Sin embargo, como todos los recursos naturales, el agua dulce es finita y su suministro se está reduciendo significativamente debido a nuestra manera de vivir y a la agricultura que desarrollamos.
Las aguas subterráneas han permitido sacar de la pobreza a millones de personas desde que las tecnologías de perforación y las fuentes de energía para el bombeo pasaron a estar ampliamente disponibles para los agricultores rurales en la segunda mitad del siglo XX. Se calcula que la contribución económica de las aguas subterráneas a la agricultura alcanza actualmente los 230 000 millones de USD en todo el mundo.
Ante el aumento del 50 % previsto para la demanda de alimentos, piensos y biocombustibles de aquí a 2050 respecto de los niveles de 2012, el agotamiento de las aguas subterráneas, si no se le pone freno, amenaza con socavar la seguridad alimentaria, los suministros básicos de agua y la resiliencia a la crisis climática a escala mundial. Como sucede con tanta frecuencia, las comunidades más pobres y marginadas son las que más tienen que perder.
Nuestra deuda con las aguas subterráneas
La Revolución Verde de la India, que en la década de 1960 puso fin a siglos de hambrunas y contribuyó de forma decisiva a sacar al país de la pobreza, le debe mucho a la abundancia de agua que se encuentra bajo su superficie.
A día de hoy, la India es uno de los mayores usuarios de aguas subterráneas de todo el mundo: este valioso recurso satisface la demanda de cerca del 60 % de la superficie regada del país. Sin él, la India y muchos países del mundo tendrían dificultades para alimentar a su población. En América del Norte y Asia meridional, por ejemplo, el 59 % y el 57 % de la superficie provista para riego depende de las aguas subterráneas.
Estos logros han tenido un precio. A fin de proporcionar alimentos a su población en rápido crecimiento a un costo asequible, los gobiernos locales de la India ofrecían electricidad barata —y, en algunos casos, gratuita— a los agricultores para que pudieran utilizar sus bombas de agua. Esto provocó un descenso de las existencias de aguas subterráneas, que alcanzaron niveles peligrosamente bajos en algunas zonas del país, y obligó a las autoridades a revocar esas políticas.
El vecino Pakistán, el cuarto país del mundo que más aguas subterráneas utiliza, ha vivido una situación similar: las décadas de sobreexplotación han llevado al país al borde de una grave crisis de las aguas subterráneas, pese a que la cuenca del río Indo almacena un volumen de agua dulce que multiplica por más de 80 el volumen de las tres presas más grandes del país.
En un período de 60 años, este país dependiente del agua superficial con excedentes de aguas subterráneas se ha convertido en un país dependiente de las aguas subterráneas que ejerce una sobreexplotación importante de este recurso.
Una preocupación mundial
La creciente escasez de este oro líquido afecta a todo el planeta: existen indicios convincentes que sugieren que numerosos acuíferos están siendo explotados a un ritmo insostenible en todo el mundo. Es más, el uso indiscriminado de fertilizantes y plaguicidas es la principal causa antrópica de la contaminación de las reservas subterráneas.
Aproximadamente el 70 % de las extracciones de aguas subterráneas se destinan a los cultivos de alimentos e industriales y a la cría de ganado, mientras que alrededor del 30 % del agua utilizada para riego en el mundo tiene origen subterráneo, lo que explica el importante papel que debe desempeñar el sector agrícola en este asunto.
¿Qué podemos hacer?
Existe otro problema derivado de las soluciones convencionales de almacenamiento de agua, que normalmente se basan en la construcción de grandes presas. Además de ejercer efectos ambientales importantes, esa infraestructura puede generar problemas para la sociedad, por ejemplo, con el reasentamiento forzoso de comunidades enteras. La FAO recomienda que los países consideren una gran variedad de soluciones basadas en la naturaleza para la gestión del almacenamiento de agua, por ejemplo, conceder más importancia a las reservas naturales y almacenar el agua superficial en llanuras inundables, humedales y ríos con curso sinuoso de origen natural.
El seguimiento continuo del consumo de aguas subterráneas, en particular en zonas de riego que se abastecen de acuíferos no renovables, también resulta crucial para su utilización sostenible. La FAO ayuda a los gobiernos y otras partes interesadas a proporcionar herramientas adecuadas, como soluciones de riego de precisión y de recogida y almacenamiento de agua y tecnologías de satélite, que ofrecen oportunidades eficaces en función de los costos para estimar los niveles de consumo y de extracción de agua subterránea mediante la medición casi en tiempo real de la evapotranspiración (término que define la suma de todas las formas de evaporación más transpiración). Actualmente, la Base de datos de acceso libre sobre la productividad del agua (WaPOR) de la FAO facilita esta información en forma de datos de libre acceso para el conjunto de África y el Cercano Oriente.
Es urgente y necesario aumentar la eficacia de la agricultura. La productividad del agua en la agricultura se puede incrementar reduciendo la pérdida de agua mediante la modernización de los sistemas de riego, mejorando la gestión de los recursos hídricos y aumentando la productividad de los cultivos mediante la utilización de variedades de cultivos más rentables y nutritivas.
La FAO, junto con el Mecanismo Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre Todas las Cuestiones Relacionadas con el Agua Dulce, Incluido el Saneamiento (ONU-Agua) y otros asociados, aprovechará el Día Mundial del Agua, que se celebra el 22 de marzo, para sensibilizar sobre la importancia de los recursos de aguas subterráneas para la producción y la seguridad alimentarias, y presentará al mismo tiempo la edición de este año del Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos, que se centra en las aguas subterráneas.
Fuente: Portal Fruticola