En la Argentina, hay más de 20 millones de hectáreas que presentan ambientes con presencia de sales en el perfil. Entre las regiones más afectadas se encuentran los bajos Submeridionales y sur de Santa Fe, la pampa deprimida y oeste de Buenos Aires, y el centro sur de Córdoba, zonas en las que hay una gran proporción de suelos hidro-halomórficos –afectados por sales y sodio–.
Frente a este panorama, surge un interrogante: ¿Es posible mejorar la productividad en ambientes salinos anegables y hay estrategias que permitan mejorar su estructura funcional? Convencidos de que la remediación es lenta, pero posible, un equipo de especialistas del INTA y Aapresid trabajan en la Chacra América. Un proyecto compuesto por 9 experiencias productivas del Oeste Medanoso –noroeste de Buenos Aires, sudeste de Córdoba y noreste de La Pampa– que tienen en común los suelos salinos y anegables como una problemática central a resolver.
Para Julián Isasti –responsable técnico del proyecto Chacra América–, existe la posibilidad de mejorar la productividad en algunos ambientes salinos anegables, pero destacó la vital importancia de realizar, primero, un reconocimiento de cada ambiente. Y reconoció: “No todos los suelos salinos y anegables son iguales, así como las posibilidades de remediación”.
Por su parte, Horacio Videla Mensegue–especialista en conservación de suelos del INTA Laboulaye, Córdoba– coincidió con Isasti y remarcó: “Lo primero que hay que determinar es el nivel de riesgo de sufrir anegamientos, su frecuencia, permanencia y época, para en función de eso, estimar la posibilidad o no de recuperación que tiene cada tipo de suelo y la aproximación de uso de cultivos anuales o perennes”.
“Hay ambientes que tienen un nivel de salinidad y una frecuencia de anegamientos tan alta que resulta imposible mejorarlos. En estos casos, lo ideal es reservarlos como ambientes naturales que cumplen la función de humedales o espacios buffer para regular la hidrología de la Cuenca”, especificó Videla Mensegue.
Uno de los problemas que contribuyen a aumentar superficie y efecto de sales y se observan en el territorio nacional es la ineficiencia en la capacidad de cosecha de agua en los ambientes aledaños. Por esto, son importantes las secuencias ordenadas e intensivas de cultivos, o bien el uso de pasturas de alta producción para mejorar la captación y uso de ambientes de menor riesgo hídrico.
En este sentido, el especialista del INTA se refirió aquellos ambientes en los que es posible reducir el riesgo hídrico que presentan y, así, recuperar su productividad. Para esto, hay dos tipos de estrategias: limitar el ascenso capilar que deposita sales en el perfil o superficie del suelo y fomentar el lavado de sales con la infiltración de agua de lluvia.
De acuerdo con Videla Mensegue, es “clave” tener cobertura en la superficie, mediante la implantación de especies adaptadas, y contar cultivos, cuyas raíces, absorban agua lo más profundo posible. Además, es importante que los cultivos presenten tolerancia a las sales y al anegamiento. “Así, se deprime la napa y las sales se mantienen lo más alejadas de la superficie del suelo posible”, explicó. Además, hay que mejorar la infiltración del agua en el suelo.
En este sentido, Isasti dio un paso más y detalló que “las coberturas ayudan a disminuir la evaporación y el consecuente ascenso de las sales, así como también mejoran la porosidad e infiltración de los suelos”. Es que, según explicó, los suelos salinos se caracterizan por presentar problemas físicos que complejizan su estructura funcional.
Y, en este sentido, el especialista de Aapresid destacó el rol de las coberturas vegetales en el proceso de recuperación. “En ambientes salinos, si vemos suelo estamos haciendo las cosas mal”, aseguró Isasti quien no dudó en subrayar la importancia de tener los suelos “siempre cubiertos de vegetación viva”.
“Esta mayor porosidad permite que ingrese el agua y se laven las sales del suelo”, agregó, mientras que Videla Mensegue aseguró que la clave del éxito está en el manejo de los flujos del agua. “Por un lado, hay que reducir el ascenso capilar y, por otro, aumentar la percolación y la distribución de agua en el perfil”, indicó el técnico del INTA.
Por su parte, Rodolfo Gil, director académico del programa sistema chacras de Aapresid y experto en conservación y manejo de suelos del INTA, “la mejor forma para regenerar un ambiente edáfico es tener el suelo siempre vivo y con mucha actividad biológica y diversa”. Y agregó: “La naturaleza nunca se detiene, sino que cumple con los ciclos y procesos que la mantienen en un constante funcionamiento”.
Pautas de remediación
Para Isasti, “en los suelos salinos, se perciben rápido las consecuencias de las prácticas no adecuadas. Cuando hay errores, en seguida se expresan las sales”. Entre los manejos no recomendables en suelos salinos, el especialista destacó las pulverizaciones que evitan que se enmalecen los paisajes y las labranzas. “Al mínimo disturbio, vuelve la salinidad al suelo”, aseguró.
Videla Mensegue compartió este diagnóstico y agregó: “La salinidad del suelo es un síntoma del mal manejo del paisaje”.
De acuerdo con los especialistas, para remediar los suelos salinos es recomendable sembrar cultivos de servicio y, desde las anuales hasta las perennes, hacerlo a surco abierto. Además, ponderaron la importancia de hacerlo cuanto antes para lograr una mayor cobertura.
Además, reconocieron que, en ambientes dominados por el gramón y el pelo de chancho es posible implementar especies como agropiro, cebada, triticale y melilotus, entre otras, que ayuden a disminuir la salinidad superficial. El uso del rolo picador, en estos ambientes, es una práctica interesante para reducir la cobertura natural muerta y permitir el ingreso de luz, lo que favorece la resiembra y acelera la sucesión de especies.
A la par, los especialistas desaconsejaron pasar el rolo en ambientes de carnosas tipo salicornia o vidriera. Es que esta práctica rompe las costras, lo que aumenta la evaporación y el ascenso de sales a superficie.
Es importante analizar que el proceso de salinización genera estratificación de sales que, por lo general, son mayores en superficie y, si además las sales predominantes son de cloruro de sodio, las mismas generan dispersión de materia orgánica, lo que debilita la estructura, y como consecuencia estos suelos presentan alta susceptibilidad a compactarse superficialmente, sellarse o encostrarse.
Es por ello que, sacar las ruedas tapadoras mejora la implantación de pasturas y verdeos al reducir el efecto de “planchado” que genera el sodio. No obstante, es importante que la semilla quede en contacto en el fondo del surco y para ellos es necesario que los órganos de apretado (colita de castor o ruedita compactadora) estén activas y cumplan con su función (asegurar contacto semilla-suelo).
Un proyecto con futuro
La Chacra América es uno de los proyectos más jóvenes del que participan 9 empresas agrícolas de la zona Oeste Medanoso y la Regional América de Aapresid. Desde 2020, los especialistas de INTA y Aapresid trabajan con el objetivo primordial de contribuir a la mitigación y recuperación de suelos con napas salinas.
Para esto, implementan buenas prácticas agronómicas ajustadas a estos ambientes que permiten mejorar su capacidad productiva, en un marco de gestión integrada. Esta proyecto será una de las experiencias que se compartirán en la 30.° edición del Congreso Aapresid que se realizará del 10 al 12 de agosto en Rosario, Santa Fe.