Cuando los productores Gabriel Cottura y Lucas Lepore recién comenzaban a ejercer como ingenieros agrónomos, hace unos 15 años, las malezas tolerantes o resistentes a herbicidas recién eran un problema incipiente.

Actualmente instalados como productores en una amplia franja productiva que abarca a todo el sur de Córdoba, de este a oeste, y a parte de San Luis, donde cultivan más de 40 campos, advierten cómo es un inconveniente que se vuelve cada vez más complicado de controlar.

Contar con biotecnología de avanzada en las semillas es una herramienta fundamental para combatir esta problemática.

Es por eso que Cottura y Lepore decidieron crear Avanti Semillas, la empresa que representa al semillero Stine en su zona de influencia: en esta campaña ya multiplicaron variedades, con el fin de agregarle valor a su producción de soja.

El punto sobresaliente de estas semillas, según Cottura, es la tecnología Enlist, que le confiere a la planta tolerancia a aplicaciones de glifosato, 2,4-D y glufosinato de amonio, lo que ayuda a su vez a tener más herramientas para controlar las malezas.

“Acá es clave porque estamos en la cuna del yuyo colorado: son ambientes de calidades medias a inferiores en los que las plantas sufren numerosas condiciones de estrés. Con la tecnología Enlist logramos excelentes controles de malezas, evitando competencias y sin agregarle otro factor de estrés a al cultivo”, remarca Cottura.

TAMBIÉN EL MAÍZ

De todos modos, en una región maicera por excelencia, el cereal es el que tiene mayor participación en los ingresos de la empresa, al punto de que en muchos campos lo siembran en campañas consecutivas.

Para Cottura, Stine también tiene un diferencial en este cultivo. En el sur de Córdoba, la gran mayoría de los materiales que se siembran son tardíos, pero eso conlleva un riesgo: es una zona que suele sufrir tormentas de vientos muy fuertes en otoño e invierno, y que provocan quebrado de caña cuando las plantas ya empiezan a secarse.

Asimismo, las heladas suelen ser tempranas, y por ello es fundamental que los ciclos sean medios a cortos y logren una rápida madurez y secado.

En ese sentido, Cottura destaca el potencial del último maíz “corto” que lanzó Stine (ST 9741-20) y del “petiso” (ST 9820-20).

“Vemos que la genética de Stine es muy útil para la zona: ciclos medio, o medio-cortos, de secado rápido y arquitectura de planta baja, muy buena sanidad, buena caña y con biotecnología Viptera 3, que es de las mejores protecciones contra todos los lepidópteros, además de ofrecer tolerancia a dos grupos diferentes de herbicidas. Es lo que hace falta en maíz tardío”, subraya.

Y menciona como ejemplo que los rendimientos logrados con estos híbridos son similares a los que logran los mejores materiales de la competencia en esta zona, donde también predominan los ambientes restrictivos.

“Vienen logrando similares quintales por hectárea a los maíces líderes, con un plus en cuanto a la sanidad, control de plagas y malezas; y la estabilidad de las plantas por el tamaño de la caña: nos da menos miedo de que se caigan”, explica.

LA APUESTA POR STINE

En definitiva, la decisión de estos productores de sumarse al proyecto de genética de Stine tiene que ver con “el importante respaldo y buena tecnología de base que tiene la empresa”, remarca Cottura.

“Hace poco que está en Argentina, pero en ese poco tiempo ha logrado productos que compiten de igual a igual con firmas que tienen 20 años de ventaja de desarrollo local, e incluso logrando diferenciales. Por eso nos interesó subirnos al barco”, añade.
“Como productores vemos que Stine tiene una buena genética y buena biotecnología, y un proyecto de inversión e investigación muy importante, por lo que creemos que a mediano plazo va a ser una empresa fuerte”, concluye.