Más de veinte años de trabajo han dado sus frutos en Aysén, región que observa positivamente la incorporación de cultivos de frutales a su producción local, en beneficio de la Agricultura Familiar Campesina patagónica. “La comuna de Chile Chico era reconocida por su potencial frutícola. Debido a su microclima, existía la oportunidad de un cambio desde cultivos tradicionales a nuevas alternativas en la producción frutal. Tras la llegada de INIA a la zona fue posible diagnosticar, priorizar opciones y fortalecer su producción con mejoras en la homogeneidad, calidad y volumen de la fruta”, explicó Diego Arribillaga, investigador de INIA Tamel Aike y ejecutor del boletín de impacto de INIA, que evaluó el desempeño del apoyo tecnológico de INIA Tamel Aike al desarrollo agroalimentario de la región.

La aplicación de I+D+i de INIA inició en los noventa con el establecimiento del primer jardín de pomáceas, carozos, nuez y frutales menores. La instalación de la Oficina Técnica de INIA en Chile Chico, permitió conocer la realidad productiva de la zona y redirigir los esfuerzos para fortalecer la investigación, ejecutando la primera plantación comercial de cerezos con un Grupo de Transferencia Tecnológica (GTT), conformado por 11 productores y productoras de la Agricultura Familiar Campesina (AFC).

Algunos de los resultados a mediano plazo han sido el acceso a nuevos mercados de exportación, mejoras en las utilidad por hectárea ($15 millones), y la creación de empleos permanentes y temporales. Además, ha significado un Retorno sobre la Inversión (ROI por su sigla en inglés) de 41 % para la AFC, es decir, por cada peso invertido recibieron 41 % más de lo invertido en 20 años de trabajo constante con INIA.

Al respecto, la directora nacional de INIA, Iris Lobos, manifestó que “estamos muy satisfechos con el trabajo que se ha realizado en la Patagonia, abriendo posibilidades de cultivo a nuevos frutales con gran potencial de exportación. Para esta administración es vital mantener una relación constante con la agricultura familiar, potenciarla y mejorar sus condiciones de crecimiento agrícola, siendo esta experiencia un gran ejemplo de lo que podemos lograr con la trasferencia del conocimiento de INIA hacia las localidades”.

Este desarrollo progresivo de la matriz productiva de Aysén, ha contado con una inversión de $1.518.997.882 en fondos públicos, y la ejecución de 46 actividades a la fecha. Las tecnologías INIA validadas son: diseño de cortina cortaviento (natural o artificial), control de heladas, principalmente por aspersión de agua a copas de los árboles, además de un diagnóstico del movimiento de masas de aire frío en el valle de Chile Chico, conocimiento que permitió entender y controlar las heladas en la zona.