Comenzó febrero y, entre los aspectos típicos que distinguen a este mes, están los exámenes a los que deben concurrir los alumnos que fueron aplazados durante el ciclo lectivo.
En el campo, los cultivos rinden examen de manera frecuente: los monitoreos realizados por asesores y técnicos apuntan a establecer las condiciones en que están los lotes, con el fin de reforzar alguna falencia y que la campaña termine con una aprobación.
La sequía y la ola de calor que sucedieron a principios de enero complicaron el ciclo estival y lo pusieron al borde del aplazo. Pero llegó el aliciente: las lluvias que se extendieron por gran parte del país, mejoraron la nota que los agrónomos les ponen a los cultivos para calificar su situación.
Según Macarena Rossi, técnica comercial del semillero Stine en el sudeste de
Buenos Aires, en esa región la sequía no ha sido tan grave como en la zona
núcleo, pero sí hubo un déficit de lluvias y el panorama podría haberse
complicado más si no hubiera sido por la llegada del agua.
“Una clave que se está viendo en esta temporada es la diferencia entre los que
hicieron buenos manejos agronómicos, en materia por ejemplo de cultivos
antecesores o de fertilización, en relación a los que no lo hicieron. Kilos en
general se van a perder, porque muchas sojas y maíces estaban en floración
cuando ocurrió la ola de calor, pero quienes hicieron un mejor manejo lo
sufrirán menos”, remarca Rossi.
El panorama es mejor para siembras tardías o de segunda porque la floración ocurre en febrero, aunque también depende de que haya nuevas lluvias y que no vuelvan las temperaturas extremas.
Rossi asegura que, por ejemplo en el caso de los híbridos de Stine, un aspecto diferencial es que hay líneas desarrolladas en Estados Unidos, y ya adaptadas a nuestras tierras, y que otorgan alta tolerancia a situaciones de estrés. “Son plantas de porte más bajo y angosto, crecen de manera erecta, por lo que captan mejor la luz solar y son más eficientes en el uso de agua, lo que les permite manejar mejor las situaciones de estrés”, menciona.
Incluso soportan altas densidades: pueden reducir el consumo de agua, sin perder potencial de rinde.
En el centro del país
En lo que se refiere a la situación en Córdoba, el técnico comercial de Stine
Semillas en el centro-norte de esa provincia, Pablo Pistone, comenta que “los
híbridos que más estaban sufriendo eran los ciclos cortos, pero con las lluvias
se recuperaron muy bien y van a estar muy competitivos”.
En algunos casos, la ola de calor ocurrió en pleno llenado de granos y por eso será difícil cumplir la expectativa de una cosecha de 120 quintales por hectárea: se lograrían unos 70.
“Dentro de nuestro portfolio, está reaccionando muy bien el ST 9820-20, “El Petiso”, que tiene como principal ventaja un paquete sanitario muy bueno y que al tener la tecnología 20, lo que significa que tiene la biotecnología Agrisure Viptera3®, evita los ataques de cogolleros y otras plagas. En siembras tardías va a dar un paso adelante. Y en planteos tempranos, el ST 9910-20, una de las nuevas “Bestias”, lo vengo viendo con buenos ojos, se recuperó bastante bien después de las lluvias”, añade Pistone.
En esta zona, para Pistone tendrán un desempeño mejor aquellos planteos de mediana a baja densidad, porque reducen la demanda de agua.