Walter Baethgen, vicepresidente de INIA e investigador de la Universidad de Columbia de Estados Unidos, dijo que el cambio climático ya causa más frecuencia e intensidad a los eventos extremos, y manifestó que el metano se mantiene de 10 a 15 años en la atmósfera, y por eso es inteligente bajar sus emisiones lo más rápido posible ya que tendría un efecto a corto plazo en la temperatura del planeta. Afirmó que la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del sector de la energía, “si además podemos bajar las emisiones de la ganadería, mejor”, pero no debemos distraernos de la solución: “en las emisiones de metano de los combustibles fósiles hablamos de ineficiencias corregibles y en la ganadería de producción de alimentos”.
-Comencemos por el principio, ¿el cambio climático ya es una realidad?
-El cambio climático ya es un problema de hoy, no del futuro. Por ejemplo, vemos un aumento de frecuencia e intensidad de los eventos extremos. Esto que pasó en enero no podemos asegurar que se deba al cambio climático, pero es el tipo de eventos que pueden aumentar su frecuencia: en 3 días pasamos de una seca a una ola de calor, tuvimos incendios y luego cayeron 150 mm en una hora. Lo más importante es ir a la causa y combatirla, y esto se debe a las emisiones de los gases de efecto invernadero que atrapan calor y lo devuelven a la tierra.
-Entonces podemos tener estos eventos extremos con mayor frecuencia que antes. Debemos adaptarnos a eso…
-Sí. Eventos extremos siempre hubo, lo que cambia es el llamado período de retorno. Tampoco es que hablemos de escenarios horriblemente diferentes. Este año le pregunté a amigos si hicieron algo con la información que teníamos de que iba a llover menos de lo normal, y casi todo me dijeron que sí. Algunos vendieron más ganado antes y tal vez a menor precio por miedo a quedar apretados de pasto, otros redujeron el maíz de primera… Hay información que ayuda a tomar decisiones, al menos sobre una probabilidad. En segundo lugar, si conocés bien tu sistema de producción podés volcarte a lo que te anduvo mejor en años secos, y si no tenés esa información la investigación tiene que ser capaz de mirar los últimos 30 años y brindarla. Y la tercera pata son los instrumentos financieros, los seguros agrícolas. Yo puedo hacer todo bien, pero igual ser golpeado por aspectos climáticos. En Etiopía se están asegurando millones de productores que hacen 1 hectárea, y son lugares donde llueven 300 mm por año. En Uruguay tiene que ser viable. ¿Podemos manejar el clima? No, somos “tomadores” de clima. Lo que sí podemos manejar son los riesgos asociados.
-Volviendo al tema inicial, ¿cuáles son esos principales gases que generan el efecto invernadero?
-Primero debemos decir que hay un efecto invernadero natural que permite que haya vida en el planeta. Los gases más importantes en ese efecto natural son el dióxido de carbono y el vapor de agua, que controlan la temperatura. En los últimos 300 años, desde la Revolución Industrial, el hombre comenzó a inyectar dióxido de carbono nuevo proveniente del petróleo, el carbón y el gas natural. Antes había un ciclo de carbono en equilibrio. El tema es que si comenzamos a inyectar carbono nuevo que estaba atrapado por millones de años en pozos de petróleo, yacimientos de gas natural o minas de carbón, ese equilibrio se altera. Para el cambio climático, hoy hay 3 gases importantes: el principal es el dióxido de carbono, seguido por el metano y el óxido nitroso. Cuando analizamos los gases que generan el calentamiento hay 2 aspectos fundamentales: qué capacidad de calentar tienen y cuánto quedan en la atmósfera. Si el dióxido de carbono tiene una capacidad de calentamiento igual a 1, el metano es más o menos 30 y el óxido nitroso 300. A su vez, el dióxido de carbono queda 1000 años en la atmósfera, por eso hoy todavía sufrimos consecuencias de la Revolución Industrial. El metano en cambio, queda por 10 o 15 años y luego desaparece como tal.
-Por esta razón se ataca primero el metano…
-Vamos a tener que atacar todos, pero es inteligente atacar primero el metano porque veremos un efecto a corto plazo en la temperatura. Cuando decimos esto la gente enseguida piensa en vacas y no es así. Las pérdidas de metano más importantes están en los combustibles fósiles, y eso está medido. Cada vez que abrís un boquete de una mina de carbón sale mucho metano. Cuando se hace un pozo de petróleo y se va perforando el suelo, se atraviesan pozos donde hay atrapado metano. Ni que hablar los yacimientos de gas natural, que luego lo trasladan por miles y miles de kilómetros hasta los hogares de las personas. Imaginemos las pérdidas que puede haber si se traslada gas natural de Ucrania a España, por ejemplo. Solamente esas pérdidas sumadas, son iguales a todas las emisiones de metano de todos los rumiantes del mundo. Pero en un caso hablamos de ineficiencias, pérdidas que no se buscan, y del otro lado hablamos de producir alimentos. Pensar que por consumir menos carne se combate el cambio climático es un disparate peligroso.
-¿Se pueden reducir estas pérdidas en el corto plazo?
-Sí. Una de las razones esgrimidas para la eliminación de estas pérdidas es que es difícil ver dónde están. Luego de la cumbre en Escocia hay un esfuerzo conjunto de la UE y la NASA con satélites para monitorear las fugas. Ya no hay excusas porque tendremos fotos de donde están las pérdidas más grandes.
-¿Podríamos ilustrar esto con algunos números?
-Un 95% del metano que se emite se descompone y desaparece, por lo tanto debemos cuidar ese 5% de emisión neta. Hay emisiones naturales que suceden en los pantanos, los humedales, áreas congeladas del norte de Europa… Pero estas son emisiones de metano naturales de hace miles de años. Hay 3 actividades en las que el hombre interfiere en este proceso: la generación de energía, los rumiantes y el manejo de la basura. Para llegar a un balance de metano 0, aparte de capturar carbono debemos reducir un 20% las pérdidas del sector de la energía.
-La elección entonces pasa por reducir la emisión de gases de efecto invernadero eliminando ineficiencias en la producción de combustibles fósiles o dejando de producir alimentos…
-Se puede tomar esa decisión de producir menos comida. La siguiente pregunta es: ¿qué mil millones de personas queremos que se mueran de hambre? También está esa visión romántica de volver a producir como hace miles de años. Aunque sea lindo imaginarlo, ya es tarde. En 2050 vamos a tener 9000 millones de personas y tenemos que darles de comer de manera sostenible. Imaginemos el mundo hace 20 mil años, cuando la huella del ser humano era casi inexistente. En esos momentos también había rumiantes comiendo pasto. Si bien eran más grandes y salvajes, eran rumiantes. Los científicos han estudiado cuánto metano emitían esos animales, y la estimación muestra que la cantidad era muy parecida a la de hoy. Pero es diferente cuando hablamos de un carbono nuevo que nunca estuvo en el ciclo natural. El gas, el carbón y el petróleo no estaba en los ciclos naturales. A veces me pregunto por qué hablamos tanto de las vacas y nos distraemos de lo que importa: el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la energía. Si además de atacar este aspecto, podemos bajar las emisiones de metano de la ganadería, mucho mejor. Pero no debemos engañarnos de dónde está la solución.
-¿Cómo ve la evolución de este proceso?
-Estos datos del metano son nuevos. Otro tema es que el dióxido de carbono queda 1000 años en la atmósfera, por lo que no es suficiente con bajar emisiones, tenemos que abrir “el tapón de la bañera”. Para esto el crecimiento vegetal es fantástico: la fotosíntesis agarra CO2 y usando la energía del sol lo transforma en biomasa: árboles, pasturas, cultivos. También hay ingeniería en el mundo, con estructuras enormes como grandes ventiladores que capturan dióxido de carbono del aire y lo sepultan, pero esto todavía es muy caro. Y luego tenemos los estímulos financieros, otorgando a esto robustez institucional de la parte pública. Ahí en Uruguay tenemos un rol clave del INIA y la Facultad de Agronomía, para que cuando venga un alemán o un chino vea cómo se produce en un campo carbono neutro, donde el rodeo de animales se equilibra con el monte o un buen manejo del campo natural.
-Producir de esta manera incrementa los costos. ¿Esta diferenciación ya se paga en el mercado internacional?
-Hoy no, pero no solo se trata de que empiecen a pagar más, sino que hay mercados que no se van a abrir. Ya existen cadenas de supermercados en Francia o Inglaterra que no compran carne brasilera, y no les importa si es del sur de Brasil que se produce muy parecida a la de Uruguay porque tienen una mala imagen de lo que están haciendo con la deforestación de la Amazonia. Hay que tener cuidado de que Uruguay no quede en ese paquete con mala imagen de Sudamérica.
-¿Uruguay tiene las condiciones para diferenciarse?
-Uruguay tiene todo. Es de los pocos lugares del mundo donde la gran mayoría de la carne se produce en ecosistemas naturales como el campo natural, que en el mundo está muy amenazado. No hay que cambiar todo para el productor, sino mejorar lo que ya se hace. Un campo natural bien manejado secuestra carbono. Debemos documentar bien, diferenciarnos y mostrarlo.
“Va a seguir aumentando el consumo de carnes”
-¿Cómo observa el futuro y los desafíos de la producción en el país?
-El consumo de carne en el mundo en las próximas décadas va a seguir aumentando. Cuando los países se desarrollan, cambian su dieta y consumen más carne. Pasó en China y en el sudeste asiático. Sin embargo, en los países más ricos como Europa occidental, se empezó a consumir menos carne. En mi opinión Uruguay debe posicionarse allí. Cuando estos habitantes consuman carne, no van a comer una hamburguesa, van a comer un buen pedazo de carne, que sea rico pero además sepan que no son cómplices de destrucción ambiental o explotación infantil y social. Para la agricultura, que es un rubro más pequeño, el concepto es el mismo. El arroz uruguayo por ejemplo ha sido muy inteligente en esto, midiendo y mostrando poblaciones de pájaros e insectos: no se ven amenazadas por la producción responsable de arroz, por el contrario. A cantidad no vamos a ganarle a nadie, pero debemos apostar a esa diferenciación, y que vengan científicos de todo el mundo y vean cómo lo hacemos.
Equilibrio de ganadería y agricultura que funciona
-¿Qué sucede con la agricultura?
-De 15 o 16 millones de hectáreas explotables en el país, 1 millón y poco son agricultura. Hay un equilibrio estipulado. Funciona bien y está amparado en una producción agrícola-ganadera. Casi no hay cultivos continuos y se usa la siembra directa. Dependiendo de la rotación vemos si se secuestra carbono o no, pero si se maneja bien seguro no se pierde. La agricultura se hace bien y además no hay muchos más suelos agrícolas para crecer. En Uruguay se trabaja bien por la cultura del productor de cuidar el suelo y por el plan de uso y manejo de los mismos, que establece de forma clara qué tipo de explotaciones tienen mayores riesgos. A la gente que venía trabajando bien no les cambió en nada, pero aquellos que desconocían el rubro y lo hacían como una inversión los protegió de la explotación indiscriminada al costo de una renta. Hay que buscar políticas que estimulen hacer bien las cosas, y no permitan que se hagan mal.
-Otro tema que ha estado en agenda es el uso de agroquímicos...
-Es un tema de balance. Si tú producís cultivos le estás quitando al suelo nitrógeno, potasio, azufre, micronutrientes, etc. Lo usás como una mina, entonces le tenés que devolver. Hay que tener cuidado en cómo manejarlo, porque el riesgo es que si se aplica mal, se pone demasiado o en un momento en el que la planta no lo toma se puede lavar, bajar y terminar contaminando el agua de un arroyo. El drama en los países pobres, donde cultivan prácticamente solo lo que van a comer, es que se les apesta la producción y no tienen recursos para hacer nada. Hay que manejarlo bien, pero es un tema de seguridad alimentaria.
-Esa idea de volver a producir con menos intervención del hombre puede generar menos alimento, con una población mundial creciente. ¿Ya es tarde?
-No alcanza. Sí podemos plantear que Uruguay, como país serio que es, además de mostrar cómo produce manteniendo ecosistemas naturales, con emisiones bajas, sin usar mano de obra infantil y respetando la libertad, tenga productores que apuesten a nichos de mercado vendiendo producciones orgánicas un 50% por encima en precio. Está bárbaro. Pero aquellos que viven en una aldea en Guatemala y comen mal, no pueden pagar 50% más por un producto de ese tipo. Que haya gente enfocada en encontrar esos nichos me parece perfecto, pero no es la solución para un mundo que necesita generar cada vez más alimentos.
Fuente: El Pais - Uruguay