Y es que un animal enfermo es un gran problema. No solo por las implicaciones sanitarias y éticas que eso puede tener, sino también porque supone pérdidas económicas para el productor.
Un animal enfermo, con infección en las ubres (mastitis), no produce leche y si lo hace, la cantidad es muy pequeña. Además la calidad de esta leche es muy mala. Es cierto que algunos animales pueden tener mastitis subclínicas, es decir, sufren la enfermedad pero no manifiestan síntomas, así que es difícil detectarlo a simple vista. Pero se puede conocer realizando análisis de la leche, tal como se hace habitualmente. De hecho, la calidad sanitaria de la leche es uno de los criterios que se tiene en cuenta para establecer su precio cuando se vende a los productores (y obviamente también es lo que se tiene en cuenta para declararla apta o no apta para el consumo).
Fuente: Sialaleche.org