Para que todas las semillas que llegan al suelo aprovechen todos los recursos en la misma medida –agua, nutrientes y radiación solar–, es muy importante que se encuentren correctamente distribuidas, que estén equidistantes unas de otras y que todas las plántulas emerjan lo más uniforme posible. De esta manera, se pueden evitar significativas pérdidas económicas.
En este sentido, Hernán Ferrari –especialista del INTA Concepción del Uruguay, Entre Ríos– destacó la importancia de aplicar buenas prácticas para la siembra: “Si hacemos un diagnóstico de unas horas, podemos solucionar un problema de meses y evitar pérdidas futuras”. Y agregó: “Ajustar las prácticas en la siembra va a permite alcanzar un éxito mayor”.
De hecho, Ferrari ejemplificó que, en el caso del maíz, una mala práctica de siembra puede generar pérdidas que superan los 1400 kilogramos por hectárea. “Es una pérdida que no podrá ser compensada con manejos futuros”, indicó.
Verificar el estado de la sembradora al menos un mes antes de iniciar la siembra es fundamental para contemplar los tiempos necesarios de mantenimiento y, muy importante, cesantes en la reposición de repuestos.
“Con esta estrategia podremos identificar una desuniforme emergencia de plántulas o una mala distribución de las semillas y evitar estos problemas”, explicó Ferrari quien agregó que “mientras que una mala distribución puede causar –en maíz– un impacto de 7.000 dólares cada 100 hectáreas, este valor se puede duplicar si se realiza un mal trabajo sobre las profundidades y se perjudica la emergencia de las plántulas”.
Aun frente a esta situación, el especialista del INTA subrayó que “existen numerosas tecnologías capaces de reducir al mínimo este número, disminuyendo el consecuente impacto económico”.
Distribución y profundidad
La correcta posición en profundidad de las semillas se verá afectada drásticamente por factores como la mala distribución del rastrojo en la cosecha, la calibración inadecuada de la profundidad de la cuchilla, un tren de siembra inestable, el desgaste de los discos plantadores, la falta o deficiencia del elemento contactador y la inadecuada regulación de las ruedas tapadoras.
En cambio, una mala distribución del material se da debido a un tubo de bajada de semillas inadecuado, una velocidad de avance excesiva, un tren de siembra nervioso, una incorrecta elección del vacío del dosificador o semillas excesivamente descalibradas.
En este sentido, Ferrari remarcó que “una incorrecta regulación del sistema de dosificación, más un tubo de bajada de semillas inadecuado, favorecerán a la generación de dupletes y fallas en las semillas siguientes”.
Por otro lado, si hay semillas con una diferencia de densidad del 15 % entre ellas, la de mayor peso rebotará más en el tubo de bajada; mientras que la de menor densidad rebotará menos y descenderá a una menor velocidad; así es que ambas quedarán juntas en el surco.
“Utilizar dosificadores de última generación, que permitan sostener esa semilla independientemente de la densidad junto con tubos de bajada curvos que copien en función a cómo está siendo liberada la semilla por ese distribuidor, aporta a que esto no suceda”, explicó Ferrari.
A su vez, el especialista del INTA señaló que: “Verificar que los sellos de las placas estén en buenas condiciones, sin fuga de vacío, que las placas no estén rayadas, que el tren de siembra se encuentre estable y el adquirir semillas que no difieran mucho en su calibre, asegurará una correcta disposición de las semillas”.
Para lograr que todas las semillas se encuentren a la misma profundidad, de manera tal que germinen y emerjan de manera uniforme, se debe mantener una carga constante del cuerpo de siembra, utilizar barre-rastrojos efectivos cuando su volumen sea desuniforme, así como utilizar elemento contactador para mejorar la capilaridad del agua.
Una excesiva velocidad de avance del equipo de siembra afectará por igual a ambas situaciones. Por lo tanto, no se debe sobrepasar la velocidad óptima de siembra de entre los cinco y ocho kilómetros por hora, según la sembradora.
Otoño con escasez de agua
Frente a la posibilidad de tener un otoño y un invierno con escasez de lluvias será fundamental tomar recaudos para aprovechar al máximo la justa o poca agua que el suelo logró contener en su perfil. En este punto, una de las estrategias más efectivas para la implantación de los cultivos, radica en configurar y calibrar de manera óptima el equipo de siembra.
“Lo primero que se deberá tener en cuenta es el cultivar a sembrar. Es importante seleccionar aquellas variedades o híbridos con mayor fuerza de emergencia”, destacó Ferrari quien añadió: “Este dato será fundamental, ya que permitirá realizar la siembra a una mayor profundidad que la normal, en búsqueda de la humedad necesaria para la pronta germinación de las simientes, pero con emergencia asegurada”.
Cultivares de alta fuerza de emergencia, como el trigo, permiten realizar siembras de hasta cinco centímetros de profundidad (dependiendo de la textura del suelo), con un excelente stand de plantas logradas. “Esto, sin dudas, deberá ir acompañado de una muy buena configuración y regulación del equipo de siembra”, puntualizó Ferrari.
En la sembradora, habrá que abocarse fundamentalmente al tren de siembra. En él, la cuchilla rastrojera o de microlabranza será el órgano al que mayor atención habrá que ponerle. Su principio de funcionamiento se tendrá que basar en remover el suelo por encima de la profundidad de siembra. “El punto clave para lograr este objetivo va a estar en la regulación, la cual implica abocar los mayores esfuerzos en lograr posicionar a la cuchilla a la misma profundidad que la profundidad de siembra”, indicó el especialista del INTA.
En condiciones donde el suelo presenta una capa superficial de mayor dureza o firmeza, se deberá tener muy en cuenta la elección de la cuchilla. “Es recomendable que sea del mayor diámetro posible para que ruede con menos esfuerzos (menor desgaste y menor consumo de combustible) y con un bajo número de ondulaciones (19 – 23) para que realice una muy buena remoción del suelo, siempre por encima de la línea de siembra”, expresó Ferrari.
Con respecto a los discos abresurcos, Ferrari dijo que deben estar en perfecto estado de mantenimiento, constatando que ambos discos se encuentren en íntimo contacto en la zona del ángulo de corte del suelo (punto de encuentro de los discos). Si no fuese así, el suelo superficial seco, buscará meterse entre los discos y generará, en el fondo del surco, un tapiz de tierra seca y suelta que se antepondrá a la caída de la semilla.
Se deberá controlar muy bien la carga de los cuerpos de siembra, mediante sus resortes, pulmones o pistones, para que las ruedas limitadoras vayan bien afirmadas al suelo impidiendo que la profundidad se varíe involuntariamente y me deje a las semillas en condiciones no adecuadas.
Por último, Ferrari recalcó: “Hay que prestarle atención a la configuración y la regulación de las ruedas tapadoras de surco en el tren de siembra”. Y agregó: “A diferencia de años normales, en este será necesario que dichas ruedas tengan adosados discos dentados o escotados que labren el suelo (para que corten la capilaridad por encima de la línea de siembra dando más agua disponible para las semillas) y aporquen tierra al surco, sin dejar lomo, para lograr un tapado eficiente de la semilla”.
“Casi el 60 % de la superficie agrícola de nuestro país está compactada por el tránsito de la maquinaria agrícola”, indicó Ferrari quien puntualizó que cuando la compactación supera los 2,5 megapascales de presión, se genera un detrimento de hasta el 30 % del rendimiento en la huella de la rueda. “Esto sucede porque los cultivos no pueden acceder al agua y a los nutrientes”, explicó.
Entonces, “es clave trabajar con neumáticos radiales de alta flotación, en todos los equipos que transiten el lote, con las libras de inflado correctas y utilizando tránsito programado para no estar pisoteando en vano el lote”, puntualizó Ferrari.