Con 650 hectáreas implantadas con este fruto seco, el Valle Inferior de Río Negro es la principal zona productora de avellanas del país. Aun así, la oferta varietal es escasa, por lo que desde el INTA Valle Inferior se evalúan cultivares de avellanos con el objetivo de potenciar el desarrollo del cultivo, a partir de la incorporación de nuevas variedades.
“La producción nacional crece cada año por la entrada en producción de nuevas plantaciones, aunque los volúmenes dependen de las condiciones climáticas de cada temporada, lo que puede ocasionar importantes mermas productivas”, señaló Darío Martin, especialista del INTA Valle Inferior.
“Por esta razón, frente a una situación de escasa oferta varietal, evaluamos nuevas variedades y algunas selecciones locales que podrían resultar de interés para esta región de cultivo y otras zonas del país”, explicó el técnico del INTA.
En la región se cultivan principalmente las variedades Tonda di Giffoni, que
produce frutos con buenos atributos industriales, y Barcelona, cuyo fruto es
apto para el consumo directo o snack, ambas tienen buenos rendimientos y calidad
de fruta.
Casina, Willamette, Ennis, Jemtegaard y Butler son las variedades en evaluación, caracterizadas por ser de brotación tardía y con menos riesgos de daños por heladas. Hasta el momento, Willamette y Ennis presentaron mejor rendimiento acumulado respecto de Casina y Jemtegaard, mientras que Butler, plantada años más tarde, aún no entró en producción.
“Por otro lado, se ha buscado profundizar los conocimientos de otras variedades que se encuentran en la colección de avellanos del INTA Valle Inferior y que han mostrado una buena aptitud polinizadora, otro aspecto deficiente en los cultivos”, agregó Martin.
En el marco de esta actividad se trabaja junto con el Ministerio de
Producción y Agroindustria de Río Negro en un proyecto para la instalación de un
vivero de avellanos con el objetivo de disponer de alternativas varietales con
mejores aptitudes productivas y polinizadoras.
En el Valle Inferior existen 37 emprendimientos productivos, en su mayoría de pequeña y mediana superficie. La creciente demanda, los precios atractivos, los menores requerimientos de mano de obra en comparación con otros frutales, la facilidad de la conservación y las condiciones de comercialización son los factores que impulsan el desarrollo del avellano en la región.
“El adecuado diseño de la plantación es clave para alcanzar altos rendimientos”, explicó Martin quien puntualizó que una plantación comercial debe estar constituida por al menos un 15 % de polinizadores genéticamente compatibles con la variedad principal, en un diseño que incluya tres cultivares polinizadores correctamente dispuestos para garantizar una adecuada disponibilidad de polen durante todo el periodo de la floración femenina de la variedad principal.
“Esto ha permitido que algunas plantaciones de la región alcancen
rendimientos competitivos que superan los 3.000 kilogramos por hectárea de fruta
con cascara”, detalló el especialista.
En 2020, la producción de avellanas con cáscaras se estimó en 650 toneladas, de las cuales se exportaron alrededor de 430. La fruta comercializada en el mercado interno, mayormente sin cáscara, es de alto interés frente a las de origen español o turco, las cuales tienen un tamaño menor.
Desde lo organizacional, se implementaron diferentes estrategias que facilitan el crecimiento, consolidación y posicionamiento de la región como proveedora de frutos secos. Aquí encontramos el Clúster de frutos secos de la norpatagonia, la Cámara de productores de frutos secos del Valle Inferior y grupos de Cambio Rural.
Esta línea de trabajo se enmarca en el proyecto estructural Mejoramiento genético, caracterización y uso de variabilidad con aplicación de herramientas biotecnológicas en cultivos frutales, perteneciente al Programa Nacional Frutales del INTA.