Especialistas del INTA La Rioja, en articulación con la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad Nacional de Córdoba, llevaron a cabo un ensayo de experimentación adaptativa orientado a validar la aptitud agroecológica de dos variedades de garbanzo en los Llanos riojanos.
En esta región, la vegetación natural y pasturas introducidas son las principales fuentes de alimentación del ganado bovino y caprino. Sin embargo, su disponibilidad en cantidad y calidad dependen estrechamente de las precipitaciones.
Mientras tanto, en el período de receso del crecimiento de la vegetación, la alimentación del ganado depende de las reservas de forraje obtenidas en la época de crecimiento o de alimentos externos al sistema, los cuales implican un alto costo económico para pequeños productores.
En este contexto, Eduardo Oliva, especialista del INTA La Rioja, sostuvo que “el cultivo de garbanzo se constituye en una alternativa promisoria con destino a la alimentación humana y animal, debido a sus capacidades adaptativas, bajos requerimientos hídricos y sus características nutricionales”. De esta manera, se busca potenciar la rentabilidad y la calidad de vida de pequeños productores de ganado bovino y caprino.
“Para el ensayo fueron seleccionadas las variedades de cultivar norteño y cultivar chañarito”, explicó el especialista y agregó que “la evaluación demostró que no existen diferencias significativas entre ambas”.
En cuanto al progreso del cultivo en este entorno, “se adaptó sin mayores inconvenientes a las condiciones agrometeorológicas del territorio, las condiciones de sanidad resultaron óptimas y los requerimientos de fertilizantes fueron mínimos”, destacó Oliva quien detalló que se empleó riego por goteo por ser la metodología adoptada por los agricultores del territorio y se realizaron aplicaciones de nitrógeno, fósforo y potasio, luego de realizar los análisis del suelo.
El garbanzo progresa con bajo requerimiento de humedad del suelo durante el ciclo, requiere suelos francos, suavemente inclinados y drenados. Es muy sensible a la disponibilidad de agua, por lo que para obtener buenos rendimientos debe evitarse el déficit hídrico durante los periodos de germinación, floración y llenado de vainas; pero aun así su dotación de riego de 300 milímetros es muy inferior a la de otros cultivos alternativos, como el maíz y la alfalfa.
El garbanzo se destaca por ser un alimento rico en leticina, la cual tiene una gran importancia en el control del colesterol y en la prevención de enfermedades que pueden afectar al hígado y, además, contiene ácidos esenciales como el omega 6. Asimismo, poseen una elevada proporción de fibras solubles y ácido fólico, abocado a la protección de enfermedades coronarias.
Sumado a esto, este alimento tiene alto contenido proteico y contiene un 60 % de hidratos de carbono, los cuales, unidos a su elevado contenido de grasa, actúan como una importante fuente de energía.
En este contexto, además de las potencialidades ya descriptas, existe una demanda de garbanzo a nivel internacional, por lo que el equipo especialista destaca que este constituye una posibilidad de exportación.