La presentación se hizo durante la 10a Asamblea Plenaria de la Alianza mundial sobre los suelos que trabaja en crear una mayor conciencia sobre la gestión sostenible de este recurso. Los suelos negros concentran mayores niveles de materia orgánica y son esenciales para contribuir a la seguridad alimentaria y a la acción climática por su potencial de secuestro de carbono

Representantes de más de 500 asociados, incluidos los Miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se reunieron esta semana para celebrar la 10.a Asamblea Plenaria de la Alianza mundial sobre los suelos (AMS), y presentaron un mapa mundial de distribución de suelos negros, los cuales se caracterizan por presentar mayores niveles de materia orgánica.

El objetivo es monitorear esas tierras dado su papel crítico en la seguridad alimentaria y su potencial de secuestro de carbono. Caracterizados por un alto contenido de materia vegetal descompuesta y con gran contenido de carbono y de nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y potasio, los suelos negros abarcan aproximadamente 725 millones de hectáreas.

Casi la mitad de esos suelos se encuentran en la Federación de Rusia, donde representan el 19 % de la superficie. Argentina figura en cuarto lugar entre los diez países del mundo con más suelos negros; estos cubren el 14 por ciento de la superficie del país con 39,7 millones de hectáreas.

Aproximadamente 223 millones de personas viven en suelos negros, lo que representa menos del 3% de la población mundial. Sin embargo, los suelos negros concentran una parte importante de la población en varios países. El 93 por ciento de la población de Moldavia vive en una zona de suelos negros. En la Federación Rusa, los suelos negros albergan a casi la mitad de la población rusa. Del mismo modo ocurre en Argentina ya que esos suelos albergan a más de la mitad de la población del país. Otros países con una elevada proporción de su población que viven en suelos negros son Ucrania (52%), Colombia (49%), Uruguay (46%), Mongolia (44%) y Kazajstán (42%). Los suelos negros no solo ofrecen sustento a las personas asentadas en ellos, sino que también alimentan al resto del mundo gracias al gran porcentaje de su producción que se exporta, pese a que solo representan una pequeña proporción de los suelos del mundo. De hecho, de ellos proceden unas dos terceras partes de las semillas de girasol del mundo, el 30 % del trigo y el 26 % de las papas.

Aunque asociados a ecosistemas de pradera autóctonos, también se pueden encontrar en regiones tropicales. Los cultivos, los pastizales y los bosques vienen a ocupar, cada uno, una tercera parte de los suelos negros en todo el mundo. “Teniendo en cuenta el papel fundamental que desempeñan los suelos negros para la seguridad alimentaria y la acción climática y su creciente vulnerabilidad a la degradación del suelo, es de suma importancia estudiar sus propiedades y su estado a escala local y mundial”, dijo el Sr. Yuxin Tong, Coordinador de la Red internacional sobre los suelos negros. Hacer un mejor seguimiento de la dinámica de los suelos negros derivada de las prácticas de gestión permitiría tomar decisiones fundamentadas.

Los suelos negros están literalmente vivos y, gracias a la ingente labor de la amplia variedad de organismos que albergan en su interior, convierten la materia vegetal y animal en ácidos húmicos que catalizan nuevos ciclos de vida en la superficie. La complejidad de estos ecosistemas también aumenta la sensibilidad de los suelos negros ante las intervenciones antropogénicas que los alteran, con consecuencias desmesuradas para la seguridad alimentaria mundial y el cambio climático.

El valor de la Alianza mundial sobre los suelos

Desde su creación hace un decenio, la AMS trabaja para crear una mayor conciencia mundial y local sobre la importancia de la gestión sostenible del suelo y para guiar las políticas destinadas a abordar problemas tales como la erosión, la salinización y la contaminación o cuestiones como la conservación de la biodiversidad, la fijación de carbono y los desequilibrios de nutrientes. “El papel de los suelos y su fertilidad nunca habían sido tan importantes como ahora con objeto de garantizar la seguridad alimentaria para todos y posibilitar la transformación de los sistemas agroalimentarios a fin de que sean más eficientes, más inclusivos, más resilientes y sostenibles”, dijo el Director General de la FAO, QU Dongyu, en su discurso inaugural de la Asamblea. Dongyu destacó los logros de la AMS hasta el momento en materia de promoción, desarrollo de las capacidades, datos y cartografía y movilización de inversiones, e instó a los participantes a trabajar para catalizar y ampliar las soluciones de gestión sostenible de los suelos in situ. “Nuestro objetivo de cara al futuro es mejorar y mantener la salud de al menos el 50 % de los suelos del mundo para 2030, lo que solo es posible con el firme apoyo y la solidaridad de ustedes”, añadió el Director General.

Esta meta, puesta de relieve en el nuevo Marco de acción de la AMS para 2022-2030v, tiene carácter urgente, ya que una tercera parte de los suelos del mundo se encuentran hoy en malas o muy malas condiciones y sufren procesos de degradación causados por prácticas de gestión no sostenibles.

La salud del suelo no puede medirse solo por la fertilidad agrícola. Según el Grupo técnico intergubernamental sobre los suelos (GTIS) establecido en la primera Asamblea Plenaria de la AMS y compuesto por 27 expertos de alto nivel de todo el mundo que brindan asesoramiento científico, los suelos sanos son aquellos “con capacidad para mantener la productividad, la diversidad y los servicios ambientales de los ecosistemas terrestres”. Dichos servicios consisten, por ejemplo, en posibilitar que los distintos territorios actúen como la mayor reserva planetaria de carbono después de los océanos, en almacenar agua que permite la existencia de vida incluso en períodos de sequía, en actuar como amortiguador contra las inundaciones y en regular los ciclos hidrológicos en gran escala. También favorecen una diversidad biológica que ayuda a regular la aparición de plagas y enfermedades e incluso constituye una fuente de productos farmacéuticos.

“Los suelos sanos proporcionan alimentos seguros y nutritivos y ayudan a mantener la salud de las poblaciones y los ecosistemas”, dijo Ronald Vargas, Secretario de la AMS. Los suelos enfermos no solo han perdido sus niveles naturales de biodiversidad y productividad, sino que son menos resilientes, por lo que son propensos a una mayor degradación, añadió.

Aunque el interés público por la salud de los suelos ha aumentado desde que la FAO coordinó el Año Internacional de los Suelos de 2015, además de coordinar el Día Mundial del Suelo desde 2014, así como gracias a numerosas iniciativas de la AMS, la cuestión no se trata adecuadamente en diversos compromisos internacionales. A través del nuevo Marco de acción, que incluye metas de desempeño mensurables y en el que se propone la elaboración de un índice mundial de salud del suelo, la AMS puede ampliar su función como caja de resonancia mundial para garantizar que esos acuerdos se traduzcan en medidas concretas sobre el terreno. Otro objetivo del Marco de acción es lograr una mayor coordinación con los tres convenios de Río, velando por que se reconozca debidamente la función de los suelos en el mantenimiento de un entorno sano.

De cara al futuro

Puesto que la AMS, hospedada por la FAO, funciona como una “red de redes”, se examinará la labor de las asociaciones regionales sobre los suelos, así como los avances de diversas redes técnicas internacionales respaldadas por la AMS que se centran en temas específicos.

Se llevarán a cabo los últimos preparativos del Simposio Mundial sobre los Suelos en Apoyo de la Nutrición, que se celebrará del 26 al 29 de julio de 2022. Simposios anteriores organizados por la AMS de la FAO y el GTIS sobre temas como el carbono orgánico del suelo, la contaminación del suelo, la erosión del suelo, la biodiversidad del suelo y los suelos afectados por salinidad han atraído a miles de participantes de casi todos los países del mundo. Estos simposios mundiales, impulsados por debates que integraban dimensiones científicas y normativas, dieron lugar a documentos finales de gran utilidad que contribuyen a la aplicación activa de las medidas recomendadas.