El INTA, junto con organismos municipales, provinciales y nacionales, lleva a cabo un programa de rescate genético y de saberes del Sauce Criollo (Salix humboldtiana), el único sauce nativo de nuestro país. Trabajan en la obtención de información y realización de actividades de conservación y repoblación en un contexto donde la invasión de las riberas de los ríos por otras especies exóticas de sauces y álamos y la actividad humana amenazan su persistencia en los ríos de la Patagonia Norte.
Leonardo Gallo, especialista en genética forestal del INTA Bariloche –Río Negro– expresó: “El Sauce Nativo es una especie de gran importancia para la conservación de los ecosistemas ribereños de los ríos patagónicos, donde sus poblaciones se encuentran gravemente amenazadas”.
En este sentido, el especialista explicó que la diversidad genética del Sauce Criollo, también llamado Sauce Amargo y Colorado, en la región es baja en comparación a la de otras especies forestales, ya que cedió terreno ante las especies invasoras y desapareció por completo en algunos sitios.
Asimismo, el especialista agregó que el sauce nativo es de excelente calidad de madera y forma de fuste, por lo que fue cortado y aprovechado abusivamente durante dos siglos de colonización, problemática que se extiende hasta la actualidad. A esta acción devastadora le sucedió la introducción de sauces europeos y asiáticos de gran vigor y alta capacidad de enraizamiento que fueron ocupando el hábitat donde anteriormente crecía el sauce criollo.
Además, como consecuencia, los pocos individuos sobrevivientes del sauce nativo se encuentran en un proceso de hibridación con las especies de sauces exóticos, lo que conduce a la pérdida de su identidad genética.
Esta especie nativa posee una amplia distribución natural que se extiende desde México hasta el Río Chubut -Argentina-, con preferencia por sitios húmedos en riberas de ríos y arroyos.
“En los 810 kilómetros de este río hay menos de mil árboles adultos. La escasez de ejemplares de la especie se repite en el río Neuquén; mientras que los que se encuentran sobre el Río Negro presentan diferentes situaciones de amenaza, la cual aumenta en el Alto Valle y el Valle Inferior, y encontrándose en mejores condiciones en el Valle Medio. Es una situación de pérdida alarmante”, sostuvo Gallo.
Para enfrentar esta situación, en la que el sauce nativo no puede transmitir su información genética pura a la descendencia debido a la invasión del sauce exótico, desde el INTA Bariloche “juntamos el material -lo poco que queda-, lo clasificamos, lo propagamos vegetativamente y mantenemos en viveros, hasta el momento de llevarlos a los ríos. Acá conservamos a los individuos identificados y agrupados por río, ya que no debemos mezclarlos”, explicó el especialista.
“En el mundo hay alrededor de 430 especies de sauces, pero el Salix humboldtiana es el único sauce nativo de América Latina y, por lo tanto, de Argentina. Tiene una historia evolutiva de entre 30 y 35 millones de años, por lo que es probable que haya dado origen a otras especies del género, la cuales, en general, tienen entre tres y cinco millones de años”.
De esta manera, el equipo investigador identificó que el problema trasciende la restauración de un ecosistema, “se está perdiendo la diversidad genética de una especie”, sostuvo Leonardo Gallo.
En las instalaciones del INTA Bariloche se halla un Banco Clonal, donde ya se encuentran propagados unos 330 clones pertenecientes a seis ríos patagónicos. Con la disposición de esta información y material, los técnicos proveen de los individuos específicos para cada río patagónico en el que se intervenga con trabajos de restauración, de manera que las estrategias de repoblación son llevadas a cabo con los materiales identificados como más aptos para propagar en cada río.
“Ya hemos intervenido en 19 sitios entre Chubut, Rio Negro y Neuquén, con instalación de estaqueros, ensayos clonales, huertos semilleros y trabajos de restauración que además son socialmente participativos”, agregó Gallo. En conjunto con el rescate genético, el proyecto hace énfasis en la necesidad de trabajar contra la erosión de saberes.
“Cuando se pierde una especie, se pierde el saber de la sociedad con respecto a ésta”, agregó Gallo, e identificó que “la gente mayor lo conoce y recuerda como un símbolo de su niñez, mientras que la población joven, en general, no tienen recuerdos ni conocimientos sobre la especie nativa que poblaba todos esos ríos”.
De esta manera, con la intención de que la población local se ponga en contacto con la especie, la conozca y reconozca, el equipo de especialistas interviene creando Bosquetes de Rescate de Saberes, de alrededor de 50 árboles, en sitios de gran afluencia de los habitantes.
Por otro lado, se implantan Bosquetes de regeneración de la diversidad genética, de entre 500 y 1000 individuos, sobre la ribera del correspondiente río para que los árboles del sauce nativo puedan cruzarse entre sí, generen semillas viables y que éstas luego puedan, en algún banco de arena, generar plántulas y repoblar de a poco el río, explicó Leonardo Gallo.
Este proyecto de repoblación es fruto del trabajo articulado entre las unidades del INTA Esquel, Valle Inferior, San Javier, Chos Malal, Zapala, Esquel y Trelew en Patagonia; y las unidades Castelar, Balcarce, Delta y Famaillá.
A partir de esta iniciativa, el Sauce Criollo forma parte del listado de especies forestales nativas priorizadas en varios organismos nacionales y provinciales de investigación y desarrollo. En las localidades de Viedma –Río Negro– y Gualjaina –Chubut– fue declarado Patrimonio cultural y natural, mientras que la provincia de Neuquén la destaca como especie a proteger. Diversas Universidades Nacionales y el CONICET cuentan con proyectos de investigación y desarrollo sobre esta especie, muchos de ellos articulados con el INTA.