La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) publicó su icónico informe trimestral sobre la participación del Estado en la renta agrícola. Arrojó que “por cada $100 de renta que genera una hectárea promedio, $61,50 se va en impuestos”, explica David Miazzo, Economista Jefe de FADA.
El índice de junio es 3,4 puntos porcentuales más bajo que el registrado en marzo, de 64,9% a 61,5%. Esto se da principalmente por la suba de precios y también por una leve suba de los rendimientos considerados, ya que los impactos de la sequía fueron menores de los que se estimaban.
“Aunque bajó la participación del Estado en la renta agrícola, igualmente la recaudación fiscal aumentó, porque la cantidad de impuestos en pesos que pagó una hectárea promedio aumentó”, afirma Miazzo. En el caso de soja, los impuestos nacionales que paga una hectárea pasaron de $74.250 a $89.986, en maíz de $45.316 a $54.480, en trigo de $26.209 a $38.069 y en girasol de $22.306 a $42.693.
¿Cómo afecta la suba de precios internacionales?
La suba de precios internacionales no sólo generó un mayor aporte fiscal, sino que también un mayor ingreso de dólares. En los primeros 5 meses del año el sector cereales y oleaginosas ingresó al país 15.329 millones de dólares por exportaciones, lo que representa un récord histórico de ingreso de divisas.
“Con estos números se puede apreciar que una suba de precios de los granos no sólo beneficia a la producción agropecuaria, sino que también el Estado recauda más e ingresan más dólares al país. Mientras más divisas ingresen al país es mejor para toda la economía, ya que se disponen de más dólares para importar gas y combustibles, por ejemplo. Además, mientras más valga la producción, más actividad económica se genera, en particular en los pueblos y ciudades del interior productivo. Más actividad significa más movimiento para todos los sectores económicos, no sólo el campo”, agrega Nicolle Pisani Claro, economista de FADA.
¿Cómo impacta la falta de combustible?
Una gran dificultad que están enfrentando hoy en día quienes trabajan la tierra es el faltante de combustible, que afecta a productores, contratistas y camioneros. El faltante genera problemas productivos, ya que en muchos casos no se puede cosechar porque no hay gasoil para las máquinas. Problemas logísticos porque no se puede sacar lo que se cosechó de los campos debido a la falta de combustible para los camiones, o se priorizan fletes cortos porque los camioneros temen hacer fletes largos a Rosario y no poder volver. Incrementos de costos, porque ante la escasez se vende gasoil blue, como se ha comenzado a llamar al gasoil que se vende por encima del precio oficial.
Además, genera impactos para las personas que trabajan en estos eslabones, contratistas y productores perdiendo tiempo y dinero, esperando días o viajando decenas de kilómetros para conseguir combustible. Transportistas perdiendo días enteros en una cola de una estación de servicio esperando para cargar combustible, justo en la época que más trabajan en el año. Múltiples impactos negativos que los productores, contratistas y camioneros de Uruguay, Paraguay y Brasil no están sufriendo.
¿Qué pasa con el tipo de cambio y los costos?
En los últimos 12 meses, el incremento nominal del tipo de cambio oficial fue del 26,7%, pasando de $94,86 por dólar a $120,16, mientras que la inflación en el mismo periodo la inflación fue del 60%.
En términos de tipo de cambio real, descontando los efectos de la inflación, en los últimos 12 meses cayó un 21%. “¿Qué significa? Que el tipo de cambio se ha atrasado respecto a la inflación, incrementando los costos de producción al medirlos en dólares, un escenario malo para cualquier actividad exportadora”, advierte Miazzo.
“Para poner un ejemplo: el costo de la cosecha se incrementó un 83% en pesos en los últimos 12 meses, mientras que el tipo de cambio oficial sólo subió 26,7%. Esto significa, que el costo de la cosecha se incrementó un 44,5% en dólares. Algo parecido pasa con el resto de las labores y los fletes, es la consecuencia típica de los procesos de atraso cambiario, los costos en pesos comienzan a encarecerse al medirlos en dólares”, comenta Pisani Claro.
“En cuanto a los costos de insumos, los fertilizantes son los que vienen presentando mayores subas en dólares desde principios de 2021, con aumentos en dólares que van desde el 73,6% hasta el 97,1% según los distintos productos”, afirma Natalia Ariño, economista de FADA.
Si se analiza la estructura de costos de los cultivos de acuerdo a la moneda en la que están expresados, se puede identificar que un 54% de los costos de una hectárea de soja están estrictamente dolarizados aunque si se considera el costo de la tierra llega a representar el 66%.
En el caso del maíz, como los fertilizantes y semillas tienen más peso que en el caso de la soja, los costos dolarizados ascienden al 56% de la estructura, mientras que, si se considera el costo de la tierra, los costos dolarizados ascienden al 63%.
“El costo de producir se ha incrementado sustancialmente en dólares durante el último año. Si tomamos el promedio de los cuatro cultivos considerados, hoy cuesta un 37,9% más en dólares que el año pasado, el mayor aumento se dio en trigo, con un incremento anual del 50,1%. Si se compara con el año 2008, por tomar otro periodo de precios internacionales altos, los costos actuales son un 56,8% más altos en dólares corrientes, para el promedio ponderado de los cuatro cultivos”, completa Miazzo.
¿Para dónde van los impuestos?
El informe también analiza los cultivos uno por uno y muestra que la participación del Estado en la soja es del 68,4%, maíz 53,9%, trigo 50,4% y girasol 44,8%.
La carga impositiva está compuesta por impuestos nacionales, provinciales y municipales. Los nacionales no coparticipables representan el 66,8% del total que afronta una hectárea agrícola en Argentina. Se componen principalmente por los derechos de exportación, a los que se le suma el impuesto a los créditos y débitos bancarios.
Las tributaciones nacionales coparticipables entre Nación y las provincias representan el 27,8%. Acá tenemos principalmente el impuesto a las ganancias y los saldos técnicos de IVA.
Las provincias reciben parte del 27,8% como coparticipación, y también recaudan diversos impuestos. En este Índice se consideran el impuesto inmobiliario rural, el impuesto a los sellos y el impuesto a los ingresos brutos, con una alícuota reducida, ya que ni Córdoba ni Santa Fe, por ejemplo, cobran este impuesto. Así, los impuestos provinciales son el 4,9% de los impuestos totales.
Los municipales representan el 0,5% de los impuestos en el Índice FADA promedio nacional. El componente central de los mismos son las tasas viales o las guías cerealeras, de acuerdo a la provincia.
Índices provinciales
En cuanto a los índices provinciales, Córdoba registra un 62,3%, Buenos Aires 59,6%, Santa Fe 59,7%, La Pampa 59,8%, Entre Ríos 64,1% y San Luis 62,5%.
Los impuestos provinciales presentan divergencias. En todas las provincias analizadas se paga impuesto inmobiliario rural e impuesto a los sellos para la compraventa de granos. En Buenos Aires, Entre Ríos, La Pampa y San Luis se pagan Ingresos Brutos con diferentes alícuotas; y en Córdoba y Santa Fe la actividad está exenta. Buenos Aires y Santa Fe tienen tasas municipales, mientras que La Pampa tiene las guías cerealeras. Córdoba, San Luis y Entre Ríos no tienen imposiciones a nivel local. San Luis y La Pampa tienen impuestos al estilo de aduanas internas.