La última edición del suplemento Campo del diario La Nación dedica uno de sus artículos a la producción lechera en el Valle de Lerma. “En Salta, el tambo hace una buena dupla con la producción de tabaco” dice el texto del periodista Carlos Marin Moreno y añade que “la producción lechera en confinamiento encontró un espacio en el Valle de Lerma”.
Luis Elías relata: “Soy productor de tabaco desde hace 36 años. Comencé con una pequeña superficie y hoy llegué a 100 hectáreas en el Valle de Lerma”. Es propietario de 240 hectáreas en Campo Quijano, en el centro este de la provincia de Salta.
El tabaco es un cultivo apasionante por su complejidad y su condición artesanal. “Se establece planta por planta, se desflora a mano y también se cosecha hoja por hoja. Durante la recolección, se requieren 100 personas para cosechar las hojas de 100 hectáreas”, enumera.
Sin embargo, repetido durante muchos años genera problemas de estructura y reduce el contenido de materia orgánica del suelo. Entonces, “la inclusión del tambo en la rotación del campo, al incluir alfalfa y maíz para silo, contribuye a recuperar la fertilidad y la sustentabilidad del sistema productivo”, explica. La actividad lechera también ayuda financieramente, al generar ingresos todos los meses.
“En 2008 comencé a ordeñar 100 vacas y rápidamente crecí a 200 en una época de buenos precios de la leche, con un esquema que combinaba el pastoreo directo con un sistema semiintensivo. Pero luego los resultados económicos comenzaron declinar y hace un par de años nos dimos cuenta de que, con ese sistema productivo, que generaba muchos problemas de mortandad en las vacas, y con escala ajustada, éramos inviables económicamente”, se sincera Elías. “Durante el verano se perdían muchos vientres porque los suelos de la región tienen muchas piedras y generan fácilmente barro con las lluvias de verano”, completa.
“En ese momento, la encrucijada era cerrar el tambo o cambiar. Decidí lo segundo luego de visitar establecimientos lecheros de la región pampeana y de Paraguay. “Resolví construir cuatro galpones con cama caliente de aserrín para el confinamiento de las vacas buscando evitar el barro, darles más confort y aumentar la productividad. Se realizó un proyecto y en 2020 comenzaron las obras”, rememora.
Actualmente, hay dos galpones en funcionamiento en el campo de Elías. Cada uno tiene 31,5 m de ancho y 120 de largo y puede alojar 150 vacas en ordeño. Hay otro en construcción y un cuarto proyectado para albergar en total 600 vacas. Con esas instalaciones, se fijó una producción objetivo inicial de 28 litros por vaca y por día, para llegar a 34 en los siguientes dos años y a 40 en el largo plazo, producciones que permitirían volver a ser económicamente viable con la actividad lechera a Elías. El proyecto se desarrolla con financiamiento bancario y cada galpón cuesta aproximadamente 150.000 dólares. Se calcula su amortización en 20 años.
Producción
El diseño del galpón asegura muy buena aireación por el viento transversal, por tener mucha pendiente en los techos, lo que desarrolla un “efecto chimenea” y por un alero superior que genera un efecto vénturi, que mantienen una temperatura fresca en el galpón. Las vacas permanecen todo el día en el galpón y solo salen para ser ordeñadas tres veces por día: a las 5, a las 13 y a las 21. “El incremento de producción respecto de dos ordeñes es pequeño, pero los tres ordeñes mejoran la condición de las vacas, al no cargar tanto las ubres”, detalla el empresario.
La cama de aserrín se remueve con un implemento semejante un subsolador y con un rolo detrás. Se pasa varias veces mientras las vacas van al ordeñe y entierra las deyecciones recientes y deja limpia la superficie. La alimentación en confinamiento incluye silajes de maíz y de pastura, harina de soja, maíz molido, pellets de trigo y sales. Con esa dieta, Elías produce 31 litros por vaca y día promedio, de manera muy estable a lo largo del año. En el sistema pastoril anterior la producción era menor y caía mucho en verano y otoño.
A pesar de la concentración de animales (15 metros² de cama por vaca como guía orientativa) la sanidad en el galpón con cama caliente (también llamado compost barn) es muy buena. “Aún en épocas de verano de mucha humedad y lluvias, el recuento de células somáticas es bajo, lo que refleja satisfactoria sanidad de la ubre”, argumenta Luis.
Damián Martorell es otro empresario vecino de Elías, que también desarrolló un planteo que combina la lechería con tabaco, en este caso cultivado por terceros. Hace unos años, enfrentaba los mismos problemas de pérdida de vacas porque los suelos de la región son aluvionales. “En cada lote hay un mosaico con microambientes con textura arenosa colindante con arcillosa, completamente overos”, describe Martorell.
Destina el 30% del campo al cultivo de tabaco. En el resto de la superficie siembra maíz, sorgo, soja, raigrás, avena, cebada y vicia en secano, para generar el forraje que se corta y pica o ensila para integrar la dieta del plantel lechero.
El empresario migró de un sistema semipastoril, con patios de alimentación, en los que suministraba silaje y forraje picado, a un sistema en confinamiento total, muy profesionalizado, donde tiene dos tercios de su rodeo lechero: 280 vacas en ordeñe. El tercio restante, de menor producción, por ahora permanece en los patios de alimentación con comederos.
Construcción
El galpón de esta empresa tiene 15m de ancho y 90 de largo, con doble frente de comedero central. La dieta incluye heno de alfalfa, germen de maíz, grano de maíz molido, harina de soja de alto contenido proteico, silaje de maíz, gluten feed, proteína pasante y probióticos, entre otros ingredientes. “Se mezclan en distintas proporciones según las categorías de hacienda, con dos mixers con monitores que formulan automáticamente cada ración y se pueden dirigir y controlar de manera remota con una PC o un smartphone”, señala Martorell. Así, el operador del mixer no debe preocuparse por la mezcla que debe preparar cada día para las distintas categorías de hacienda.
La tecnología digital también se utiliza para la detección de celo y para el monitoreo del estado de las lecheras. Se concreta mediante collares que miden la actividad de cada animal y pueden detectar, además, si se acerca o no a los comederos o si tiene algún problema de salud. La información es captada por antenas que la envían a una PC, lo que permite organizar fácilmente la inseminación.
Con la dieta sólida y con el galpón, Martorell alcanzó una producción promedio anual de 31 litros por vaca, con picos de 38 litros. Para llegar a esos registros, utiliza vacas con alto potencial de producción.
Comenzó hace 18 años con un programa de asignación de servicios con dos toros mejoradores por vaca propuesto por Pedro Testa y fue evolucionando con otro programa de Select Sires & Juan Debernardi que recopila muchos datos y realiza un perfil genético completo de cada animal. El programa busca evitar la consanguinidad y dar mayor fortaleza general a los animales, adecuada altura de los isquiones y correcta inserción de las ubres, entre otros caracteres de selección. El fruto de ese trabajo ha sido mayor productividad y longevidad de las lecheras.
“En los 18 años de mejoramiento habíamos desarrollado animales de alto mérito genético, pero no les habíamos proporcionado el ambiente adecuado para expresar todo su potencial productivo. Por eso el galpón, que se asocia con los collares y con una sala de ordeño que tiene máquinas de ordeñar con sensores que miden la productividad individual y la conductividad eléctrica, para monitorear la mastitis subclínica y la salud general de las vacas. Esa información está disponible online y puede consultarse vía remota”, apunta Martorell.
Un cultivo que exige tener una alta productividad
“El tabaco es un cultivo ultra intensivo, que exige altísima productividad y eficiencia para ser rentable. Sin embargo, combina bien con la lechería por su alta fertilización, que es aprovechada por la alfalfa y el maíz posterior que se ensilan para integrar la dieta de las lecheras en el galpón”, explica el productor Luis Elías.
Es un cultivo que requiere mucha mano de obra e inversión: el establecimiento y protección exige 5.000 a 6.000 dólares por hectárea. Esa inversión corre enormes riesgos durante el ciclo, al tener hojas muy susceptibles al viento, al granizo y a enfermedades fúngicas.
La mano de obra y la fertilización (se aplican 1000 a 1100kg/ha de nitratos, fosfatos y productos con potasio) configuran el 50% del costo total. Otro ato costo son los 3 o 4 riegos por ciclo, instrumentado mediante surcos o mangas.
La planta de tabaco desarrolla 20 hojas y debe desflorarse a mano. Se cosechan tres hojas por semana y la producción va al secadero en el campo. Luego las hojas se humidifican y se acondicionan en fardos con hojas iguales. Así se vende a acopios, que separan las láminas de las nervaduras, tras lo cual la mercadería está lista para ser exportada en cajas de 200 kilos.
El ingreso neto esperable con rendimientos de tendencia (2.000 ilos por hectárea) y un precio de $300 por kilog es de $600.000 por hectárea, lo que evidencia lo justos que son los números.
En la provincia de Salta se cultivan 19.000 hectáreas de tabaco, principalmente Virginia y se producen 30 millones de kilos, de los cuales se exporta el 70%.
Cría de terneros de tambo sin mortandad
La cría de terneros es una actividad problemática en muchos tambos porque generalmente está acompañada de alta mortandad. Damián Martorell fue probando distintos sistemas, hasta que diseñó uno propio que funciona muy bien. De esto se trata:
Tratamiento individual
Apenas nace el ternero, recibe un tratamiento individual en un box con lámpara infrarroja y cama de paja para darle calor. Se seca, se estimula y se le suministra calostro antes de las seis horas, a razón del 10% de su peso vivo como mínimo.
Sigue el tratamiento individual
Permanece en ese lugar durante 48 horas durante las cuales se mide la concentración de inmunoglobulinas en sangre. Posteriormente, pasa a otro box hasta completar 10 a 14 días en observación, alimentado con leche pasteurizada a 37° a 38°C.
Sistema colectivo
Después va a un sistema colectivo con robots de alimentación (Calf Feeder) donde permanece 50 días y recibe todos los tratamientos sanitarios. Luego inicia otra etapa con alimento sólido hasta alcanzar 100 kilos de peso a los 65-70 días.
Corrales
Posteriormente, va a corrales donde consume heno de alfalfa, harina de soja de alta proteína y maíz molido hasta alcanzar 160 kilos y convertirse en rumiante. Luego, las hembras continúan desarrollando con otra dieta y reciben servicio a corral.
Resultados excelentes
Con este sistema a prueba desde agosto de 2021 Martorell tuvo mortandad cero sobre 80 terneros ingresados a la guachera de su empresa, y con excelente desarrollo y peso de los animales encerrados.
El artículo de La Nación Campo
Fuente: AgroNOA